Aquí no suceden cosas
de mayor trascendencia que las rosas.
Carlos Pellicer – Recuerdos de Iza
María,
dinos, ¿qué fenómenos paranormales has percibido en este parque?
¿Cómo
dice?
¿Has
visto fantasmas aquí?
No,
ninguno. A veces vengo a dormir acá.
Corta,
Efraín, corta. No, pues, María; ¿en qué hemos quedado? Se supone que tienes que
decir que has visto al niño sin cabeza corriendo con su pelota por el pasto.
Ay,
sí, qué tonta. Perdóneme.
Cuál
perdóneme. Si la vuelves a cagar ya no te doy los trescientos soles que
quedamos, ah. Ya sabes.
Discúlpame,
pues, pero es que no grabamos desde hace un mes. Qué me voy a acordar de todo
lo que me dijiste. Más bien, joven, repíteme todo lo que iba a decir porque
después la voy a cagar, como me estás diciendo, y no me vas a dar mi platita.
Marco
deja el micrófono sobre la banca en la que María está sentada, y le repite todo
aquello que le había explicado hacía un mes.
¿Ya
ves? Es muy fácil. Si quieres improvisa, pero la idea que tiene que quedar clara
es que este parque está embrujado, sobre todo en las noches.
¿Qué
es “improvisa”, joven?
Putamadre,
inventa, María, inventa. Si quieres inventa, pero que quede claro que en este
parque hay fantasmas, espíritus malignos.
Ya,
joven, está bien. Pero primero deme mis trescientos soles; de repente se le
olvida después.
***
El bus
no va tan lleno. Se detiene en uno de sus paraderos. Las casas y edificios
aledaños están más presentables que las casas que el bus dejó hace media hora
en su recorrido. Uno puede ver que estamos en un distrito más pudiente.
En el
paradero, sube una guapa mujer. Se ubica en uno de los pocos asientos libres.
El bus reemprende su marcha y diez minutos después vuelve a detenerse. Otro
paradero. Sube una anciana y, detrás de ella, casi empujándola -lo que enciende
las protestas de los pasajeros que atestiguan el atropello-, sube un tipo que
lleva en la mano una galonera de kerosene. Cuando los protestantes se percatan
de la galonera y del encendedor que le cuelga de la otra mano, un grueso bloque
de nervios cae sobre ellos, enmudeciéndolos. Nadie quiere meterse en el camino
de un loco que está dispuesto a prender a alguien o a quemarse él mismo. Los
pasajeros de los asientos delanteros abandonan rápidamente el bus. Otros, de
reacciones más pasmosas, permanecen en sus sitios, congelados de miedo. Así
también permanece la chica guapa que había abordado el bus hacía diez minutos.
El tipo de la galonera se detiene delante de ella y sin perder tiempo destapa
la galonera y le vierte el contenido a la chica. Mientras lo hace, dice
atropelladamente: serás mía o de nadie. Cuando juzga que ya le ha
derramado suficiente combustible, tira la galonera a un lado y le da vueltas a
la ruedita de su encendedor.
Entonces,
de uno de los asientos de atrás, surge otra guapa joven –esta muchísimo más
resuelta que cualquiera de los ocupantes del bus- que se abalanza contra el
tipo. Ambos caen al mugroso suelo del vehículo. El encendedor se ha desprendido
de las manos del pirómano y se ha perdido debajo de los asientos. Afuera del
bus, mientras tanto, la gente hace bulla. Algunos han llamado a la policía.
Otros, con sus celulares, no pierden ningún detalle de los acontecimientos. Uno
de los pasajeros que ha permanecido dentro del bus, se libera de su pasmo inicial,
toma del brazo a la joven engasolinada y la conduce hacia la calle. Al mismo
tiempo, la otra guapa joven –la heroína- muele el rostro del pirómano con una
serie de certeros puñetazos.
Un par
de policías panzones sube agitadamente al bus y pregunta qué chucha pasa. La
guapa joven se desencarama del tipo, ya inerte, y les dice que ya no pasa nada,
que todo está bien.
***
No hay
manera de que nos podamos bajar al maricón ese. Está súper arriba en las
encuestas. El huevón de nuestro candidato, por más que le he ideado los mejores
comerciales que se me han ocurrido en mi puta vida, sigue jodido en las
encuestas.
Bueno,
no está jodido. Está segundo.
¿Quién
es este idiota?
Es el
nuevo practicante.
¿Cómo
te llamas, pendejo?
Más
respeto, señor. No crea que no me he enterado que por ser practicante no tengo
derechos que deban ser respetados.
¿Alguien
puede decirle a este pendejo que si no se calla le voy a partir la cara?
¿Por
qué me quiere partir la cara, señor?
Porque
nuestro candidato está jodido. Y tú me vienes a decir que está segundo.
