viernes, 28 de septiembre de 2012

Píldoras que eliminan la grasa

Viernes 21-09-2012


El escritor come unas salchipapas con una de sus amigas. Él no lo confiesa abiertamente, pero uno de los tantos motivos por el cual disfruta de las salidas con esa amiga es porque ella siempre paga las cuentas. Ella sabe que el escritor lleva los bolsillos agujereados y, además, tiene que mantener a una bella niña de seis meses de edad. El dinero es para el escritor un asunto abstracto. Es una idea vaga, algo que tiene poca vida, una sustancia que se desvanece en sus manos.

Han recorrido gran parte de la avenida Arenales, conversando. En determinada cuadra de esa avenida se han topado con un establecimiento que expende caldos de gallina y salchipapas. El escritor recordó haber estado allí, hacía más de un año, para tomar un caldo de gallina que le aliviara la tremenda curda que había ganado luego de beber litros de cerveza con sus compañeros de trabajo.

Entran en el local. Toman la primera mesa que encuentran. El lugar no está lleno. El escritor percibe que hay pocas mesas para semejante gran área.

Ningún mozo se acerca a atender al escritor y a su amiga. Hay tres o cuatro mozos -todos con caras de pendejos- que están parados cerca de la mesa que el escritor y su amiga ocupan. Ninguno de ellos tiene la cortesía de acercarse, a pesar de las señas que el escritor hace. Inevitablemente se siente ignorado. Se lo dice a su amiga: “Cuando llego a un lugar, todo el mundo me ignora. En cualquier reunión, mi presencia es más bien una ausencia prescindible”.

Un mozo, surgido de un extremo del restaurante y quien, al parecer, era el único que trabajaba en ese lugar, se acerca a la mesa del escritor y su amiga. Ellos habían pensado ordenar unas salchipapas y una jarra de sangría. El escritor había insistido particularmente en el tema de la jarra de sangría. Su oscuro objetivo era embriagar a su amiga y seducirla para copular en algún hotel de 50 soles. La amiga no intuía estas negras intenciones. Le pareció, más bien, que sería rico tomar un vasito de sangría. El mozo le dice que no tienen sangría. ¿Vino? Tampoco. ¿Cerveza? Menos. El escritor, resignado a su mala suerte –como siempre-, ordena una jarrita helada de chicha.

Conversan mientras les preparan el pedido. Ella es la que habla. El escritor prefiere escuchar. Siente que no tiene nada interesante que contar. En realidad, nadie tiene nada interesante que contar, piensa el escritor. Las personas creen que sus vidas son interesantes y sienten que el mundo debe estar enterado de ellas. El escritor está desanimado: comerá grasa lacrosa pero no tendrá sexo. No vale la pena comerse esa grasa, entonces, piensa el escritor. El escritor piensa que prefiere pensar en mil y un huevadas antes que hablar de algo.

Llega el pedido. De cada plato podrían comer tres personas. Es una barbaridad la cantidad servida. El escritor le había insistido a su amiga en pedir solamente un plato. “Encima que voy a pagar yo, todavía quieres que se haga según tu voluntad. No te pases” le dice la mujer. El escritor calla. Ella tiene razón. La conchudez se le había trepado al cerebro. También llega la jarra de chicha. Es una jarra diminuta para el precio que cobran por ella.

Continúan con su conversación mientras comen. El escritor traga. Siente que ya tiene la suficiente confianza con su amiga y se despacha la comida con sus grotescos modales. El escritor come como si su tiempo estuviese siendo cronometrado para una competencia. Ella come despacio, como si no tuviera ganas de ingerir nada.

“Cuánta grasa habrá en este plato”, dice el escritor quien, a pesar de su reflexión, engulle con felina voracidad las papitas y los trozos de hot dog. “Me siento mal por toda esta grasa”.

Su amiga le dice que para ella eso no es problema, porque siempre que ingurgita ese tipo de comidas, toma una píldora especial.

