Otro
día, jodido. Con fiebre otro día más.
No
tengo ganas de hacer nada. Solo quiero dormir. Para dormir profundamente debo
leer. Los ojos se cansan y se consiguen formidables horas de sueño.
A
diferencia de otras ocasiones, no necesito escoger delante de la pila de libros
desordenados que he ido acumulando en estos últimos años de mi vida como un
desquiciado. Sé qué libro quiero leer. Me lo acaba de regalar una persona que
me quiere a pesar del desastre que sabe que soy. Me quiere a pesar de que no
tengo un puto centavo. Alguien que te regala un libro como ese debe amarte u
odiarte. No hay otra alternativa. Lo abro y no paro.
Cuatro
de la tarde. No he dormido nada aún. El libro me tiene dentro de su historia.
Bukowski es un maestro de la ironía. Es un viejo sabio. No es un sabelotodo. Es
un tipo que se toma las cosas con calma, con sabia resignación.
Me
voy a la cama con el libro. Estoy solamente en calzoncillos. Leo un capítulo
más y decido dormir. Empiezo a soñar con lo que he leído. Al cabo de diez
minutos abro los ojos y retomo la lectura. No puedo dormir. No es por la
fiebre, que sigue ahí; es por el jodido libro: está condenadamente bueno. Voy a
la sala y me tumbo en el sofá para continuar con la lectura.
Me
he reído sonoramente un par de veces con el libro. Bukowski narra la historia
de la realización de la película cuyo guión escribió: “Barfly”. Directores,
actores, empresarios del cine, críticos, todos son examinados con aquel ojo
recorrido y sensato del gran Bukowski, quien emplea a su alter ego Henri
Chinaski para mostrarnos que el mundo no es más que un lugar habitado por
idiotas, en el que hay idiotas ganadores e idiotas perdedores.
¿Hace
cuánto no leía un libro de más de 300 páginas en un día? No lo recuerdo. Tampoco
importa.
He
quedado convencido de que leer a Bukowski es como conversar con un tipo que
tiene la respuesta justa para todo, el mejor consejo, la mejor enseñanza. Si no
has tenido un papá, Bukowski podría suplirlo sin ningún problema. That's why I got the old barfly in my arm.
Estos
son algunos de los personajes que pude identificar a pesar de sus nombres
postizos:
Tom Pell: Sean
Penn
Ramona:
Madonna
Jack Bledsoe:
Mickey Rourke
Francine
Bowers: Faye Dunaway
Jon Pinchot:
Barbet Schroeder
Jon-Luc
Modard: Jean-Luc Godard
Lenny Fidelo:
Frank Stallone
Lido Mamin:
Idi Amin
Mack Derouac:
Jack Kerouac
Francis Ford
Lopalla: Francis Ford Coppola.
Aquí
las frases que posiblemente repita cuando esté borracho en una próxima ocasión.
Ojalá pueda recordarlas:
23
«El
dinero es como el sexo-dije-, parece mucho más importante cuando no se tiene…»
39
«-Amor
y Genio son dos de las palabras de las que más se abusa en la lengua-dije.»
40
«Jon-Luc
no paraba de hablar. Hablaba de un modo enrevesado y dándoselas de Genio. Quizá
fuera un Genio. No quería cabrearme por eso. Pero había tenido que aguantar
Genios durante todos mis años de colegio: Sahkespeare, Tolstoi, Ibsen, G. B.
Shaw, Chejov, todos esos lelos. Y peor aún, Mark Twain, Hawthorne, las hermanas
Brontë, Dreiser, Sinclair Lewis, todos te caían encima como un bloque de cemento y uno quería salir y huir, eran
como padres tontos de remate, empeñados en seguir reglas y modales que
acojonarían a un muerto.»
57
«Así
que allí estaba yo, con más de 65 años, en busca de mi primera casa. Recordaba
cómo mi padre había hipotecado prácticamente toda su vida para comprar una
casa. Él me había dicho: -Mira, yo pagaré una casa durante toda mi vida y
cuando me muera tú te quedarás con esa casa y entonces durante toda tu vida tú
pagarás otra casa y cuando tú te mueras dejarás esas casas a tu hijo. Entonces
serán dos casas. Luego tu hijo…
Todo
el proceso me parecía terriblemente lento: casa a casa, muerte a muerte. Diez
generaciones, diez casas. Luego bastaría una sola persona para perder todas
esas casas en el juego, o para incendiarlas con una cerilla y echar a correr
calle abajo con sus huevos en una cesta.»
