“El
lobo estepario” es un llamado al ser humano a mirar dentro sí mismos. Hay un
mundo de posibilidades inexploradas dentro de cada uno de nosotros que ansían
mostrarse, pero la “burguesía” que hemos adoptado como modo de vida las sujeta
y restringe. Hermann Hesse (1877 – 1962), en esta novela, que fluctúa entre la
objetividad y la subjetividad, que te hace pensar que estás bajo los efectos de
un narcótico mientras la lees, te quita la venda de los ojos, te despoja del
traje que la sociedad te colocó para que seas incapaz de conocerte a ti mismo.
Leer “El lobo estepario” es un viaje de aquellos que Jim Morrison solía
realizar ayudado con peyote.
Harry
Haller no es un doctor Jekyll ni un mister Hyde, pero siente que su lado
salvaje emerge muy frecuentemente para alejarlo del mundo y recluirlo en una
sana soledad. Ese lado silvestre, despojado de cualquier “traje burgués” es lo
que él llama “el lobo estepario”. Sin embargo, no son dos, no es Harry y el
lobo, son más. Hay más animales, personas y criaturas dentro de ese Harry.
¿Cómo descubre eso? Lo hace ayudado de una mujer llamada Armanda y de un tipo
muy buen mozo de nombre Pablo.
Ahora,
esta autopista llamada “El lobo estepario”, construida por este brillante
ingeniero de la estructura humana, Hermann Hesse, es tan real, pero a la vez
tan fantástica, que el lector, al llegar a la última página (reveladora,
chocante, inquietante) se pregunta: ¿existieron Armanda y Pablo como personajes
“reales” de la historia? O es que Harry Haller los imaginó todo el tiempo. O es
que Armanda y Pablo eran unas pocas de las tantas manifestaciones interiores de
Harry que le hablaban desesperadamente por salir a la superficie.
Aquello
que quedará en el lector es que, además de sentir la seguridad de que ya no es
el mismo, tiene ahora licencia para conocer sus límites, para probar cada
territorio de su ser, sin pudores, sin mojigaterías.
Definitivamente,
Hermann Hesse ha sido mi descubrimiento personal del año. Este premio nobel de
1946 se ha ganado un lugar en alguna parte de mi brazo izquierdo.
A
continuación, las frases que he resaltado durante mi lectura. Creo que estos
cachitos de “el lobo estepario” que aquí presento le ayudarán a descubrir a
todos aquellos que “consiguen desgarrarse con violencia” de todo lo establecido
que este libro es un excelente manual de autoconocimiento.
Encima
de algunas de las citas, he colocado algunas dedicatorias o aquello que vino a
mi mente mientras las leía.
«“Hay
que estar orgulloso del dolor; todo dolor es un recuerdo de nuestra condición
elevada” ¡Magnífico! ¡Ochenta años antes que Nietzsche!»
«“La
mayor parte de los hombres no quieren nadar antes de saber” ¿No es esto
espiritual? ¡No quieren nadar, naturalmente! Han nacido para la tierra, no para
el agua. Y, naturalmente, no quieren pensar; como que han sido creados para la
vida, ¡no para pensar! Claro, y el que piensa, el que hace del pensar lo
principal, ése podrá acaso llegar muy lejos de esto; pero ése precisamente ha
confundido la tierra con el agua, y un día u otro se ahogará.»
«Una
vez, después de una conversación acerca de las llamadas crueldades de la Edad
Media, me dijo:
-Esas
crueldades no lo son en realidad. Un hombre de la Edad Media execraría todo el
estilo de nuestra vida actual no ya como cruel, sino como atroz y bárbaro. Cada
época, cada cultura, cada costumbre y tradición tienen su estilo, tienen sus
ternuras y durezas peculiares, sus crueldades y bellezas; consideran ciertos
sufrimientos como naturales; aceptan ciertos males con paciencia. La vida
humana se convierte en verdadero dolor, en verdadero infierno solo allí donde
dos épocas, dos culturas o religiones se entrecruzan.»