“¿Cuál píldora?” dice el escritor. No está muy interesado en la respuesta. Sabe que su amiga le dirá el nombre una de esas tantas píldoras que publicitan en la tele y que no sirven para otra cosa que para adelgazar las billeteras de sus compradores.

“Es una píldora que hace que elimines toda la grasa que comes cuando vas al baño”, dice ella.

“¿En la caca o en la pichi?”, dice el escritor. Ambos amigos no tienen ascos ni remilgos para hablar de temas escatológicos sobre la mesa. O, al menos, eso es lo que el escritor cree.

“En lo primero”, dice la mujer, incapaz de decir caca o pichi.

El escritor se imagina cagando las serpientes que suele crear en el baño, pero plastificadas con la grasa que ha tragado.

“¿Son efectivas?”

“Sí, muy efectivas”

“Por fa, regálame una”, suplica el escritor.

Su amiga se resiste pero, ante la insistencia de ese ser pedigüeño, cede.

“¿Cómo será?”, se pregunta el escritor en voz alta, una mano sosteniendo la píldora que luego tragará con un sorbo de chicha morada. “Ya verás”, dice su amiga, “ya lo verás”.


Sábado 22-09-2012

Mientras el escritor sostiene a su hija en brazos y ve la televisión, ha sentido que debe ocuparse en el baño impostergablemente. Esta urgencia va precedida de insonoros pedos. Decide aguantar la situación hasta que su hija consiga conciliar el sueño.

Los minutos han pasado y el escritor ha sentido que le han embadurnado el culo con aceite. Es una sensación harto incómoda. No sabe qué puede ser.

Su hija no duerme. Falta poco. Por otro lado, el escritor ya no puede aguantar defecar. Tiene que hacerlo. Además, tiene que limpiarse ¿el aceite? que de algún modo ha aparecido en su culo.

Deja a su niña en su coche y le entrega la bolsita del CD de su película pirata “Scarface”. La niña se entretiene con la bolsita.

En el baño, se pasa un pedazo de papel por el culo y nota que, efectivamente, tenía grasa o aceite en toda la raya. ¿De dónde habrá salido? Luego, se sienta en la taza. Cuando termina de eyectar su carga intestinal, ve que el agua del wáter se asemeja a la superficie de una sopa fría: hay lamparones de grasa flotando junto con la culebrota que ha expulsado. Se limpia el orto y es como si se estuviera quitando mantequilla de ahí. Fueron las pastillas de su amiga. Qué sensación más jodida: cagar aceite.

Domingo 23-09-2012

El escritor sigue cagando su grasa.

Ya sabe por qué la raya de su culo se barniza con grasa. Los lectores de buen gusto deben evitar leer esto: Al escritor siempre le suda el culo, como al 80% de los peruanos de buen corazón. Cuando se suelta un gas, las moléculas de éste están impregnadas de grasa. Dichas moléculas se adhieren a la capa del sudor ya excretado en la raya de su culo, lo que causa la creación de la pátina de grasa que el escritor se limpia una y otra vez en el baño –porque una y otra vez se tira pedos-, causándole una incomodidad del carajo.

El escritor ha jurado solemnemente no tomar nunca más esas píldoras.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Hablas huevadas

Si ya tienes enamorada, no tiene sentido salir con ella a alguna discoteca. Las discotecas se crearon para conocer chicas nuevas.

Una chica puede resultarte interesante hasta que te comprometes con ella en una relación. Una vez que inicias esa relación, querrás huir de ella cuanto antes.

No puedo estar con una sola mujer. Lo he intentado, pero no puedo. A pesar de mi fealdad, siempre estoy involucrado con alguien.

No existe nadie que sea ciento por ciento original. Todos imitamos a alguien de algún modo. Yo estoy hecho de muchas partes. No soy nada original.