82
«-Quizá
escriba un guión malísimo.
-No
lo harás. He leído todo lo que has escrito.
-Eso
pertenece al pasado. En la profesión de escritor, hay más tíos acabados que
cualquier otra cosa.»
93
«Mi
idea acerca de todo este asunto era que la mayoría de la gente no era
alcohólica, lo que pasa es que ellos creían que lo eran. Eso es algo que no
puede hacerse tan deprisa. Le lleva a uno por lo menos veinte años convertirse
en un auténtico alcohólico. Yo llevaba cuarenta y cinco y no me arrepentía de
ninguno.»
111
«El
guión iba bien. Escribir nunca me ha costado trabajo. Que yo recuerde, siempre
ha sido así: buscar una emisora de música clásica en la radio, encender un cigarrillo o un puro, abrir la botella. La
máquina de escribir hacía el resto. Lo único que yo tenía que hacer era estar
allí. Todo el proceso me permitía continuar cuando la vida en sí misma ofrecía
muy poco, cuando la vida en sí misma era un espectáculo terrorífico. Siempre
estaba la máquina de escribir para calmarme, para hablarme, para entretenerme,
para salvarme el culo. Esencialmente era por eso por lo que escribía: para
salvarme el culo, para salvarme del manicomio, de las calles, de mí mismo.
Una
de mis antiguas novias me gritó:
-¡Bebes
para escapar de la realidad!
-Por
supuesto, querida-le contesté.»
117
«-Esa
es tu respuesta a todo: beber.
-No,
esa es mi respuesta a la nada.»
136
«-¿Sabes
lo que dijo Lippy Leo Durocher?
-¿Quién
ese ése?
-Un
antiguo jugador de baloncesto. Dijo: “Prefiero tener suerte que ser bueno.”»
138
«Víctor
volvió con una botella de vino en la mano.
-Tengo
vino pero no abridor…
-Oh,
Dios…-suspiré. Un bebedor aficionado.»
149
«Los
abogados, los médicos y los fontaneros, ellos eran los que ganaban todo el
dinero. ¿Los escritores? Los escritores se morían de hambre. Los escritores se
suicidaban. Los escritores se volvían locos.»
177
«Cuando
había carreras de caballos nunca recibía malas noticias porque no estaba en
casa y nadie podía encontrarme.»
206
«Dios,
pensé, ¿y qué pasa con el escritor? El escritor era la sangre y los huesos y el
cerebro (o ausencia del mismo) en estas criaturas. El escritor hacía latir sus
corazones, les daba palabras para hablar, los hacía vivir o morir, lo que
quisiera. ¿Y dónde estaba el escritor? ¿Quién fotografiaba alguna vez al
escritor? ¿Quién aplaudía? Aunque menos mal, ¡joder!, claro que menos mal: el
escritor estaba donde debía estar: en algún rincón oscuro, observando.»
218
«Mi
mejor libro es siempre el último que he escrito.»
222
«Musso’s
llevaba allí desde 1919 y para él todo era un coñazo: nosotros y todos los
demás que estábamos allí. Yo estaba de acuerdo.»
230
«La
mejor parte de un escritor está sobre el papel. La otra parte es, normalmente,
una idiotez.»
268
«El
secreto reside siempre en la sencillez: para una verdad profunda, para hacer
las cosas, para escribir, para pintar. La vida es profunda en su sencillez.»
294
«-¿Beber
no es una enfermedad?
-Respirar
es una enfermedad.
-¿No
le parecen repugnantes los borrachos?
-Sí,
la mayoría lo son. Al igual que la mayoría de los abstemios.»
310
«En
cuanto a mí, mi mayor sueño en la vida era evitar el mayor número de gente
posible. Cuanta menos gente veía, mejor me sentía.»