«Una
naturaleza como Nietzsche hubo de sufrir la miseria actual con más de una
generación por anticipado; lo que él, solitario e incomprendido, hubo de gustar
hasta la saciedad, lo están soportando hoy millares de seres.»
«Así
se producen, como preciosa y fugitiva espuma de felicidad sobre el mar de
sufrimiento, todas aquellas obras de arte en las cuales un solo hombre
atormentado se eleva por un momento tan alto sobre su propio destino, que su
dicha luce como una estrella, y a todos aquellos que la ven les parece algo
eterno y como su propio sueño de felicidad.»
«Es
erróneo llamar suicidas solo a las personas que se asesinan realmente. Entre
éstas hay, sin embargo, muchas que se hacen suicidas en cierto modo por
casualidad y de cuya esencia no forma parte el suicidio.»
«Finalmente,
llegó, a la edad de unos 47 años, a una ocurrencia feliz y no exenta de
humorismo, que le producía a veces gran alegría. Fijó la fecha en que cumpliera
50 años como el día en el cual había de poder permitirse el suicidio.»
«Lo
“burgués”, pues, como un estado siempre latente dentro de lo humano, no es otra
cosa que el ensayo de una compensación, que el afán de un término medio de avenencia
entre los numerosos extremos y dilemas contrapuestos de la humana conducta (un
santo y un libertino).»
«El
burgués es consiguientemente por naturaleza una criatura de débil impulso
vital, miedoso, temiendo la entrega de sí mismo, fácil de gobernar. Por eso ha
sustituido el poder por el régimen de mayorías, la fuerza por la ley, la
responsabilidad por el sistema de votación.»
«Los
pocos que consiguen desgarrarse con violencia, logran lo absoluto y sucumben de
manera admirable; son los trágicos, su número es reducido. Pero a los otros, a
los que permanecen sometidos, cuyos talentos son con frecuencia objeto de
grandes honores por parte de la burguesía, a éstos les está abierto un tercer
imperio, un mundo imaginario, pero soberano: el humorismo.»
«Vivir
en el mundo como si no fuera el mundo, respetar la ley y al propio tiempo estar
por encima de ella, poseer, “como si no se poseyera”, renunciar, como si no se
tratara de una renunciación: tan solo el humorismo está en condiciones de
realizar todas estas exigencias, favoritas y formuladas con frecuencia, de una
sabiduría superior de la vida.»
«Harry
no está compuesto de dos seres, sino de cientos, de millares. Su vida oscila
(como la vida de todos los hombres), no ya entre dos polos, por ejemplo el
instinto y el alma, o el santo y el libertino, sino que oscila entre millares,
entre incontables pares de polos.»
«…y
yo miraba al párroco y a los demás buitres de la muerte, empleados de una
funeraria, en sus manipulaciones, a las cuales trataban de dar la apariencia de
una alta ceremonia y de gran tristeza,…»
«Y
en tanto que yo, Harry Haller, estaba allí en medio de la calle, sorprendido y
adulado, azorado y cortés, sonriendo al hombre amable y mirando su rostro bueno
y miope, a mi lado, el otro Harry abría la boca también, estaba haciendo muecas
y pensando qué clase de compañero tan particular, absurdo e hipócrita era yo,
que aun dos minutos antes había estado furioso rechinando los dientes contra el
maldito mundo, y ahora, a la primera excitación, al primer cándido saludo de un
honrado hombre de bien, asentía a todo y me revolcaba como un lechón en el goce
de un poquito de afecto, consideración y amabilidad.»
(Esta
cita se la dedico a toda aquella gente que trabaja en oficinas, como yo, y a
todos aquellos “profesionales” que trabajan para las industrias mineras,
siderúrgicas, etc)
«…así
hacen, viven y actúan un día y otro, a todas horas, la mayor parte de los hombres;
a la fuerza y, en realidad, sin quererlo, hacen visitas, sostienen una
conversación, están horas sentados en sus negocios y oficinas, todo a la
fuerza, mecánicamente, sin apetecerlo: todo podría ser realizado lo mismo por
máquinas o dejar de realizarse. Y esta mecánica ininterrumpida es lo que les
impide, igual que a mí, ejercer la crítica sobre la propia vida, reconocer y
sentir su estupidez y ligereza, su significancia horrorosamente ridícula, su
tristeza y su irremediable vanidad.»
