jueves, 19 de enero de 2023

Un País Feliz. Una Presidente Transexual en el Perú - Capítulo 18 (Novela de Daniel Gutiérrez Híjar)

 

No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan.

 

San Lucas 1, 13 – La Biblia

 

Estoy embarazada, idiota.

¿Estás segura? ¿Ya lo confirmaste?

Claro que ya lo confirmé, tarado. Tan segura como que me llamo Isabel Masías

El hombre se sienta en el sofá. Se toma la cabeza. El pelo largo se le filtra por los dedos, como hilos de mercurio.



Me salvé de hasta dos pelotones de fusilamiento y ahora vengo a caer del modo más cojudo, dice entre dientes, pero la mujer alcanza a escucharlo y le zampa un carterazo.

¡Cobarde de mierda! Sabía que te esconderías como una rata. En eso, debo reconocer que el cornudo de mi marido sí es un hombre de verdad. A su lado, eres un insecto. Mi marido sí asume sus divinas cagadas, el muy santurrón.

El hombre, como picado en el culo por un resorte rebelde en el sofá, se levanta entusiasmado: ¿Sus divinas cagadas, dices?

Sí, sus divinas cagadas, sus cagadas, al fin y al cabo. Aunque pocas veces la ha cagado. Soy yo más bien la que lo para fregando. Y, a pesar de eso, me aguanta con una paciencia admirable. El pobre ya no sabe qué más hacer para no molerme a golpes. Porque, míralo, de un manazo puede matar a un toro. Aun así, nunca me grita, mucho menos me golpea. Pero no sé cómo vaya a reaccionar ahora que se entere o se dé cuenta de que otro estúpido me ha embarazado. Ahora sí me va a matar. Y si no me mata a mí, te mata a ti. O nos mata a los dos, huevón. Es un fanático religioso. Mucho más que tú. Ya lo conoces. Él buscará la venganza divina.

No estás entendiendo. Con eso de “divinas”, recordé lo santo que se cree tu marido. En el culto, es insoportable, dice él, los ojos refulgiendo de maldad.

Ahorita no tengo cabeza para entender nada, idiota.

Cálmate, entonces, para que me entiendas un ratito, dice él, haciendo un gesto para que la mujer se tranquilice y se siente a su lado.

No me voy a sentar, mañoso. Lo único que quieres es tirar. Si me siento, terminaremos en la cama. Lo sé. A ti solo te importa eso. Es increíble la poca capacidad de entendimiento que tienes. La poca empatía. No sé cómo has hecho para escaparte de la muerte cuando saliste sorteado hasta dos veces para que te fusilen en televisión. Porque si hubieras ido, y te hubieran hecho las preguntas del libro, de hecho, te fusilaban. ¿Llegaste a leer algo?

No, nunca. Nunca leí un libro y ya ves; yo estoy muy vivo aquí y el maricón de la presidenta, bien muerto. Gracias al magnicida desconocido, esos tiempos ya quedaron en el pasado.

Ya no hay tanto pobre como antes. Le reconozco eso, dice la mujer.

Ya no hay mucho, sí, reconoce él. Pero, ven, te voy a contar qué vamos a hacer. Y luego, cuando veas que mi plan está de la putamadre, querrás terminar conmigo en la cama un buen rato. Ya verás.

***

Zacarías camina hacia el altar para colocar la ofrenda al Supremo. Su cuerpo hierve de nervios y exultación al mismo tiempo. Esa última semana ha sido la mejor de su vida. No solo fue ingresado en la Orden Restauradora de la Fe y la Abundancia Espiritual -la ORFAE-, logro, ya de por sí, dificilísimo de conseguir, sino que, al día siguiente de su inclusión, fue designado obispo, cargo cúspide en la organización. Ello le otorgaba el exclusivo privilegio de realizar el ritual de la ofrenda en la misma casa del Supremo -un ambiente hermético y fieramente resguardado en el interior del templo-, en donde, se afirmaba, moraba el espíritu del dios. Se sabe que el exobispo Urbina, en cierta ocasión en que, como Zacarías ahora, presentaba la ofrenda en esa misma casa, el Supremo le habló y profetizó que el presidente maricón sería asesinado y su legado de oscuro racionalismo empezaría a sucumbir. Desde esa vez, el Supremo no había vuelto a hablar con ningún otro mortal. El exobispo Urbina había sido comparado con un Abraham, un Moisés o un Daniel.

Luego de colocar la ofrenda en el altar, Zacarías se postra ante la imagen del Supremo, quien parece recibirlo con los brazos abiertos. El obispo inclina la cabeza y ora en silencio. Agradece el privilegio que se le ha concedido y el retorno de la fe al país, luego de una época de libérrima y sangrienta racionalidad. 

Entonces, oye una voz: ¿Hola?

Zacarías da un respingo. Se supone que es la única persona en la casa del Supremo. El acceso a ese espacio está prohibido para cualquiera, excepto para él. ¿Quién pudo haber cometido el sacrilegio de hollar suelo sagrado? No se apena en lo más mínimo por la futura suerte del intruso: una vez capturado, perderá la cabeza física e indefectiblemente.

¿Quién anda ahí?, dice con energía.

