miércoles, 17 de julio de 2013

Hemingway - Kurt Singer



Si solo se me permitiera usar una palabra para describir a Ernest Hemingway (21/07/1899 – 02/07/1961), usaría «intrepidez». ¿Por qué?

A ver, ¿cómo se ha definido oficialmente la palabra intrepidez? De acuerdo con la vigésima segunda edición del diccionario de la lengua española, intrepidez posee dos acepciones. La primera dice que intrepidez significa: «arrojo, valor en los peligros»; la segunda, «osadía o falta de reflexión». Ambas acepciones vivieron dentro de este gigante amante de la «Fiesta Brava» y de «la mar».  

Porque hay que ser intrépido para asistir, por voluntad propia, a la Primera y Segunda Guerra Mundial, y a la Guerra Civil Española además; hay que ser intrépido para casarse más de una vez; hay que ser intrépido para haber escapado de la muerte innumerables veces; hay que ser intrépido para coger la escopeta favorita, aplicársela en la boca y apretar el gatillo, adelantando una muerte que llegaría de todos modos, pero de una manera alambicadamente dolorosa, pues padecía de cáncer a la piel.

Se lo dijo el mismo Hemingway a Singer unos meses antes de eliminarse: «Todavía estoy muy fuerte. Condenadamente fuerte. Al menos, así lo creo. Me gusta vivir ahora más que nunca. Pero si alguna vez me sintiese mortalmente enfermo, deseo acabar pronto. Mi padre se suicidó. Cuando joven pensé que era una cobardía, pero desde entonces he aprendido a enfrentarme con la muerte. Hay en ella cierta belleza, reposo, una transfiguración que no me asusta. No solo he visto la muerte, sino que soy una de las pocas personas que han leído su propia esquela de defunción. Esto me ocurrió después de mi accidente de aviación en África. Es como pescar merlines. Los merlines nacen para ser pescados. Un hombre nace para morir. Pero, mientras vive, debe hacerse lo mejor que se pueda. Vivir significa hacerlo plenamente».

Kurt Singer, en su libro Hemingway: The life and death of a giant, ofrece el retrato de un hombre que vivió para experimentar grandes pasiones. El autor iba a publicar este libro mientras el hagiografiado aún vivía. Sin embargo, la muerte de este grande de la literatura, no solo sorprendió a Singer, sino a medio mundo.

Hemingway fue un tipo sincero con su naturaleza; por tanto, su literatura debía ser tan franca y llana como él. Muy joven, huyó de casa para trabajar como periodista en el Kansas City Star, diario de Kansas City, ciudad que en 1918 era, según Singer, «una ciudad de corrupción y pecado, con más prostíbulos que Honolulú durante sus peores días. Era un ciudad donde pululaba el crimen, henchida de corrupción, y a la sazón se agitaba a causa del reclutamiento de soldados para la guerra».

En el Kansas City Star, Hemingway aprendió dos reglas básicas que emplearía en sus escritos «usar frases cortas» y «emplear un estilo brillante». Además, se debía huir del uso de adjetivos literarios como quien huye de una enfermedad. Así, «adjetivos como espléndido, maravilloso, grande, bellísimo, eran tachados con lápiz rojo». Aprendió que debía usar verbos. «Usen verbos: hay que dar acción; no adjetivos. No hay que criticar, sino ser positivos. ¿Por qué diablos hay que despistar a los lectores?».

Papá, como se le conocía también, fue galardonado con el premio Pulitzer y el Nobel.
Singer cuenta que el Nobel William Faulkner declaró acerbamente en contra de la literatura de su compatriota: «El mundo de Hemingway es limitado. No tiene valor; nunca ha dejado de arrastrarse por los suelos. Nunca ha usado una palabra que obligue al lector a echar mano del diccionario para comprobar si el término está bien empleado». Sin embargo, a Ernest le tuvo sin cuidado la opinión de Faulkner pues había escrito sus libros sin compromisos y con el estilo sencillo que siempre buscó.

Rescato el siguiente pasaje del libro, en el cual Hemingway dirige un consejo a aquellos autores noveles: «El joven autor, a causa de las enormes dificultades que halla para escribir bien, debe ahorcarse. Luego debe cortar la cuerda de un solo golpe y esforzarse en escribir lo mejor que pueda por el resto de sus días. Al menos, para empezar, ya tendrá la historia de su ahorcamiento».


Hemingway: The life and death of a giant es una obra escrita con objetividad y detalle, que nos familiariza con el legendario escritor de «El viejo y el mar» y «Por quién doblan las campanas». Singer anota: «No, el mundo no ha terminado con la leyenda de Hemingway. Continuará aumentando. Hemingway no se aventuró al matarse. Empleó una escopeta de cañón doble, con incrustaciones de plata, su favorita, especialmente fabricada para él».

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