¿Por qué los fans varones de Lady Gaga son todos muy amanerados o, para ser tan crudos como los protagonistas de Los Detectives Salvajes, muy maricones? (Al menos hablo de aquellos a quienes vi bailando las canciones de Lady Gaga en la Plaza San Martín, protagonizando un flashmob)

No soy homofóbico.

Me gusta todo aquello que tenga la forma de una mujer voluptuosa.

Siempre utilizo prendas negras para vestirme. Uno no tiene que lavarlas muy seguido.

Utilizo un par de medias y un mismo bóxer para los cinco días de una semana laboral.

Mi querida madre todavía lava mi ropa.

Me gusta estar solo.

¿Por qué la gente mira a un solo punto (la pantalla con números) cuando está en el ascensor? ¿Por qué no se atreven a mirarse las caras?

Cuando uno se casa, se masturba en lugares que no imaginó cuando soltero.

No esperaba ser papá, no estaba en mis planes.

No tengo planes.

¿Escribir cuatro novelas y morirte a los cuarenta años cuenta como plan?

Si eres papá de una niña tan hermosa que te hace mejor persona con solo sonreírte o con llorar porque quiere teta, entonces eres el hombre más feliz y completo del mundo.

La felicidad y la buena literatura están reñidas.

Soy feliz gracias a mi hija. Por eso soy un escritor mediocre. Jamás haré literatura de calidad. Solo las penas, los rencores, los odios y el dolor puede engendrar una excelente literatura.

Las verdades duelen. Por eso miento mucho.

Nasir fumaba marihuana mientras cuidaba a su hijita y ambos pasaban un momento de puta madre. Yo bebo una botella de vino mientras cuido a mi bebe y la paso de puta madre caminando por el Centro de Lima.

Soy un gran hipócrita de mierda. Dejaré de serlo a los 40 años.

Si la casa en la que vivo fuera mía, pintara el rostro de Charlie Sheen en una pared, o mejor, los rostros de los libretistas de la serie Two and a Half Men. Esos tipos son unos genios.

“Maestro, ¿cómo ha hecho para sostener un matrimonio de 17 años?”, le preguntó un reportero a un hincha de la selección peruana. El hincha, gordito y con cara de buena gente, le respondió: “Dejándose pegar por la mujer”. Muy sabio el hincha. Muy vivido. 

Si mi hermano leyera esto, me diría: “Hablas huevadas”.

martes, 18 de septiembre de 2012

Aprovechar la ocasión, Aprovecharse de la ocasión

Me falta mucho para hablar y escribir de acuerdo con lo establecido por las normas de la Real Academia de la Lengua Española, pero cada día que transcurre me esfuerzo un mucho más (mi esfuerzo ya es bastante si consideramos que mi naturaleza es la de ser un gran vago) por hablar y escribir con propiedad.

Si se bombardea constantemente el idioma español con pifias y dislates que pasarán inexorablemente de una generación a otra generación ¿qué quedaría entonces de aquella bella herramienta de la que se han servido tantos escritores quienes a través de sus ficciones nos han hecho sentir que esta vida vale la pena vivirla por un corto periodo (al menos hasta los cuarenta años)?

No quedaría nada. El idioma perdería su exuberante belleza.

Entonces, analizaremos (la palabra analizar me suena distante puesto que soy más un diletante que un analista. Ni modo, no encontré un verbo mejor) el siguiente fragmento de un mensaje que recibió toda una organización. El mensaje fue escrito por el gerente de una determinada área de negocio.

“Estimado Fulano,

Aprovecho para felicitarte por la exposición realizada ayer en…”

¿Qué es lo que aprovecha el escritor de ese mensaje? ¿Es correcto el modo en cómo emplea “aprovecho” el escribiente de ese correo? No, no es correcto el modo en cómo emplea “aprovecho”, y no es culpa del escribidor de dicho correo, pues seguramente lo adquirió (me refiero al modo de utilizar “aprovecho”) en su entorno social.

