sábado, 7 de septiembre de 2024

NOVELA PERUANA EL PROFE BRUTI de Daniel Gutiérrez Híjar - Capítulo 09

 


Las perlas no crecen en la costa.

Si quieres una, tienes que bucear para conseguirla.

Proverbio chino

 

Yo solté el audio de Samir, negro, dijo Camilo, el nefasto Gato-K-Ch-Ro. Tomó su copa de Penfolds Grange y dejó que el calor especiado de la pimienta danzara lentamente en su boca. Lo compartí en X y en varios grupos de WhatsApp y Facebook. Luego, tras detener su mirada en el cuchillo que minutos antes había estado en la mano de Gonzalo, dijo: ¿Me ibas a matar con ese cuchillo, negro? ¿Dónde me lo ibas a clavar?

Era show, masculló Gonzalo, más concentrado en devorar los calamares rellenos que tenía enfrente. Tenía los belfos manchados de salsa Tausi. Con cada bocado, admitía para sus adentros que jamás había probado algo tan delicioso.

Y yo, estimado Profe, me encargué de pasarle el audio al director del centro educativo donde usted trabajaba, añadió Otto Yerovi, el vilipendiado RompeCulos, con el único objetivo de que lo botaran como a perro. Al notar la copa seca de Gonzalo, se la llenó con un poco más de Penfolds, como un gesto cargado de ironía y camaradería perversa.

Sin levantar la vista, y como si no prestase atención a las despreocupadas confesiones del Gato-K-Ch-Ro y RompeCulos, se terminó de un trago el contenido recién vertido en su copa. El picantito y el amargo del licor no le combinaban en absoluto con la salsa Tausi que aún saboreaba. Hubiera preferido una Inka Kola helada. Pero, claro, estaba ante gente conocedora de la buena comida, gente con dinero, gente de poder. No podía desentonar pidiendo una Inka Kola campesina, chola, negra, de pueblo; una Inka Kola como él. Tenía que estar a tono con las circunstancias.

Y te hiciste más famoso, negro; esa es la verdad, dijo Camilo. Ibas a matar al huevón que te hizo famoso, negro. Ahora te llueven los yapes, los superchats; tu canal tiene más de cinco mil suscriptores y sigue subiendo. Ya nadie se lo puede bajar así como así. Hasta los bots que alguna vez te he mandado ya solo te hacen cosquillas.

Gonzalo seguía concentrado en acabar con el último camarón. Estaban exquisitos. Qué cosa más deliciosa, pensaba, mientras el sabor le envolvía el hocico.

Otto le retiró el plato de forma repentina. Gonzalo lo miró con sorpresa, el aroma de los camarones en Tausi aún aferrados a su lengua. Luego te traigo otro plato, Profe. Es hora de conversar, dijo, con una sonrisa que no admitía réplica.

Camilo no pudo ocultar el asco que le producía ver los labios entausitados del Profe. Límpiate la jeta, negro conchatumadre.

Gonzalo tomó la servilleta y se limpió la bemba, dejando la tela toda asquerosa en un canto de la mesa. Un poco más de vino, pe, pidió, soltando una risita cojuda. Otto inclinó la botella y vertió el concho. Listo, Profe; se acabó. Gonzalo agarró la copa con sus dedos negros y, ¡juácate!, se zampó el conchito.

¿Terminaste, negro cagón? ¿Ahora sí podemos conversar?

, dijo Gonzalo con docilidad. A cualquier otro pelagatos no le hubiera tolerado que lo llamaran cagón, pero ahora que conocía a la persona impecable y adinerada detrás del jodido Gato-K-Ch-Ro, se lo aceptaba sin el menor reparo.

Otto se aclaró la garganta y miró su reloj, un macizo aparato de oro. Gonzalo no pudo evitar colocar su cara de huevón. ¿Esta gente me ve? ¿Esta gente poderosa es mi hincha?

Negro, aquí, entre Otto y yo te hemos hecho famoso. Y tú, a pesar de eso, querías matarme. Si serás huevón. Bueno, te decía, negro reconchatumadre, queremos hacerte más famoso. Tienes talento para llegar más arriba. El cielo es el límite. Pero tienes que ponerte en nuestras manos. ¿Qué dices?

Gonzalo estaba confundido. ¿Qué se supone que debía decir? Hizo un gesto de ¿qué chucha quieres que te diga?

Camilo captó el gesto y desenvainó un pistolón. Otto lo calmó con rapidez: Tranquilo, Gato, no tienes por qué llevar las cosas hasta ese nivel. Gonzalo estaba blanco.

Cuando te me dirijas, me hablas bonito, negro confianzudo, le advirtió Camilo.

Ya, tranquilo, Gato. Hablemos directamente del proyecto que tenemos para el Profe.

¿De qué se tratará?, dijo Gonzalo, intentando desviar la conversación del cuasi mortal incidente que acababa de ocurrir.

De que hagas un trío con la Golosa y el Ciego.

Gonzalo se orinó en los pantalones, consciente de que aquellos dos no aceptarían una respuesta negativa. La pistola reposaba sobre la mesa, al lado de la botella vacía de Penfolds y muy cerca de la mirada escrutadora y malévola del Gato-K-Ch-Ro.


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