El eco vital del famoso poeta (y médico de profesión) de Jesús María es, en esta antología preparada por Mirko Lauer, un tanto barroco en cuanto a sus figuras. No hallé al Luchito juguetón de otros trabajos. Sin embargo, en medio de la espesura de este alambicamiento, mi poco entrenado cerebro pudo refocilarse con versos como los siguientes:
«Puedo llegar al mar
con la sola alegría
de mis cantos».
«Ezra:
Sé que si llegaras a mi barrio
Los muchachos dirían en la esquina:
Qué tal viejo, che’ su madre».
«Soy Luisito Hernández
CMP 8977
Ex campeón de peso welter
Interbarrios; soy Billy
The Kid, también,
Y la exuberancia
De mi amor
Hace que se me haga
Un nudo en el pulmón».
Y, para las almas libres, creadoras, aunque de corazón
más bien tímido y de voluntad siempre recta, Luchito escribe “Dedicatoria”:
«A todos los prófugos del mundo, a quienes quisieron
contemplar el mundo,
a los prófugos y a los físicos puros, a las teorías
restringidas y a la generalizada.
A todas las cervezas junto al mar.
A todos los que, en el fondo, tiemblan al ver un
guardia.
A los que aman a pesar de su dolor y el dolor que el
tiempo hace florecer en el alma».
«Chanson d’amour» es el canto que le dedicarías a la
persona cuya sola presencia eterniza tu paz.
«Solo tuve
Un Amor humano
Porque el Amor
No es el cielo
Por eso tengo
Algunas astillas
En el corazón.
Y por qué no decirle a esa persona especial:
Yo conozco de ti
La forma cómo
Besas el tiempo».
Risueño, hierático, clásico, Luis Hernández es el
poeta que debe ser leído en medio de los paisajes limeños que lo inspiraron.
No hay comentarios:
Publicar un comentario