Son los componentes –gran mayoría- de ese entorno social los que, alambicadamente, destruyen los giros y expresiones correctos del idioma.

Afortunadamente, contamos con herramientas como el “Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española” de Manuel Seco para despejar cualquier vacilación.

Según Seco, aprovechar, en el sentido que refiere el escribiente del mensaje anterior, debe escribirse como “aprovechar la ocasión” o “aprovecharse DE la ocasión”.

Entonces, el correo de nuestro estimado escribidor debió decir:

“Estimado Fulano,

Aprovecho la ocasión (o Aprovecho el momento o Aprovecho la oportunidad) para felicitarte…”

Es oportuno señalar que Seco proscribe el empleo de “Aprovechar (sin se) DE la ocasión” por ser una construcción francesa y no española.

Cuidemos, sin melindres y peros, la naturaleza de nuestro idioma.

Eso sí, el que tiene plata habla como quiere y puede obviar este mensaje. Los que no tenemos, debemos cuidar el único patrimonio que nos queda: el castellano.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Uso correcto del verbo "aunar"

Antes de entrar en detalles sobre el asunto que deseo tratar, primero debo mencionar que no soy lingüista (me gustaría serlo). Soy, por capricho supongo, una persona que trata de hablar y escribir correctamente. Me gustaría estar rodeado de gente que me corrija cuando cometo algún desvarío gramatical al hablar o escribir. Sería estupendo que alguien –alguien que posea ingentes conocimientos gramaticales- estuviera a mi lado corrigiéndome una y otra vez. Sin embargo, ante la falta de ese alguien, están los libros y diccionarios que no vacilo en consultar ante cualquier duda que pueda atentar contra el bien decir. Uno de mis referentes y modelos más conspicuos es Marco Aurelio Denegri. Sus libros son ejemplos del bien decir.

Ahora sí, paso a relatar el punto de hoy.

El gerente general de una compañía de cierto prestigio le escribe a uno de sus empleados para felicitarlo por la excelente acogida que tuvo la disertación que dio en cierta institución. Previamente, el gerente del área para la que trabaja dicho empleado lo había felicitado en un mensaje. Entonces, el gerente general escribe lo siguiente:

“Estimado Fulano:

Me aúno al mensaje de Mengano y reitero mis felicitaciones por tu exposición de ayer ¡¡¡” (los tres signos de admiración abiertos y consecutivos son de la autoría del gerente general)

Mucha gente emplea verbos que consideran “más cultos” que otros más simples para aparentar cierta cultura que, en realidad (cruda realidad), no tienen. Si una persona va a usar verbos que no son parte de su vocabulario entonces tiene dos opciones: 1) no los usa y emplea los que conoce, o 2) si los usa, debe investigar sobre su correcto empleo.

El gerente general apostó por la segunda opción. Pero no investigó –tarea que debía serle natural- sobre el uso apropiado del verbo “aunar” y envió un mensaje incorrectamente escrito a todos sus empleados, quienes seguramente repetirán el error puesto que lo escribió su “omnisciente” gerente general.

Según el “Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española” de Manuel Seco, aunar se construye del siguiente modo: aunarse CON otro.

Así, el mensaje del gerente general debió escribirse: “Me aúno con Mengano para felicitar…”

Considero que aquellas personas que ostentan cargos importantes en las organizaciones deben tener la obligación de ser ejemplos para sus empleados y deben esmerarse en la forma en cómo se comunican, pues de lo contrario, sus trabajadores repetirán las mismas barrabasadas que aquellos irrogan al idioma.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Proyecto Tía María

Informarse de un solo medio no es suficiente si se desea poseer un conocimiento cabal de los hechos, de la verdad. Y es que la verdad es un concepto tan inasible que no puede caber en unos cuantos párrafos


Leo una noticia en el portal web del diario Perú 21: “Proyecto para Tía María en Octubre”. Referirse al link: http://peru21.pe/economia/proyecto-tia-maria-octubre-2040778



La noticia empieza con: “La minera Southern Copper intentará desarrollar nuevamente el proyecto suspendido el año pasado en Arequipa, al presentar un nuevo Estudio de Impacto Ambiental.”

