lunes, 26 de agosto de 2013
El camino - Miguel Delibes
Miguel Delibes (Valladolid, 1920 – ibíd., 2010), extraordinario narrador español, de esos que no pertenecen a ningún grupo o generación precisa, como el no menos extraordinario Camilo José Cela, escribió «El camino», con un estilo muy sencillo.
“Las cosas podían haber sucedido de cualquier otra manera y, sin embargo, sucedieron así. Daniel, el Mochuelo, desde el fondo de sus once años, lamentaba el curso de los acontecimientos, aunque lo acatara como una realidad inevitable y fatal. Después de todo, que su padre aspirara a hacer de él algo más que un quesero era un hecho que honraba a su padre. Pero por lo que a él afectaba…”
Que Daniel pueda tener la cultura que tiene el hijo del boticario, enviado a la ciudad para instruirse, del pequeño pueblecito asentado en un valle de Valladolid, en una España de la postguerra, es el sueño y objetivo testarudo de su padre.
Gracias a esa imposición paternal, Daniel, desde sus once años de edad, recuerda las muchas anécdotas que vivieron sus vecinos del valle y él y sus inseparables amigos Roque, el Moñigo, y Germán, el Tiñoso. Recuerdos gratos, la historia del valle, confluyen en la memoria de Daniel la noche antes de su partida: “Entonces se dio cuenta Daniel, el Mochuelo, de que no había pegado un ojo en toda la noche. De que la pequeña y próxima historia del valle se reconstruía en su mente con un sorprendente lujo de pormenores.”
A través de la inocente mirada de Daniel, apodado «el Mochuelo» por el parecido de su mirada con la de un búho, conocemos a cada uno de los personajes de su pequeño valle, la mayoría con un apodo: las hermanas Guindilla, las hermanas Lepóridas, don José, el Cura, Quino, el Manco, don José, el Maestro, entre otros.
El amor entre los habitantes del pueblo, los chismes, la moral que algunos cuidan con exceso y severidad y que otros, más bien, ven como cosa que hay que respetar únicamente los domingos en la misa, las palomilladas de Daniel y sus compinches, el paso de la niñez a la adolescencia, suicidios, muertes; todo ocurre en esa pequeña atmósfera que uno creería, por estar alejada de la vertiginosa ciudad, aburrida y lúgubre.
Tengo entendido de que esta novela es una de las más celebradas de Delibes, al punto de que se le hizo una película y una serie.
Algunas frases del libro:
“Los mayores tenían, a veces, caprichos más absurdos y tozudos que los de los niños.”
“Cada uno en lo suyo, desde luego, pero los vagos no son vagos no son vagos porque no quieran trabajar en las cosas de los demás.”
Con respecto a la gente que rajaba de Paco, el herrero, Andrés, el zapatero, decía: “Cuando a las gentes les faltan músculos en los brazos, les sobran en la lengua.”
“Y fue el cochino afán del ahorro lo que agrió su carácter. El ahorro, cuando se hace a costa de una necesidad insatisfecha, ocasiona en los hombres acritud y encono.”
“Pero a Daniel, el Mochuelo, nada de esto le causó sorpresa. Empezaba a darse cuenta de que la vida es pródiga en hechos que antes de acontecer parecen inverosímiles y luego, cuando sobrevienen, se percata uno de que no tienen nada de inextricables ni de sorprendentes. Son tan naturales como que el sol asome cada mañana, o como la lluvia, o como la noche, o como el viento.”
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domingo, 25 de agosto de 2013
Ode to stupidity
Si
no respetas la regla, a veces, todo puede irse a la mierda.
No calls or
messages. Never. You do that and something big and shitty might happen.
Rompiste la
regla.
There was no
other escape for me but deny everything.
El
amor enceguece la cabeza de los débiles, de aquellos que, a pesar de los miles
de desengaños sufridos, aún no aprenden
la lección.
I learnt my
lesson years ago, mate. I hope you’ve learnt yours: never call or text me ever.
Si
ya habías dicho que no querías verme jamás, ¿por qué tuviste que repetírmelo dos
veces más?
