A pesar de haber vivido tan solo 24 años, Manuel Acuña logró asentar su nombre y, sobre todo, sus poemas, en el escaparate literario de la literatura mexicana.
domingo, 26 de septiembre de 2021
Poesías - Manuel Acuña - Lectura terminada 1551
martes, 21 de septiembre de 2021
Víctor Humareda - Maestros de la pintura peruana - Lectura terminada #1550
lunes, 13 de septiembre de 2021
Vox horrísona - Luis Hernández - Lectura terminada # 1549
El eco vital del famoso poeta (y médico de profesión) de Jesús María es, en esta antología preparada por Mirko Lauer, un tanto barroco en cuanto a sus figuras. No hallé al Luchito juguetón de otros trabajos. Sin embargo, en medio de la espesura de este alambicamiento, mi poco entrenado cerebro pudo refocilarse con versos como los siguientes:
«Puedo llegar al mar
con la sola alegría
de mis cantos».
«Ezra:
Sé que si llegaras a mi barrio
Los muchachos dirían en la esquina:
Qué tal viejo, che’ su madre».
«Soy Luisito Hernández
CMP 8977
Ex campeón de peso welter
Interbarrios; soy Billy
The Kid, también,
Y la exuberancia
De mi amor
Hace que se me haga
Un nudo en el pulmón».
Y, para las almas libres, creadoras, aunque de corazón
más bien tímido y de voluntad siempre recta, Luchito escribe “Dedicatoria”:
«A todos los prófugos del mundo, a quienes quisieron
contemplar el mundo,
a los prófugos y a los físicos puros, a las teorías
restringidas y a la generalizada.
A todas las cervezas junto al mar.
A todos los que, en el fondo, tiemblan al ver un
guardia.
A los que aman a pesar de su dolor y el dolor que el
tiempo hace florecer en el alma».
«Chanson d’amour» es el canto que le dedicarías a la
persona cuya sola presencia eterniza tu paz.
«Solo tuve
Un Amor humano
Porque el Amor
No es el cielo
Por eso tengo
Algunas astillas
En el corazón.
Y por qué no decirle a esa persona especial:
Yo conozco de ti
La forma cómo
Besas el tiempo».
Risueño, hierático, clásico, Luis Hernández es el
poeta que debe ser leído en medio de los paisajes limeños que lo inspiraron.
domingo, 5 de septiembre de 2021
Ismael - Eduardo Acevedo Díaz - Lectura terminada # 1548
Me costó terminar la lectura de esta novela. En lugar
de cuatro, invertí seis días en culminar este texto de casi cuatrocientas
páginas, obra del uruguayo Eduardo Acevedo Díaz (1851-1921). Y es que la prosa
de un naturalista suele abundar y redundar en descripciones. Leo con facilidad
aquellas historias que suceden en la urbe, pero me desaniman las que ocurren en
la naturaleza. Acevedo Díaz, el primer escritor en crear una saga literaria concerniente
a la etapa emancipadora del Uruguay, nos narra en su Ismael (1888) la historia
de los gauchos y matreros uruguayos, tipos duros que solían vivir al margen de
la ley y que combatieron contra los españoles en cruentas y súbitas embestidas.
Acevedo describe piedra por piedra el ambiente en que viven los gauchos, así
como sus costumbres, indolentes y prácticas.
Además, es minucioso en el detalle de los enfrentamientos que sostienen con los españoles que dominaban al Uruguay. Así, por ejemplo, nos presenta con vívida prolijidad el machetazo que le endilgan a un matrero y este, con la ceja colgándole del ojo, continúa el combate, del cual resulta victorioso.
No solo de varones estaba compuesto el acervo gaucho; también hubo mujeres, comúnmente llamadas amazonas, féminas que preferían siempre estar a caballo rompiendo cráneos del foráneo invasor.