¿Quieres conquistar a esa persona que se infiltra en
tus pensamientos a diario desde que la viste en aquella azotea? O quizá, ¿te
han dado la oportunidad en el trabajo de dirigir a un grupo de personas? Para
ambos casos, y para muchos otros en los que el paralelismo con la dirección de algo
con miras a vencer un obstáculo (guerra) sea factible –la vida misma, ¿por qué no?
- «El arte de la guerra» es una guía para emplear de modo eficiente las armas
de las cuales disponemos en pos de conseguir el triunfo deseado.
Sin embargo, este libro, atribuido al antiguo guerrero
chino Sun Tzu es también una voz que invita a conocer primero al aliado que se
esconde en ti. Mientras no conozcas tus límites, serás tu principal enemigo y
saboteador.
Aquí te dejo algunos pasajes cribados por mí, con todo
cariño, para ti, amigo seguidor:
«Ganan los que saben cuándo luchar y cuándo no».
«Si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en
cien batallas correrás peligro; si no conoces a los demás, pero te conoces a ti
mismo, perderás una batalla y ganarás otra; si no conoces a los demás ni te
conoces a ti mismo, correrás peligro en cada batalla».
«El desorden llega del orden, la cobardía surge del
valor, la debilidad brota de la fuerza».
«Los buenos guerreros buscan la efectividad en la
batalla a partir de la fuerza del ímpetu y no de la fuerza de cada soldado. Así,
pues, son capaces de escoger a la gente y dejar que la fuerza del ímpetu haga
su trabajo».
«Cuando el enemigo está cerca, pero permanece en
calma, quiere decir que se halla en una posición fuerte. Cuando está lejos,
pero intenta provocar hostilidades, quiere que avances. Si, además, su posición
es accesible, eso quiere decir que le es favorable».
«Las armas son instrumentos de mal augurio, y la
guerra es un asunto peligroso. Es indispensable impedir una derrota desastrosa,
y, por lo tanto, no vale la pena movilizar un ejército por razones
insignificantes: las armas solo deben utilizarse cuando no existe otro remedio».
«Un gobierno no debe movilizar un ejército por ira, y
los jefes militares no deben provocar la guerra por cólera. Actúa cuando sea
beneficioso; en caso contrario, desiste».
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