Una señora llamada Rosa Nuñez fue presentada por el candidato a la presidencia del Perú, Luis Castañeda Lossio, como vicepresidenta en la plancha que llevará en estos próximos comicios electorales.
Por otra parte, el empresario César Acuña es integrante del frente liderado por Pedro Pablo Kuczynski para las elecciones presidenciales del 2011.
César Acuña es conocido por haber creado algunas instituciones de educación superior en el país, las cuales le han conferido un gran poder económico. Es además, fundador del partido político Alianza para el Progreso, el cual, en los últimos comicios municipales, destronó la supremacía que el APRA solía tener en el norte del país.
César Acuña y Rosa Nuñez son esposos, pero actualmente llevan tres años de separación. Esto lo afirma la señora Rosa en una entrevista para el diario Perú 21: “A mi esposo y a mí no se nos ha pasado por la mente el divorciarnos. Pero sí estamos separados de hecho hace tres años”.
Hasta ahí, me parece muy bien que César quiera pertenecer a la alianza de Pedro Pablo Kuczynski y Rosa participe de la propuesta del señor Castañeda. Es un acto plausible de diversidad y tolerancia ideológica en una pareja. Hubiera sido un acto de extrema tolerancia y diversidad si el señor Acuña y la señora Rosita no estuvieran separados de hecho, pues esto demostraría que a pesar de que se aman, pueden adoptar las ideas políticas de su preferencia sin que ello cause alguna fisura en su relación.
Sin embargo, lo que me hace ver de modo dudoso la solvencia moral de la señora Nuñez es que decida usar el apellido de su esposo en el eslogan de su campaña: “Rosita de Acuña”. La señora sabe que su esposo es mucho más conocido que ella y hace uso de ese conocimiento para el beneficio propio de su campaña.
¿Acaso Castañeda no la presentó como una mujer luchadora que se ha forjado por sí sola? ¿Entonces por qué esta señora hace uso del apellido ajeno y más conocido para propulsar su campaña? Si es una mujer que se ha forjado una carrera de éxito desde abajo, ¿no puede presentarse con sus propios pergaminos y dejar de lado la tramposa argucia de usar el apellido del esposo exitoso y empresario?
La señora dice: “Estoy casada desde hace 33 años y no veo por qué debo negar mi apellido de casada. Toda la vida me han conocido así”. Perfecto, señor. Nadie le puedo pedir que niegue su apellido. Pero usarlo en el eslogan de campaña es ciertamente tramposo y facilista, pues hace uso de la fama de su esposo para su propia rentabilidad electoral. Gánese usted su propia fama señora, su propia popularidad. Respete a su esposo. Sobre todo ahora que él pertenece a las filas de otro candidato.
Ese sólo hecho ya me hace dudar de la rectitud moral que la señora pueda mostrar en caso de alcanzar el poder. Pero ¿qué se podía esperar de los integrantes de la plancha que conduce Luis Castañeda si este personaje aún no aclara cuentas con el pueblo como aquella nefasta transacción de Comunicore?
Es otro motivo más que he encontrado para no votar por el partido de Solidaridad Nacional y buscar otras alternativas.
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