A continuación, se dice que la minera presentará el EIA a fines de octubre o comienzos de noviembre. El detalle que se menciona luego es importante: “…suspendido [el proyecto Tía María] el año pasado [2011] debido a conflictos por el uso del agua.”

Luego, de acuerdo con lo detallado en la noticia, el presidente de Southern Copper, Óscar Gonzales, manifiesta a la agencia Reuters que “si el Ministerio de Energía y Minas aprueba el estudio a principios del próximo año, Tía María podría entrar en producción en 2015”.

¿Cómo puede el señor Gonzales afirmar que una vez que se apruebe su EIA, el proyecto Tía María podría entrar en producción en el 2015? ¿Acaso ha olvidado que el principal óbice para la realización del Proyecto no es la aprobación del organismo gubernamental respectivo sino, más bien, la opinión de los pobladores que reclaman vivamente su derecho de usar el agua? La declaraciones vertidas por el señor Gonzales demuestran claramente que los más altos niveles de poder en las mineras todavía ignoran que la consecución de un proyecto no se logra con el simple cumplimiento de los dispositivos legales sino, además, dialogando con las personas que se verán influenciadas directamente por la instauración de la mina.

Si la fuerza popular ha sido capaz de frenar Tía María en el 2011, es pues muy probable que la trate de frenar nuevamente. Las declaraciones de los gestores mineros debiera ser más juiciosa si desean conseguir sus objetivos. El señor Gonzales Rocha ya se mandó pronosticando que Tía María producirá en el 2015. Cabría preguntar ¿ya consultó eso con los pobladores? ¿Ya se dialogó? ¿O piensa que elaborando un simple Estudio de Impacto Ambiental el proyecto será una realidad?

Estos precipitados y faltosos cuestionamientos los he formulado según lo que he leído del extracto mencionado. Puede ser que el señor Gonzales se haya referido a los asuntos sociales en otras declaraciones o en otros medios. Difícil de saberlo si mi base es únicamente la información de Perú 21. Por ello mencionaba aquello de lo inasible de la verdad. En caso de que el señor Gonzales Rocha sí haya declarado sobre el asunto humano del proyecto, entonces este artículo ha sido un completo desbarro.

Sin embargo, la minería es una actividad de gran importancia para el país y, por ello, los directores, dueños o gerentes de las minas deben considerar el factor social antes de mandarse con sus lucrativos pronósticos. Ya muchas vidas se han perdido debido a la ausencia de diálogo.

martes, 4 de septiembre de 2012

Los fines de semana son de Ella

Es mediodía. Sábado. Puede ser domingo. Ambos días son casi iguales. La mujer sale a trabajar. Morgana quedará al cuidado de su padre, el escritor mediocre. La mujer regresará a las diez de la noche si es sábado y a las siete si es domingo.

El escritor pasa el tiempo con su hija, le canta canciones cuya letra inventa mientras las entona, la pasea por el departamento hasta que siente que sus brazos se acalambran, la echa en la cama y le ofrece todo aquello que pueda entretenerla: el iPod, un frasco de desodorante, el envase vacío del quitaesmalte de uñas, algún juguete. Cada objeto es atenazado por los diminutos y finos dedos de su hija, quien los mira con avidez y curiosidad, se diría que los estudia con profusión, antes de metérselos en la boca y tratar de morderlos con los dientes que todavía no tiene. Al cabo de unos instantes, Morgana se desencanta de sus objetos. Se aburre. Se enfada. Tiene cinco meses y ya se enfada. Al escritor le enternece ver a su hija así. Además, se siente orgulloso de verla así: reclamando por diversión. Ojalá que le guste reclamar por lo que siente que es justo, que le sea natural el defender sus derechos, piensa el escritor. Que no sea un ser apocado como yo, ruega el escritor para su coleto.

