De todas
las periodistas, a la única que me cacharía rico y me la… y la cargaría… en mi…
pata al hombro… es a Samir; nada más. Las demás, al poto.
¿Qué tipo
de hombre asqueroso se expresa así de una mujer?, dijo
Samir, una de las periodistas deportivas más tetonas y culonas del YouTube
peruano, en su programa Fútbol y Cama con Samir.
Es
indignante, apoyó Carlos Cáceres, coconductor del programa de
Samir.
Ella lo fulminó
con la mirada. No quería que nadie le perturbara su editorial feminista. Era su
momento de brillar, de impactar en la sociedad y, así, con un poco de suerte, dejar
ese programita de YouTube y llegar a la televisión, su máximo sueño. Carlos
comprendió que debía meterse la lengua al culo.
Este tipo
se hace llamar el Profe Bruti y ya mi equipo de investigación se está
encargando de identificarlo para exponerlo a las autoridades.
Carlos
tenía un dato importante que creyó conveniente compartir, aunque su compañera
se volviese a molestar.
Samir,
discúlpame que te interrumpa, pero el audio fue un audio privado. Parece que lo
sacaron de contexto.
La
protagonista del show era Samir. Ella no iba a permitir que un segundón como
Cáceres, que nunca brilló cuando estuvo en televisión ni mucho menos ahora que
mendigaba pantalla en YouTube, le enmendara la información. Sacado o no de
contexto, lo que ese Profe Bruti había dicho era injurioso para las mujeres del
Perú.
No me
vengas con cuentos, Carlos. Las palabras de este docente, en contexto o no, son
una ofensa grave para las mujeres femeninas de este país. Ojo, analicen lo que estoy
diciendo. Estoy hablando de un do-cen-te, un pro-fe-sor, un imbécil que debería
expresarse mejor ya que se supone que forma a las mentes del mañana de este
país. Cómo un puto do-cen-te va a terminar hablando así de una mujer. Me ha cosificado.
Me quiere poner pata al hombro. ¡¿Qué es eso?!
El
productor del programa de Samir, un hombre que se hacía llamar El Chueco, festejaba
por dentro. Eso es lo que le gusta a tu público Samir: tus tetas, tus patas
y tu brutalidad. Sigue derramando brutalidad, rezaba El Chueco para su
coleto.
Y yo no voy
a permitir que tú, Carlos Cáceres, uno de los mayores fracasos del periodismo
deportivo, borrachoso y asqueroso, vengas a justificar a ese Profe Bruti.
Samir se
llevó un dedo al oído para acomodar el audífono por medio del cual El Chueco le
indicaba algo puntual desde la cabina de producción, y continuó: Sí, me
informan que el Profe Bruti se llama Roberto y enseña Educación Cívica en el
colegio 345 del Cono Norte. Agárrate, maldito, porque te tenemos rodeado. Este
audio llegará a tu centro laboral para que tomen las medidas respectivas con un
cosificador de mujeres como tú; o sea, para que te metan una patada en el culo y
aprendas a respetar a las féminas y seas un profesor de verdad.
El Chueco
movió la cabeza, y una sonrisa de satisfacción inundó su rostro: Samir había
aprendido muy bien el arte de dar show. Lo que le había comunicado a través del
apuntador no tenía nada que ver con el Profe Bruti; en realidad, le había
indicado que continuase derramando brutalidad, que la audiencia y los
consecuentes yapes estaban desbordándose. Además, le había pedido que, por
favor, se metiera un argumento contundente para expulsar definitivamente a Cáceres
del programa. Hacía varias semanas que El Chueco quería deshacerse de la
lastrada presencia de Cáceres, pero la añeja amistad que los unía desde sus
tiempos en la tele se lo había impedido. Este era el momento propicio para librarse
de ese huevón.
Y tú,
Carlos, fracasado de mierda, no te quiero más en este set.
El
periodista Carlos Cáceres mostró un rostro de sorpresa repentina. La cámara dos
del programa captó esa expresión en toda su claridad. Había que regodearse con
cada gramo de esa reacción.
No quiero
apañadores de violadores de mujeres en este programa.
¿Violador?, dijo
Cáceres, pero sí solo fue un audio…
¡Calla,
apañador! Claro que ese Bruti es un violador. Tratar a una mujer como si solo fuera
un par de piernas con un huecazo en medio de ellas es violación. ¡Lárgate! No
soporto ver un minuto más tu cara de depravado.
Carlos miró
hacia El Chueco. Pareció preguntar: ¿Es esto show? ¿Es esta huevada de
verdad?
El ladino
productor le devolvió una mirada que solo podía interpretarse como: Puta, lo
siento, huevón. Agarra tus cosas y en mi oficina te espera tu liquidación.
¡Aplaudan,
carajo!, vociferó Samir, exigiendo con entusiasmo que los camarógrafos y el
productor apoyaran el acto de erradicar al encubridor del violador con
estruendosas palmadas y vítores.
El veterano
y arruinado periodista Carlos Cáceres, encogido y abochornado, abandonó el set.
La cámara tres se encargó de registrar cada paso de su patético discurrir hacia
la salida.
Ya sabes,
Profe Bruti, si en este Perú hay justicia para las mujeres, y si la ministra de
la mujer me está escuchando, mañana mismo te quedas sin trabajo, porque contar
con profesores mañosos y violadores como tú no es nada bueno para la educación
de este país.
El
productor le brindó un pulgar de éxito a Samir: ¡Bien hecho! Luego, hizo
círculos en el aire con los índices, señal inequívoca de que era momento de
mencionar el producto estrella de uno de los anunciantes.
El gesto
vitriólico de Samir se transformó de repente en una sonrisa lasciva: Y,
ahora, quiero agradecer el auspicio de condones Bola Ocho, tu mejor poncho. Estos
condones son los más resistentes del mercado y harán que tu mujer sienta toda
tu larga y gruesa virilidad en el Camacho Perla.
Mostrando a
la cámara dos esos muslos abultados, pero finamente torneados, que la habían valido
dos millones de seguidores en TikTok y otro tanto semejante en Instagram,
continuó: Si algún día, llegas a ser mi novio, tienes que portar en el
bolsillo el poncho Bola Ocho, si no, este cuerpazo de infarto jamás será tuyo.
Esto último lo dijo hamacándose los pechos con las manos. Ya sabes, condones
Bola Ocho; los demás, al poto.
Productor, prosiguió
Samir, fijando sus ojos caramelo en la cámara uno, ahora hablemos del torneo
local. Me cuentan que la U…