Como
siempre, al final del partido, Nasri nos dio una puteada. Luego, cogió sus cosas
y se fue, ofuscado por los tres goles que el equipo de PCO nos había
incrustado.
El
efecto de mi incipiente vicio por el cigarrillo se notó a los 8 minutos de
iniciado el partido. Ya teníamos dos goles dentro y yo corría con las justas,
pero procuraba demostrar que me esforzaba.
En
la tribuna, vi a Perita, estaba cambiadito y listo para ingresar. Perita había
dejado la empresa hacía cuatro años, cuando yo todavía no era parte de ella, y
reingresó el año pasado. Su intención es aprovechar su estadía en Lima para
iniciar una maestría. Pensé: ninguno de
los jugadores dejará su puesto para que entre Perita. Hay mucho egoísmo y no
hay nadie que juzgue el partido desde afuera y ordene los cambios, o sea, un DT.
Perita es un buen pata y buen jugador de fulbito, merece entrar. Prepárate, Perita, el segundo tiempo es tuyo,
pensé.
El
tercer gol fue un puntazo desde la media cancha. Deyvis, el arquero, no pudo
hacer nada. Tampoco pudo hacer nada en los dos primeros goles. Nasri, por
adelantarse, había descuidado su carril, dejando agujeros por los que nos
metieron esas dos primeras pepas.
A
pesar de que eran sus propios descuidos, Nasri puteó al arquerito. Lo culpó por los
dos goles. Hubieras salido, carajo,
le gritaba. Le hubieras achicado el área.
Deyvis, recordando sus lecciones de "feng shui", se calmó y evitó repartirle a
Nasri su respectivo “estatequieto”.
Qué tal concha, susurró Deyvis. Encima que la caga, me putea.
El
primer tiempo del partido Minas versus PCO terminaba 1 a 3. Dejé el campo y le
dije a Perita que entre por mí. A la mitad del segundo, Quecher apareció
nuevamente para anotar su segundo gol. Minas 2, PCO 3. Las apuestas en las
tribunas se disparaban y a Nasri se le iban diluyendo sus ataques de señora
histérica. Parecía que se daba cuenta de que sus gritos y lamentos, en lugar de
aportar al equipo, lo disminuían.
Los
últimos 8 minutos del encuentro fueron del dominio de Minas. Había toque y
llegada trabajada al arco. PCO parecía desmoronarse ante la agresividad táctica
del juego de los mineros cacaneros. Por supuesto que ante un tiro errado al
arco, PCO contraatacaba, pero sus ya disminuidos delanteros se topaban con
Manolitro. Cuando lograban burlarlo, Deyvis se imponía con pierna fuerte, sin
miedo y sin asco.
A
2 minutos del final, Minas inicia una serie de toques cortos que terminan en el
área chica del rival, el arquero desubicado y los defensas burlados. Nasri
recibe el balón. Está solo frente al arco y la manda a la constelación de Orión.
Era la oportunidad para empatar el partido. Nos jugamos la vida frente al
actual líder de la tabla y Nasri enviaba el esférico al más allá. Pero nadie le
increpa nada. Lo respetan. Temen que los hunda con más improperios dichos enfrente de todos, rivales y espectadores.
Ahora,
dos días después del juego, el equipo anda de buen humor. Sabemos que debemos
ganar los últimos tres partidos que nos quedan si queremos clasificar a octavos
de final.
Centucho, el camarógrafo del equipo y practicante del área, se presta
para generar la alegría en la oficina y, siempre que ve a sus compañeros
agobiados por el trabajo, dice: Muchachos,
¿están listos para darme una cuatreada más?
Me parece muy locuaz e ilustra nuestro desempeño dentro del campo de juego, pero como que estamos frente a 3 grandes rivales en el presento de hoy y la sed de victoria y el peso de la camiseta de A.C Minas, nos obliga a ganar esos encuentros......
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