Es casi la una de la tarde y ha salido el sol. El escritor, a través de la ventana del departamento, ve techos y fachadas iluminadas por ese sol inusitado. Considera darle un paseo a su hija. Recuerda las palabras determinantes de su esposa: “Si vas a sacar a la bebe, sácala bien abrigada: ponle su gorrito, alguna casaquita que la cubra toda y su pantalón jean. Ah, y no te olvides de ponerle sus zapatillas para abrigarle sus piececitos”. El escritor, que es muy tonto, pero si se trata de su hija puede retener algunas recomendaciones en su memoria, sigue las indicaciones a pie juntillas.

Antes de vestirla para el paseo, verifica que su hija no haya defecado. Morgana, replegada en la cama, ve cómo ese hombre pelucón y de bigote ridículo le levanta las dos piernotas y acerca su nariz a la zona en la cual se encontraría la descarga intestinal. El hombre no huele nada que justifique un cambio de pañal.

Morgana llora, pero se calma en los momentos en los cuales su tonto papá trata de ponerle la casaca y el jean. Lo hace con sumo cuidado y delicadeza. Teme fracturarle un hueso en el intento de guiar sus extremidades a través de las mangas de la casaca o las perneras del pantalón. Morgana observa, no sin esbozar cierta sonrisa sarcástica, cómo su papá se deshace en cuidados para vestirla apropiadamente.

Cuando está lista la bebe, la coloca en el coche. Morgana, como esperaba el escritor, se enfada, llora: no le gusta estar ahí. El escritor la calma con palabras suaves: “ya, amor, ya nos vamos, déjame abrir la puerta, espera un poquito, amorcito”. Cuando Morgana siente que las ruedas de su coche se mueven y ve cambiar el paisaje a su alrededor, se tranquiliza: le gustan los paseos.

Su esperpéntico padre está vestido con el consabido jean negro, polo negro y gorra negra. Todo de negro. Si la bebe tuviera uso de razón, se avergonzaría de salir con alguien así. El escritor coloca el celular dentro de un bolsillo del coche de su hija. Al celular están conectados los audífonos que compró por 30 soles en un hueco de la avenida Garcilaso de la Vega, ex Wilson.

Cuando está dando vueltas en la Plaza San Martín, comiendo un helado D’Onofrio, la gente lo mira: “será posible que eso sea el papá de tan linda criatura”. El escritor pasa con su hija cerca de un patrullero apostado en uno de los costados de la plaza. El escritor ve con el rabillo del ojo que el patrullero ha echado a andar muy lentamente: “quizá me está siguiendo porque cree que me he robado a una niña linda”.

Ahora la niña y su padre pasean por el Jirón de la Unión, que a esa hora está muy congestionado de gente. Algunas señoras o señoritas se detienen a contemplar el paso de Morgana quien, con los ojos muy abiertos y la frentecita despejada, observa el paisaje: gente caminando, sonriéndole, tiendas, globos multicolores, pollos a la brasa, discos piratas, ropa, personajes peludos que animan a la gente a comprar calzones o remedios.

Cada tanto, Morgana ve aparecer el horrendo rostro de su padre, quien verifica que esté lo más cómoda posible mientras disfruta de su paseo. Cuando Morgana está a punto de llegar a la Iglesia de La Merced, su padre se asoma a verla nuevamente. Está dormida. Sus ojitos inquisidores se han cerrado para tomar un merecido descanso. El escritor considera que ya es hora de acabar el paseo. Gira el coche ciento ochenta grados y deshace los pasos andados.

