Domingo.
Dos y media de la tarde. Llego a casa de mamá y caigo rendido.
Diez
y cuarenta de la noche. Despierto. Cojo el celular. Sé que ella me ha escrito.
Siempre me escribe. Me gustaría responderle los mensajes, pero no puedo:
siempre estoy misio y sin saldo. Mi intuición no falla. Me ha escrito. Leo el
mensaje: Yusepi de mi corazón, mi
wachiturro favorito, te llevaste mi casaca!
Mis
audífonos rojos, estridentes, grandotes; las zapatillas rojas, de lengua gruesa
y chillona; mi pantalón apretadito, ese que me parte el poto por la mitad; y mi
polito delgadito y ajustadito, que se
pega a la esfericidad de mi panza, enorme cementerio de pollos a la brasa; me
valieron el calificativo de wachiturro.
Puesto
que soy un wachiturro, te dejo esta cancioncita, Dani. Espero que te orines de
risa. Ojalá pronto te la baile en un privado; a ti, que dudas de mis movimientos
peristálticos on the dancefloor.
De
corazón, tu chico positivo. (Giuseppe Richeti)
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