Desde que dejé de trabajar, me he dedicado a leer los diarios, religiosamente, todas las mañanas. Espero que cuando vuelva a trabajar -actualmente, me encuentro en el proceso de remisión de CVs a diferentes empresas mineras-, encuentre el debido espacio para seguir las noticias y comentarlas.
El diario de mi preferencia es Peru 21. En este medio, al igual que en muchos otros, se anuncia que el proyecto de ley antitabaco acaba de ser aprobado por el Pleno del Congreso.
Básicamente, la ley prohíbe fumar en establecimientos de salud, educación, dependencias públicas, dentro de los lugares de trabajo, espacios cerrados y en cualquier medio de transporte público. Además, de acuerdo a lo mostrado en el diario en su página 2: "En centros laborales, hoteles, restaurantes, cafés, bares y otros centros de entretenimiento, los propietarios y/o empleadores tendrán la opción de permitir el consumo de tabaco en áreas para fumadores que deben estar separados físicamente de las áreas donde se prohibe fumar".
Habiendo leído eso, pasé a leer la columna de Fritz Du Bois, director de Peru21. Para mi sorpresa -pues casi siempre suscribo lo que él opina-, menciona que, a pesar de no ser él fumador, puede sentir "indignación de que el Estado reprima a los ciudadanos... prohibiéndoles fumar practicamente en todos lados". ¿Pero no dice el propio Peru 21, como acabo de transcribir en el párrafo anterior, que la ley les otorga a los propietarios y empleadores la posibilidad de habilitar una zona exclusiva para fumadores?
Luego, dice que el Estado, en vez de conculcar las libertades de los ciudadanos fumadores, debiera poner énfasis en solucionar el problema de la contaminación ambiental producida por las emisiones peligrosas y cuantiosas del arcaico parque automotor de la ciudad. Dice: "lo que más rabia da es que esta violenta imposición proviene del Estado que es incapaz siquiera de organizar revisiones técnicas adecuadas, por lo que los ciudadanos tenemos que inhalar la contaminación del peor parque automotor en la región, que nos está matando de a pocos a todos por igual, seas o no fumador, gracias a la inmoralidad e incompetencia de la autoridad municipal y del Gobierno Central". Estoy de acuerdo en que el Estado debe solucionar aquel problema de contaminación que nos afecta a todos por igual. Basta con caminar por el centro de Lima y comprobar que el rostro de uno resulta tiznado por la cantidad de partículas de monóxido de carbono que emiten las conchambrosas unidades que circulan por allí. Pero, ¿no es un avance en la lucha por el bienestar de los pulmones de la ciudadanía la aprobación de este proyecto de ley antitabaco?
Hace un buen tiempo que no fumo. Cuando fumaba, lo hacía únicamente por "posero" en las reuniones sociales a las que asistía o en discotecas. Por "posero" me refiero a la persona que cree aparentar algo que no es adoptando poses ajenas. Con el cigarro en la boca me alucinaba bacancito. Ahora, tampoco era que aspiraba debidamenete el humo del cigarro; simplemente, retenía el humo en la boca y lo expulsaba a los dos segundos.
Considero -y existen numerosos casos de personas afectadas por el vicio de fumar que acaban con una salud deterioda, que confirman mi consideración- que fumar es peligroso. Todos somos tontos, todos padecemos de algún tipo de estupidez, sin embargo, creo que la gente que fuma es un poco más estupida que el resto pues le inflige a su cuerpo una condena a su salud que lamentará más adelante. Ahora bien, toda persona adulta tiene el derecho a intoxicarse como quiera. Perfecto, de eso se trata la democracia. Pero si quieren intoxicarse que no involucren a segundos y terceros en ese intento suicida. Dejé de asistir a las discotecas porque me fastidiaba la nebulosa asfixiante que, a los no fumadores, nos incomodaba tremendamente; aparte de dejarnos la ropa impreganda con ese característico olor a tabaco. Si así queda la ropa, al estar expuesta una fracción del día al tabaco, cómo estarán los sufridos pulmones que tienen que bancarse esa fracción.
Hasta pronto.
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