Han llegado al departamento y su hija todavía duerme. Con mucho cuidado la saca del coche y la tiende en su cuna. Se conmueve al ver a Morgana. Ciertamente, no merecía una hija tan sana y tan linda. Cierra la puerta de la habitación para evitar que algún ruido molesto le arruine el sueño a su bebé.

Sentado sobre el sillón verde, un libro que ha dejado de leer entre sus manos, recuerda que ha dejado a mucha gente plantada en ese fin de semana. La mirada clavada en algún punto de su biblioteca –la cual hierve de libros piratas-, piensa que esos paseos con su hija han valido la pena. Quiere ver esa carita sonriente de su hija durante los pocos años de vida que le quedan. Como diría Kafka: “El tiempo es breve, las fuerzas exiguas…”

lunes, 3 de septiembre de 2012

The Marriage of Heaven and Hell - William Blake

“The Marriage of Heaven and Hell”, opúsculo escrito por el poeta y pintor William Blake, es un manifiesto de libertad y una invitación a sus lectores a percibir el mundo más allá de sus cinco sentidos, ya que, según Blake, el cuerpo es solo una parte del alma que es discernida a través de aquellos sentidos, los cuales representan las principales entradas del alma.

“The Marriage of Heaven and Hell” puede considerarse como una guía para leer adecuadamente la Biblia. Es decir, para leerla desde un punto de vista totalmente desnudo de prejuicios y restricciones de la más alta y constrictora moralidad. Así lo afirma el poeta en la página 42 (Boston, John W. Luce and company, 1906): “This Angel, who is now become a Devil, is my particular friend; we often read the Bible together in its infernal or diabolical sense, which the world shall have if they behave well” (Ese Angel, que es ahora un Demonio, es mi amigo; siempre leemos la Biblia en su sentido infernal y diabólico, el cual el mundo tendrá si se comporta bien). Así es, Blake encuentra en la lectura “diabólica” de la Biblia el verdadero mensaje de aquellos escritos, el mensaje liberador del ser humano, pues es una lectura que parte de la Energía, del impulso natural. En la página 41, se lee: “I tell you, no virtue can exist without breaking these ten commandments. Jesus was all virtue, and acted from impulse, nor from rules” (Les digo, ninguna virtud puede existir sin romper aquellos diez mandamientos. Jesús fue todo virtud, y actuó por impulso, no por reglas). El libro mantiene esta línea liberadora a través de sus 47 páginas. Basta leer en la página 19: “Damn braces; bless relaxes”

Blake redefine el concepto de “Evil” o maligno. Es interesante el modo en cómo se presenta este concepto en las primeras páginas del libro, cautivantes desde el inicio hasta el fin: “Without contraries is no progression. Atraction and repulsion, reason and energy, love and hate, are necessary to human existence. For these contraries spring what religious called Good and Evil. Good is the passive that obeys reason; Evil is the active springing from Energy. Good is heaven. Evil is hell” (Sin opuestos no hay progresos. Atracción y repulsión, razón y energía, amor y odio, son necesarios para la existencia humana. De estos contrarios surgen lo que los religiosos llaman el Bien y el Mal. El Bien es pasivo y obedece a la razón; el Mal es lo activo que emerge de la Energía. El Bien es el cielo. El Mal es el infierno)

Pero ¿qué hace que el tal llamado Mal sea superior al Bien? Blake ha establecido que todo aquello que surja de la Energia es Mal. Continúa, entonces, en la página 8: “Energy is the only life, and is from the Body; and Reason is the bound or outward circumference of Energy” (La Energía es la única vida, y proviene del Cuerpo; y la Razón es la circunferencia limitante de la Energía) Luego, el poeta dice: “Energy is Eternal Delight” (La Energía es el Encanto Eterno). Ergo, a través del Mal se alcanza el disfrute total. Pero, debe entenderse este Mal como lo opuesto a aquello que los sacerdotes, curas y religiosos propugnan: el seguimiento dogmático y testarudo de ciertos mandamientos cuyo velado fin es constreñir las libertades de los seres humanos, creando odios entre ellos por la defensa cerril de sus creencias. Cada religioso creerá firmemente que sus apotegmas son los únicos y los correctos. En la página 20, el poeta narra cómo se originó el sacerdocio, es decir, las religiones. En la página 21, las religiones imperando y campeando por el mundo, y los sacerdotes entronizados como embajadores de “sus dioses”, el poeta reflexiona: “Thus men forgot that all deities reside in the human breast” (Así, los hombres olvidaron que todas las deidades residen en sus pechos).

La siguiente, fue una de las frases preferidas de Jim Morrison y de la que se valió para extraer el nombre que le colocaría a la banda que formaría con Ray Manzarek: “If the doors of perception were cleansed everything would appear to man as it is, infinite” (Si las puertas de la percepción estuvieran limpias, todo aparecería ante el hombre como realmente es, infinito) Otra invitación más para ver el mundo sin los espejuelos de las ataduras, prejuicios y cerrazones.

Los Proverbios del Infierno (página 13 a la 21) deben leerse y tatuarse en la memoria pues nos convertirán en hombres libres. Ciertamente, hay mucha más sustancia, inteligencia y bondad en esos proverbios que en toda la Biblia o que en cualquier libro de autoayuda. A saber, un ejemplo de bondad y humildad: “The most sublime act is to set another before you” (El acto más sublime es colocar a alguien antes que tú). Un frase para levantar los ánimos de aquellas personas que buscan consuelo y soporte en los libros de autoayuda: “No bird soars too high if he soars with his own wings” (Ningún ave vuela tan alto si lo hace con sus propias alas). La inteligencia para apreciar lo hermoso de la creación está demostrada en este proverbio: “The nakedness of woman is the work of God” (La desnudez de la mujer es la obra de Dios). En estos proverbios, además, se aconseja sobre nutrición: “All wholesome food is caught without a net or a trap” (Toda la comida saludable es aquella que se captura sin redes o trampas). Se diría una nutrición del tipo vegetariano.

Publicado en 1790, “The Marriage of Heaven and Hell” es un libro de libertad, un ataque certero a aquellos que oprimen por diversos motivos. Es un libro de libertad en todo aspecto, es decir, en cuanto figura un llamado de atención al opresor y en tanto es un llamado a la liberación y expansión de nuestros sentidos, los únicos medios que poseemos los seres humanos para adentrarnos en lo infinito y obtener el anhelado disfrute. Es interesante el cuestionamiento de la página 12 formulado por un Demonio (en este libro los Demonios son los heraldos de la libertad): “How do you know but every bird that cuts the airy way is an immense world of delight, closed by your senses five?” (¿Cómo no sabes que cada ave que revolotea en el aire es un inmenso mundo de encanto, encerrado por tus cinco sentidos?)

En algunos proverbios, la invitación a ir más allá de los límites impuestos por la razón es demasiado tentadora: “The road of excess leads to the palace of wisdom” (El camino de los excesos conduce al palacio de la sabiduría). Por un tiempo, traté yo de seguir ese camino de los excesos y la experimentación. Fracasé. Nunca llegué a fumar marihuana en la segura compañía de mi amigo Nasir, pues mi esposa me amenazó con extenderme soberana paliza si lo hacía. Ciertamente, me faltaron agallas para acometer tal empresa y ampliar mis horizontes de percepción. No soy un tipo muy dado a las aventuras y los riesgos, aunque trato conscientemente de convertirme en uno. Soy un hombre apocado y muy prudente. Este es mi error: ser prudente. La prudencia es un defecto del que trato de zafarme con mucho ahínco. Prueba de ese esfuerzo es la existencia de este blog. Ya lo dijo el poeta William Blake, considerado por muchos como un místico: “Prudence is a rich ugly old maid courted by Incapacity” (La Prudencia es una dama vieja, rica y fea que está acompañada por la Incapacidad).