sábado, 15 de noviembre de 2025

El primer ministro de la Joy Division - Cuento 04 - "AUSSIE FLASH STORIES" Libro de Daniel Gutiérrez Híjar

 

Una niña judía de catorce años es raptada por un comando nazi y enviada a un campo de concentración. Al poco tiempo, es trasladada a una zona reservada para el solaz de los soldados, a una “División de la alegría” o “Joy Division”. Este es el comienzo de “La casa de las muñecas”, escrita por el polaco y sobreviviente del Holocausto Yehiel De-Nur, quien se basó en las anotaciones de un auténtico y desgarrador diario de la época, así como en sus propias y funestas experiencias, para pergeñar esa novela de culto.

Los miembros de Warsaw, una banda punk inglesa, desean distinguirse de otra que usa el mismo nombre en el circuito londinense. Entonces, deciden adoptar el de “Joy Division”, nombre que no deja de resonar en sus cabezas desde que lo leyeron en la novela “La casa de las muñecas”. Además de sonoro, el nombre presentaba una oportunidad para la reflexión sobre las atrocidades de las que eran capaces los seres humanos.

El primer ministro desea ponerse más cómodo mientras vuela de regreso a casa. Ha tenido unos tres intensos días de negociaciones con el presidente de los Estados Unidos y ha logrado acuerdos que, está seguro, beneficiarán a la economía del país que lidera. Lleva casi un día en el aire, a bordo de un Airbus de la Real Fuerza Aérea Australiana. Está harto del saco, la camisa y la corbata.

Un polo le sentará muy bien. Le había encargado a su esposa, en quien confía plenamente, que le pusiera en la maleta de mano un par de ligeros politos. Y no le falló. Lamentablemente, son polos con logotipo, aunque son los de dos de sus bandas favoritas: Joy Division y Jane’s Addiction. En su condición de primer ministro, no debe marcar favoritismos por tal o cual marca, por tal o cual producto, por tal o cual banda. Pero, ni modo. Ya está harto del saco, la camisa y la corbata. Entonces, ¿qué polo usará? En ese momento, se siente contestatario e introspectivo. La decisión es sencilla.

Elige el de Joy Division. ¿Sabe el primer ministro la historia del nombre de esa banda? ¿Sabe que era el nombre de un área, en los campos de concentración nazi, donde las mujeres judías eran forzadas a ser esclavas sexuales de los soldados? Sí, lo sabe.

Reclinado sobre el sofá presidencial, sopesa la decisión de lucirse, descendiendo las escalinatas del avión, con el polo de Joy Division cuando, en esos momentos, la población australiana judía enfrenta un aumento del antisemitismo.

Su rostro refleja la firmeza de su decisión: se lucirá con el polo de la banda inglesa porque los australianos, el mundo en general, deben aprender a diferenciar entre el arte, la protesta y la apología del terror.


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