Have the guts to
admit that it was all your fault. Not mine, mate. Next time control your anger.
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martes, 20 de agosto de 2013
Las tribulaciones del estudiante Törless - Robert Musil
He
leído que el escritor austriaco Robert Musil (1880 – 1942) fue un tipo retraído
durante su niñez y, también, durante los últimos días de su vida. Murió pobre,
en resumidas cuentas, gracias a que llevaba en la sangre el virus de la
Literatura.
Su
primera novela, «Las tribulaciones del estudiante Törless», publicada en 1906, muestra
el espíritu inquisitivo de este escritor. Es una novela de autoconocimiento por
medio del derrumbe de lo familiar y lo conocido. A través de Törless, un chico
que es internado en un instituto pre militar por sus padres, Musil explora las
sensaciones y pensamientos que experimenta un adolescente.
En
este instituto, en el cual conviven únicamente varones adolescentes, Törless
descubrirá la maldad, lo inexplicable, el ridículo sentido de la vida.
Beineberg
es el matón del grupo. Reiting es enemigo solapado de Beineberg, pero prefiere
seguirlo hasta encontrar el momento propicio para arrebatarle el liderazgo.
Törless, durante parte de la historia, los frecuenta. Posteriormente descubrirá
lo estúpido que es ser parte de ese grupo o de cualquier otro. Basini, objeto
de las maldades de Beineberg y Reiting, es un personaje sumiso, débil y
asustadizo.
Los
muchachos, en sus días libres, frecuentan a Bozena, la prostituta del pueblecito
cercano. Törless observa a Bozena, la
estudia, la relaciona con su madre. Piensa qué fue lo que llevó a sus padres a
tener relaciones sexuales, ¿fue amor? «Nada que hicieran los mayores y los
adultos, algo propio solo de sus padres».
Törless
cuestiona todo. En una clase de matemática, los números imaginarios le
desconciertan. Termina la sesión, pero únicamente él le dará vueltas al asunto,
hallándolo absurdo. No entiende cómo, empleando números imaginarios, que en el
transcurso de una operación matemática terminan anulándose, se pueden obtener
resultados concretos y reales. « ¿No es acaso como un puente que solo tiene
pilares a una y otra orilla, y que, a pesar de ello, puede uno atravesar como
si los tuviera en todo el recorrido? Operaciones de esa naturaleza me dan
vértigo.»
Beineberg
y Reiting disfrutan torturando a Basini. Cada uno lo emplea para encontrar la
respuesta de sus propias preguntas existenciales. Beineberg lo desnuda y lo
azota. Reiting lo desnuda y lo sodomiza. Tórless siente asco por Basini, asco
que con el transcurrir de la historia mudará hacia una indiferencia total.
El
estudiante Törless experimenta con la filosofía (tratará de leer un volumen de
Kant que jamás llegará a entender), con la homosexualidad («Junto a su cama estaba
Basini que, con frenéticos y rápidos movimientos, se despojó de la camisa, se
metió bajo las sábanas y apretó su desnudo y tembloroso cuerpo contra
Törless»... «Entonces Törless ya no buscó palabras. La voluptuosidad que, poco
a poco, se le había ido metiendo furtivamente desde aquellos primeros momentos
de desesperación, había alcanzado ahora sus plenas dimensiones. Allí estaba esa
voluptuosidad, desnuda junto a Törless, extendida, cubriéndose la piel con su
blanda y negra capa. Y le susurraba dulces palabras de resignación al oído, y
con sus cálidos dedos hacía a un lado todos los problemas y deberes que
parecían vanos. Y le susurraba: “En la soledad, todo está permitido…”»),
cuestiona la rígida moral de sus padres y profesores, las halla vanas.
La
estadía en ese ambiente, que le había permitido reflexionar sobre lo perverso,
lo amoral y lo prohibido, será esclarecedor para el atribulado muchacho: «Ahora
sabía distinguir entre el día y la noche.
Y el caso es que siempre había sabido hacerlo, solo que una pesadilla se le
había filtrado, borrosa, a través de esa frontera, y se avergonzaba de tal
confusión; mas el recuerdo de que podía ser otra cosa, de que hay alrededor de
los hombres tenues fronteras que fácilmente pueden deshacerse, de que febriles sueños
rondan el alma, corroen los firmes muros y abren de pronto inquietantes,
trágicas calles… También este recuerdo se le había grabado profundamente y
proyectaba pálidas sombras. No podía explicarse gran cosa de este estado; pero
el hecho de que no pudiera expresarlo con palabras le parecía valiosísimo, como
la seguridad del cuerpo fecundado que ya siente en su sangre el tenue tirón del
futuro.»
Luego
de que Musil colocará a su Törless en las situaciones más oscuras y confusas
para un adolescente –o para cualquier ser humano temeroso de conocer y
transgredir sus límites autoimpuestos-, termina su novela dándonos el antedicho
mensaje; es decir, jamás podremos explicar aquello que experimentamos en la
vida durante la búsqueda de nuestro propio conocimiento. Jamás podremos
explicárnoslo, porque la vida solamente se siente; las palabras son como
aquellos pilares o puentes, sobre los cuales nos apoyamos para representar,
aunque no en toda su magnitud, lo que sentimos.
A
continuación, dejo algunas frases interesantes del libro:
«Porque
la primera pasión de los adolescentes no es amor del uno por el otro, sino odio
contra todo.»
«Casi
toda pasión primera dura poco y deja detrás de sí un gusto amargo.»
«Porque
cuando el alma del mundo quiere que una de sus partes permanezca, se expresa
muy claramente. Dice no, crea un obstáculo, nos hace pasar por encima del
gusano o da a la piedra una dureza tal que no podemos destruirla sino con la
ayuda de alguna herramienta. Y antes de que vayamos a buscar una herramienta,
la piedra habrá creado los obstáculos con una serie de pequeñas, tenaces
dificultades, de manera que aun cuando las superamos, la cosa ya tendrá de
antemano otra significación.»
«“Ciertamente
no hay ningún fin”, se dijo. “Todo se proyecta cada vez más lejos, más
adelante, al infinito.”»
«Se
preguntaba qué dirían los demás, sus padres, sus profesores, si conocieran su
secreto.»
«Consideraba
como una cosa inevitable que una persona con una vida interior rica y agitada
viva momentos de los que nadie debe saber nada y tenga recuerdos que conserva
en los recodos más secretos del pensamiento.»
«Así,
cuando una vez alguien a quien él había contado la historia de su
adolescencia le preguntó si este
recuerdo no le causaba vergüenza de vez en cuando, Törless respondió, con una
sonrisa: “No puedo negar que se trató de una bajeza. ¿Por qué iba a negarlo? Ha
pasado. Pero algo quedó: aquella pequeña dosis de veneno necesaria para liberar
el alma de un exceso de salud segura y acomodada, pero que le da, a cambio, una
salud más aguzada, sutil e inteligente.»
«Porque
entonces la palabra de advertencia “moral” quedaba asociada ridículamente a
espaldas estrechas, barrigas prominentes sobre dos piernas como palillos y unos
ojos tan inofensivos, tras las gafas, como dos ovejas paciendo, como si la vida
no fuera más que un prado florido, algo edificante y solemne.»
«Sí,
hay pensamientos vivos y pensamientos muertos… Un pensamiento, que acaso ya
desde mucho tiempo atrás se nos metió en el cerebro, llegará a ser un
pensamiento vivo solo en el momento en que lo anime algo que ya no es
pensamiento, algo que ya no es lógico, de manera tal que sentimos su verdad más
allá de toda justificación intelectual, como un ancla que desgarra carne viva,
sangrante.»
lunes, 5 de agosto de 2013
Cementerio general - Un comentario
«Cementerio
general» es una mierda.
Con
esta afirmación, totalmente parcializada, subjetiva, insolente, procaz, pero
muy sincera, no trato de espantar al público de ver esta película peruana.
Además, ¿quién podría ser tan corto de entendimiento para dejarse llevar por mi
soez comentario?
