Víctor Andrés Ponce, en su columna de hoy en Perú 21, se pregunta si el Fujimorismo, encabezado por Keiko Fujimori, podrá desligarse de los hechos funestos de Alberto Fujimori y convertirse en un “fujimorismo civil y moderno”.
Este columnista comienza su opinión de manera muy optimista, dando a entender que Keiko está haciendo un esfuerzo ímprobo para desligarse del fujimorato. Lo transcribo: “Keiko Fujimori ha empezado a distanciarse de algunos aspectos de la herencia política fujimorista”.
Yo discrepo del señor Ponce. Keiko no se está desligando ni quiere desligarse de nada. Simplemente está guardando un calculado silencio mientras decidé qué fichas mover para ganar más adeptos.
Afirmo esto con categórica seguridad pues ayer, mientras pasaba por la avenida Bolívar en Pueblo Libre, vi un cartel fujimorista en el cual se le instaba al viandante a apostar por Fuerza 2011.
El diseño del cartel era simple y se ubicaba en la parte superior del frontis de una casa que, no estoy seguro, podría ser una base del partido.
En cartel tenía como protagonistas a Keiko y a su padre, cohesionados en un abrazo sonriente. Agucé un poco más la vista y noté que Alberto Fujimori destaca ligeramente en la imagen. Esto, subliminalmente, daría a entender que detrás de Keiko, todavía se puede sentir el brazo prohijador de Alberto.
Si yo me quiero desligar de algo, no me tomo fotos con ese algo, pues. Me imagino que el cartel que vi no es el único. Debe haber un montón con imagen similar por todo el país.
Qué triste que en este país, un partido político que tiene como único argumento la nefasta figura paterna de la candidata, esté ocupando el segundo lugar en las encuestas de intención de voto para la Presidencia de la República.
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