(La
siguiente cita me hizo recordar a mi amigo Nasir, quien siempre se caracterizó
por decir lo que pensaba sin preocuparse alguito por “dorar la píldora”. Yo estoy
haciendo tremendos esfuerzos por ser tan crudo como Goethe)
«-Tiene
usted razón en esto-concedí-. Por desgracia, es una costumbre, un vicio en mí
decidirme siempre por la expresión más cruda posible. Lo que por otra parte
hacía también Goethe en sus buenos momentos.»
(Hermann
Hesse se convierte con esta cita en un visionario, y eso que en su época la
sensación era la radio. Efectivamente, el mundo está tan lleno de tablets, Facebooks,
Twitters, celulares, etc, que ahora el ser humano está “inútilmente ocupado” y
alejado de sí mismo y de todo. Estas herramientas son terriblemente geniales,
pero están en manos de una mayoría que involuciona irremisiblemente con el correr de los días)
«Se
descubrirá acaso ya muy pronto, que no solo nos rodean constantemente las
imágenes y los sucesos actuales, del momento, como por ejemplo se puede oír en
Francfort o en Zurich la música de París o de Berlín, sino que todo lo que
alguna vez haya existido quede de igual modo registrado por completo y
existente, y que nosotros seguramente un buen día, con hilos o sin ellos, con
ruidos perturbadores o sin ellos, oiremos hablar al rey Salomón y a Walter von
der Vogelweide. Y que todo esto, lo mismo que hoy los primeros pasos de la
radio, solo servirá al hombre para huir de sí mismo y de su fin y para
revestirse de una red cada vez más espesa de distracción y de inútil estar
ocupado.»
«Por
lo general, los animales son tristes –continuó-. Y cuando un hombre está muy
triste, no porque tenga dolor de muelas o haya perdido dinero, sino porque
alguna vez por un momento se da cuenta de cómo es todo, cómo es la vida entera
y está justamente triste, entonces se parece siempre un poco al animal:
entonces tiene un aspecto de tristeza, pero es más justo y más hermoso que
nunca. Así es, y ese aspecto tenías, lobo estepario, cuando te vi por primera
vez.»
(Cuando
leí esto pensé en aquella gente que ensalza esta cosa llamada “amor”. La
ensalza de tal modo que la purifica, la vuelve casi santa, inalcanzable, tan
inalcanzable que ellas mismas viven frustradas al no poder tenerla en su vida.
Y no, no es así, el amor también puede ser “vulgar”, “terreno”, estar al alcance
de todos. Solo es cuestión de saber amar en todas las formas posibles, sin
restricciones.)
Amar ideal y trágicamente, ¡oh, amigo!, eso lo sabes con
seguridad de un modo magnífico, no lo dudo; todo mi respeto ante ello. Pero
ahora has de aprender a amar también un poco a lo vulgar y humano.»
(Al
toparme con esta cita pensé en esta persona que conozco bien, que siempre está
comprando zapatos vistosos, lencerías provocativas, siempre con la finalidad de
mantener erecto el espíritu amatorio, sensual, de vida.)
«Aprendí
ante todo que estos pequeños juguetes, objetos de moda y de lujo, no solo son
bagatelas y una invención de ambiciosos fabricantes y comerciantes, sino
justificados, bellos, variados, un pequeño, o mejor dicho, un gran mundo de
cosas que todas tienen la única finalidad de servir al amor, refinar los
sentidos, animar al mundo muerto que nos rodea, y dotarlo de un modo mágico de
nuevos órganos amatorios, desde los polvos y el perfume hasta el zapato de
baile, desde la sortija a la pitillera, desde la hebilla del cinturón hasta el
bolso de mano.»