Tengo
en cuenta que hay que alentar los emprendimientos de nuestros compatriotas en cualquier
actividad artística que propongan concretar. Casi siempre, el Perú es un medio
hostil para el arte. Sin embargo, el vínculo que nos une, la territorialidad,
no debiera ser óbice para exponer abierta y sinceramente el sinsabor que me ha
dejado esta película.
Guión
pésimo, diálogos sosos y poco creíbles, actores inánimes, nula originalidad. El
único rasgo original que se le puede atribuir a esta producción es ser la
primera película de terror hecha en el Perú. Hasta ahí estamos bien. Pero ¿por
qué diablos tuvieron que copiar pésimamente a las películas gringas?
Desde
hace años, las películas tipo «Actividad Paranormal» nos han saturado con todos
los trucos que Hollywood emplea actualmente para provocarnos miedo. Sabiendo esto,
¿por qué «Cementerio General» usa los mismos trucos? Y, encima, los usa mal. ¿Dónde
está la originalidad? Por favor, ¿era necesario que uno de los protagonistas
usara todo el tiempo una camarita?, ¿no tenemos los peruanos algo de ingenio?1
Otro
gadget copiado clamorosamente del extranjero: usar a una niña como elemento de
terror. Maquillaje barato, sonidos tremebundos que remueven los tímpanos cuando
aparece la supuesta niña poseída y ya, ¿así creían generar terror estos
productores de pacotilla?
Se
puede tener un bajo presupuesto, pero no un guión con diálogos sin vida y, peor
aún, actores que no saben actuar. Carajo, es indignante la escena en la que dos
chicas (la que ha perdido a su padre e intenta, a instancias de sus amigos,
contactarse con él por medio de la ouija, y la que tiene una tía experta en
magia negra, a la que le ha sustraído un tablero real y verídico para jugar
ouija, que organiza la sesión dentro del cementerio general) se confrontan,
pero de un modo tan falso, que no fue raro ver cómo se caían las caras de la
gente, en el cinema, por la vergüenza ajena. Toda la película fue falsa; jamás
transmitió verdad. Y lo que el espectador quiere es comprar una verdad, olvidarse
de la realidad y vivir otra historia tan o más real que su propia vida; el
espectador no quiere lamenta el haber
comprado una entrada de mierda para una película aterradoramente falsa.
Otra
escena cojuda fue una anterior a la descrita. Los personajes principales están
jugando a la ouija en la sala de la casa de la chica que perdió a su padre. No
pierdan la paciencia con el huevón que no deja de filmar cada movimiento,
porque el idiota ése lo seguirá haciendo hasta el final de la película. Bueno,
casi hasta el final. En esta ocasión, el
tablero es una hoja de papel sobre la que se ven dibujados chapuceramente los
símbolos característicos del tablero original. En el grupo reunido hay un
payaso, un pedejerete, un bacancito y un tontorrón. El bacancito le dice al
tontorrón, que es un personaje adiposo, que anote las letras que la supuesta
alma del padre de la chica dicta a través del movimiento de la moneda sobre el
abecedario del papel. Cuando la supuesta alma ha terminado de expresarse, el
bacancito le dice al tontorrón «lee, gordo, en voz clara y alta». El tonto lee:
«Soy un imbécil». No negaré que todo el recinto se partió de risa. Yo no.
Lamento aguarles la fiesta. Pero ¿cómo puedo creer que el gordo huevón no fue
capaz de ir atando cabos sobre la frase que su puño redactaba mientras escribía?,
¿puedo creer que existe una persona tan cojuda que se da cuenta de lo que ha
escrito cuando ha terminado de escribirlo?
«Cementerio
general» logra abarrotar las salas de los cines de la ciudad porque es la
primera película de terror que produce este país. Creo que ése es el gancho. No
obstante, dudo seriamente que alguien que ya la vio repita esa experiencia.
Mejor,
olviden las palabras que aquí he vertido, vean la película y obtengan su propia
opinión.
1 Por
si acaso, si algún productor está interesado, tengo pergeñada en la mente una
historia realmente terrorífica y original. Si desean hacer negocios, pueden
contactarme.
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