Porque
lo está, señor, nuestro candidato está segundo.
Pero
diez puntos por debajo del cabro. Diez puntos. ¿Crees que eso es poco? Nuestro
candidato estaría realmente último si hubiera candidatos de verdad, no como las
bestias que se han presentado. Cualquiera con dos gramos de cerebro le gana a
nuestro candidato. El huevón con las justas sabe hablar. No puede hilar una
idea coherente sin que diga barrabasada y media antes.
Pero
eso puede mejorarse, ¿no? Algún entrenamiento se le puede dar al candidato.
Vete,
por favor. Lárgate. Quedas fuera del equipo.
Lo voy
a denunciar, señor.
Denúnciame
con quien quieras, pero lárgate de una vez.
***
La
candidata fue prostituta y hay evidencias de que continuaría ejerciendo el más
antiguo de los oficios. Hoy, una entrevista con el último de sus clientes.
¿Cuándo
fue que se atendió con ella?
El
mismo día en que ella se hizo famosa peleando con el hombre que iba a prenderle
fuego a su mujer.
¿Cuánto
le cobró?
Lo de
siempre: ciento cincuenta soles la media hora; anal incluido.
¿Lo de
siempre? ¿O sea que usted siempre se atendía con ella?
Claro,
siempre. Me gustaba porque me besaba mientras yo me masturbaba. Solo así puedo
botar mi leche. Si la cosa no es así, la leche nunca se me sale, y eso es
desperdiciar mi plata. Ciento cincuenta soles no se deben tirar al agua así no
más. Gastar esa cantidad con una puta es tirar agua al wáter, pero si te
consigues una puta que te complace en todo, es como tirar agua al wáter, sí,
pero primero te has limpiado el culo con esos billetes, o sea, esa plata te ha
servido para algo, y tú quedas agradecido por eso.
Pero
¿desde cuándo se atiende con la candidata que quiere ser presidenta de este
país? O, mejor dicho, presidente, si nos atenemos a que su sexo no ha cambiado;
ella sigue teniendo un pene entre las piernas.
Para
mí, es una mujer por sus cuatro costados. Tiene el cuerpo de mujer, un hermoso
rostro de mujer, piensa como mujer, siente como mujer. Eso la convierte en
mujer; para mí, al menos, como digo.
Sí,
está bien, respetamos su punto de vista, pero dígame, responda a mi pregunta,
¿desde cuándo se atiende con la candidata?
Ya te
dije, pues, me atendí con ella ese día del incidente con el pata que quería
prender a su mujer, o sea, hace un año más o menos.
No, yo
le estoy preguntando desde cuándo la conoce, no cuándo fue la última vez que
estuvo con ella.
Ah,
ya, habla claro, pues. A ella la conozco desde hace dos años.
Dos
años. ¿Está seguro?
Más o
menos. Puta, ni que fuera mi mujer. Yo, viudo como soy, tengo que estar con
diferentes putas; ¿acaso cree que ella es mi única puta?
Bueno,
entonces, dos años conoce a quien ahora es candidata a la presidencia de este
país; pero, dígame, la conoce como prostituta únicamente, ¿cierto?
¿Y
como qué más la puedo conocer? Yo no intimo más allá con las putas; luego te
empiezan a contar cosas estúpidas de su vida: que no tienen leche para los
niños, que el marido es un huevón que se largó de la casa hace años, o que el
marido vive con ellas, pero es tan cojudo que no se dan cuenta que otros
huevones se culean a su mujer de lunes a domingo.
Muy
bien, señor, pero le agradeceré que no sea tan procaz en sus declaraciones.
Tan
¿qué?
Procaz,
señor; lisuriento.
Entonces
no me pregunte estupideces, pues.
Para
cerrar esta entrevista, dígame, ¿votará usted por la candidata a quien solo
conoce como prostituta desde hace dos años?
El día
que una puta gobierne este país, nos vamos todos a la mierda.
Muchas
gracias por su tiempo, señor.
Muchas
gracias por habérmelo quitado, joven.
***
¿Qué
haces?
Me
largo, dice, alborotando los cajones de su escritorio. Los
papeles vuelan por los aires y los bolígrafos están desperdigados en el piso. Tú
también deberías hacer lo mismo.
No es
tan grave. ¿Crees que en pleno siglo veintiuno te va a mandar matar o a
perseguir? Esas cosas ya no se ven.
No sé
en qué mundo vives. ¿No has visto las noticias? La huevona acaba de volarle la
cabeza al enano analfabeto en pleno Palacio de Gobierno. Esa mierda ahora tiene
licencia para matar, carajo. Yo me largo.
¿Qué?
¿En serio?
Busca
en tu celular y mira la noticia.
Puta,
es en serio.
Yo me
quito. A partir de ahora, te olvidas de mí. No me conoces. Chau.