(También
pensé en esa persona que conozco bien cuando leí el extracto que sigue. La
única manera de que dos personas puedan entregarse sin restricciones y no
aburrirse en el intento es no verse siempre. La distancia, en las mentes
abiertas, es la única herramienta que permite que dos personas no terminen
odiándose con el tiempo. Uno debe pensar siempre en el otro como un “huésped
fugitivo”.)
«-Es
la amiga que necesitabas, lobo estepario. Bonita, joven, alegre, muy
inteligente en amor, y sin que puedas disponer de ella todos los días. Si no
tuvieras que compartirla con otros, si no fuese para ti siempre un huésped
fugitivo, no irían las cosas tan bien.»
(Esta
cita refuerza la idea que tengo de que un ser superior e inteligente es aquel
que se ríe de sí mismo, que no se toma en serio.)
«Usted
está aquí en una escuela de humorismo, tiene que aprender a reír. Pues todo
humorismo superior empieza porque ya no se toma en serio a la propia persona.»
(Aquí
pensé en la gente de mierda que siempre quiere tener un auto, algo, cualquier
cosa que los haga “visibles”. Este pasaje lo extraje de la parte de la novela,
parte bastante suprarreal, en la que Harry se une a una banda de cazadores de
automóviles. Ven un auto y le disparan hasta destruirlo. Hesse creó aquí una
pequeña guerra entre seres humanos y máquinas.)
«Sí,
es que hay demasiadas personas en el mundo. Antes no se notaba tanto. Pero
ahora, que cada uno no solo quiere respirar el aire que le corresponde, sino
hasta tener un auto, ahora es cuando lo notamos precisamente.»
(Hesse
me dijo aquí: “Daniel, sigue por tu sendero de locura porque pronto llegarás al
reino de la esquizofrenia”. Yo le respondí: “Hacia allá voy, maestro”.)
«Así
como la locura, en un grado superior, es el principio de toda ciencia, así es
la esquizofrenia el principio de todo arte, de toda fantasía.»
(Esta
es una invitación a intentar descubrirte, a no tener miedo de tu pasado, a
disfrutarlo, a procesarlo, a gozarlo, porque el resultado de todo ello será un
ser que se conoce y que puede conocer al resto, de un ser que se domina y que,
por tanto, puede dominar al resto.)
«Y
me asombré de cuán rica en amoríos, en propicios instantes, en redenciones
había sido mi vida, mi vida de lobo estepario aparentemente tan pobre y sin
cariño. Había desperdiciado y evitado casi todas las ocasiones, había pasado
por encima de ellas, las había olvidado inmediatamente; pero aquí estaban todas
guardadas, sin que faltara una, a centenares. Y ahora las vi, me entregué a ellas,
les abrí mi pecho, me hundí en un abismo vagamente rosado. También volvió
aquella tentación que Pablo un día me brindara, y otras, anteriores, que en su
época yo ni siquiera comprendía del todo, jugueteos fantásticos entre tres y
cuatro personas me arrastraron sonrientes en su cadencia. Muchas cosas
sucedieron, muchos juegos se jugaron que no son para ser expresados en
palabras.»
(Hace
unos pocos días leí “Carta abierta a la juventud de hoy” de André Maurois.
Maurois propone un concepto que me parece más justo que lo que dice Hesse sobre
la vida. Maurois dice que la vida, bueno, él dice “el universo”, pero se
entiende “la vida”, no es racional ni justa, simplemente es un punto de
partida. La vida no tiene por qué estar hecha a la medida de nadie. Concuerdo
con el pensar de Maurois en este aspecto.)
«Es
verdad: la vida es siempre terrible. Nosotros no tenemos la culpa y somos
responsables, sin embargo. Se nace y ya es uno culpable.»
(¡Qué
buena observación de Hesse sobre el fuego del amor!)
«Sobre
tapices en el suelo hallé tendidas a dos personas desnudas, la bella Armanda y
el bello Pablo, muy juntos, durmiendo profundamente, hondamente agotados por el
fuego del amor que parece tan insaciable y, sin embargo, sacia tan pronto.»