No temas, Zacarías. Soy el Supremo. Te anuncio que tus ruegos han sido escuchados.

¿El Supremo? ¿Mis ruegos? ¿Cuáles ruegos?, pregunta Zacarías, desconfiado, indagando con sus ojos caídos la procedencia de la voz.

Soy el Supremo, el dios a quien ahora mismo acabas de ofrecer ese delicioso cordero ahumado. Me presento ante ti para exponerte que te he elegido el padre putativo de mi Hijo el Salvador, porque reconozco y encomio el empeño que has puesto en lograr que mi nombre y mi legado sobrevivan en esta sociedad de racionalismo y sangre.



¿De dónde me hablas?, dice Zacarías, continuando con la búsqueda del origen de la voz. Mira hacia todos lados, sin disimular sus esfuerzos, pero la búsqueda es inútil. No da con el parlante o dispositivo transmisor de la voz. Parece como si ella surgiese de un punto en el espacio y de ninguno a la vez.

¡Zacarías, déjate de huevadas, y escucha!

El obispo se sorprende. La contundencia de esas palabras es inequívoca. Solo puede provenir de alguien tan puro y directo como el Supremo. Cero paseos, cero hipocresías. Se arrodilla y abre los brazos, las palmas de las manos hacia arriba. Te escucho, Supremo, implora, la cabeza gacha y los ojos concentradísimos en hundirse en la oscuridad de sus adentros.

Zacarías, tu mujer está preñada. Te dará un varón a quién pondrás por nombre Elías. Él es el mesías que todo el mundo ha estado esperando.

Supremo, perdona mi incredulidad, pero cómo será posible que mi mujer quede embarazada si hace tiempo que el pene ya no me funciona. Solo una vez se me paró, y fue cuando, desventurado de mí, accidentalmente vi a mi vecina desnuda. Creo que el problema es que el cuerpo de mi mujer ha dejado de interesarme, Supremo.

¡Silencio, sátiro! Olvídate de esas huevadas y préstame atención. Tu mujer está embarazada. Punto. Así que cuidadito con dudar de la procedencia de ese niño, ¿ok? No querrás verme enfadado y mandando plagas mortíferas a todo el mundo.

Entiendo, Supremo; mi mujer está embarazada y yo seré el padre adoptivo de tu hijo, oh, gran señor, el padre adoptivo del mesías del mundo.

Zacarías, arrebatado por la emoción de tan magno suceso, salta y se desplaza alocadamente de un lado a otro del recinto, dando vivas y murmurando salmodias.

¡Arrodíllate, huevonazo! ¡Quién dijo que te pares! Cuando se oye mi palabra, se permanece arrodillado.

Ese día, Zacarías perdió el habla.


sábado, 7 de enero de 2023

"La reunión de los cínicos" en el programa de Silvio Valencia

 Tras un gran análisis de "La reunión de los cínicos", Silvio Valencia y sus panelistas recomiendan comprar el libro en las principales librerías del Perú.


Link del video: https://youtu.be/q8pGujnST6M


viernes, 6 de enero de 2023

REVISTA CARETAS: "La reunión de los cínicos"

 Aquí el enlace de la nota completa: 

https://caretas.pe/cultura/presentacion-de-la-reunion-de-los-cinicos-de-daniel-gutierrez-hijar/



La reunión de los cínicos

 


Presentación de "La reunión de los cínicos", de Daniel Gutiérrez Híjar

Ayer, 5 de enero del 2023, en interesante conversación con un connotado y juicioso crítico literario, se presentó en el bar Zela (Centro de Lima, en uno de los portales de la Plaza San Martín), el nuevo libro de nuestro escritor Daniel Gutiérrez Híjar “La reunión de los cínicos”. La conversación estuvo amenizada con un par de botellas de Pilsen y la presencia de los estribillos musicales de grupos tan parejos en el estilo, como Maná, RBD y Aviador Dro.

Terminada la conversación, el evento de presentación continuó en la galería de arte Martín Yépez (Centro de Lima, en uno de los portales de la Plaza San Martín, en el restaurado edificio Hidalgo). Desde el balcón del segundo piso de la galería, el libro de nuestro autor fue lanzado como se acostumbra en estos saraos literarios. 


Abajo, en la plaza, un grupo de performers, contratado por esta vuestra casa editorial (Ediciones DGH), recreó una multitudinaria y encendida marcha contra la eliminación de nuestro glorioso Congreso de la República. La instalación plástica fue tan convincente que la policía, alarmada por lo que creía una furiosa revuelta, cercó la plaza para evitar que los performes orinen en las faldas del caballo del nacido en Yapeyú.

La presentación del libro de Daniel Gutiérrez Híjar concluyó con un ameno brindis de refrescante Sprite servida en vasitos de plástico ecológicos.

Pueden encontrar “La reunión de los cínicos” en las principales librerías del jirón Quilca (cuadra 2, Centro de Lima); a saber:

·        La Librería del Centro, de Mabel Cueva

·        Miscelánea Librería

·        La librería del señor Ricardo Tuya

·        La Librería Sakura

·        La librería del señor Jesús Luna

Sírvanse también preguntar por otros libros de nuestro autor, como la novela “El solitario de Zepita” o el cuentario "Latidos del asfalto".