“Un
hombre feo” es un libro de cuentos que, supongo, porque lo acabo de leer, fue
uno de los cuatro más vendidos de la Feria del Libro de Lima del 2011 en gran
parte debido a lo atrayente de la portada y a lo llamativo del título.
Yo
no compré el libro. Lo descargué en formato PDF, descarga que, imagino, cuenta
con la anuencia del propio escritor. Saludo y aplaudo esa desprendida
iniciativa. Entregarle al lector la novela o cuentos de uno, sin que medie
algún tipo de transacción metálica, es ciertamente un acto noble y humilde. Yo
no me aventuro a hacer con mi libro tal cosa, pues tengo la seguridad de que
nadie lo descargaría.
Pierre
Castro Sandoval (1979) es el nombre del joven autor de este libro. Según
declara, “Un hombre feo” es una colección de relatos que compuso entre los 17 y
los 30 años de su edad. Le presentó 46 textos a su editora, de los cuales 12
tenían en común cierta fealdad –fealdad espiritual, facial, etc.- enlazadora
entre sus personajes. De ahí el nombre del libro.
No
soy una voz autorizada en la crítica de libros. Así que no criticaré el libro. Solo
daré mis subjetivas impresiones.
El
primer cuento se titula “Un hombre feo” y encontré en él la conversación más
cojuda que una pareja puede sostener. Lo bueno del cuento (Bolaño afirmaba que cualquier
libro, por más malo que fuese, siempre contenía algo que podría sernos útil) es
que me recordó que debo ver una vez más “Reservoir dogs”.
La
mayoría de los cuentos de este libro, si bien son muy entretenidos (a pesar de
que descubría la maldad –cualidad de malo- de cada uno de los textos, la
frescura de éstos me mantenía pegado a la pantalla), carecen, según mi muy voluble
gusto, de un buen final. Encontré finales chatos y sosos, ante los cuales decía
lo que los pocos lectores de este blog exclaman cuando lo leen: “Ya, ¿y?”
En
el cuento “Cómo ganar un millón de dólares”, encontré insoportable a ese joven intelectualoide que trabaja en una librería e impide, por todos sus medios, que una señora
compre un best seller en lugar de un respetable libro de literatura. Me
preguntaba ¿qué le importa a ese huevón lo que esa encopetada señora compre o
no? ¿Si esa señora quiere leer un best seller o uno de esos libros cuyo título
empieza con “Cómo…”, pues que lo haga?
“Diez
preguntas antes de dar el sí” discurre en torno a la lectura que dos jóvenes
hacen de una encuesta frívola de una revista femenina. Sé que la literatura es
ficción, es mentira. Pero la mentira debe ser cojonudamente real. Ahora, me
pareció estúpidamente irreal que dos jóvenes de estos tiempos lean con tanto
interés una revista de ese tipo (Cosmopolitan, creo) y repasen las preguntas de
un tonto cuestionario destinado a mujeres de escaso entendimiento. Otra vez, la historia es entretenida, pero el
final no existe. No hay emoción epilogal.
A
pesar de sus finales, o de la inexistencia de ellos en los textos, me gustó el
cuento “Carta desde el África”, que narra la historia de un romance a bordo de un
crucero. El personaje del multimillonario moreno africano, que gusta por su
casi pordiosera humildad, es memorable. Este personaje capturó mi atención
seguramente por mi natural predilección por las personalidades que no se toman
muy en serio, a pesar de su buena fortuna. El párrafo que transcribo a
continuación me gustó mucho porque resalta el carácter sereno, paciente y modesto
de Ambers, tal es el nombre del africano navegante: “Allí andaba siempre con
esas guayaberas que más parecían como para irse a trapear mercados y por las
que nadie (incluyéndome, sí señor) sospechamos que el negro era dueño de la
mitad del África y que de haberlo querido, hubiese podido comprar el crucero
completo con todos nosotros dentro. No dabas un sol por el negro, pobre negro.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario