Si no quieres pasar tus primeros días en una mina peruana (una ubicada a más de 4,000 metros sobre el nivel del mar), abrazado al wáter del baño y desalojando en él todo lo que has comido desde que naciste, con la cabeza reventándote y tirado, luego, en una camilla, delirando y recibiendo oxígeno de un inmenso tanque verde que, por momentos, te parecerá la pinga del Increíble Hulk, te invito a seguir estas recomendaciones.
Antes del viaje, empaca ropa gruesa, ropa que abrigue.
Deja de lado tus principios fashionistas, aquí solo importa abrigarse.
Compra en la botica un blíster de dimenhidrinato; 10 pastillas
por 2 soles. No pagues más. En la tienda del costado, cómprate una botellita de
Tampico; 1 sol 50, bien pagado.
No cenes el día antes del viaje. Tampoco almuerces
pantagruélicamente. El estómago debe prepararse para el abrupto cambio que
experimentará: a más de 4,000 metros, procesará tus alimentos con lentitud. No
le será posible digerir lo que normalmente tragas a nivel del mar.
El día del viaje desayuna tu primera pastilla del
blíster. Bájala con un sorbito del Tampico. Así es, acertaste; el primer día será
de ayuno. Los mejores nutricionistas, especialmente aquellos que terminaron la
universidad sin asistir a demasiadas clases, recomiendan ayunar un día por semana.
Una vez dentro de la camioneta que te llevará a la
mina, dormirás profundamente. El dimenhidrinato se encargará de ponerte en coma:
es uno de sus efectos colaterales. Sí, te perderás la estela de maravillosos paisajes
serranos que desfilarán ante tu ventana, pero si tu camioneta sufre un
siniestro, ni lo sentirás de lo ausente que estarás. Aprecia siempre el aspecto
positivo de los problemas.
Cuando lleguen al restaurante Chez Víctor (que
significa «En la casa de Víctor»), pides una sopa. Te recomiendo la sustancia
de pollo. Acompáñala con un juguito de
naranja. Con él, te soplarás el segundo dimenhidrinato. Ahí, en San Mateo (localidad
que acoge a Chez Víctor), ya sentirás cierta presión en las sienes, presión que
hubiera sido mucho más jodida si no te hubieras tomado la primera pastillita. Por
favor, no te dejes tentar por lo que ordene el chofer de la camioneta: la
consabida trucha con el riquísimo arroz blanco y las doradas papas fritas. No
imites tal pedido. El organismo del chofer está acostumbrado a la altura. Él
sube y baja llevando gente. La altura y él ya son uno solo. En lugar de
codiciar su pedido, conversa con él. Miren el fútbol. El chofer te contará que
está haciendo una pequeña fortuna apostando el número de corners en cada
partido de la Eurocopa. Ya lo ves celebrando el tercer tiro de esquina a favor
de los daneses y en desmedro de los galeses. Admira su portento estadístico.
Saluda su magnífico apetito, pero no pidas la trucha. Tu estómago citadino no
la soportará. No ahora.
Te recomiendo no entrar a la mina en tu primer día;
déjalo para el siguiente.
En la noche, no te bañes. Todo lo sentirás helado,
incluso el agua caliente de la ducha. Ponte encima todo lo que empacaste y sumérgete
debajo de las 5 gruesas frazadas que la cama del campamento tiene para ti.
Antes de dormir, con el Tampico que te sobró de la
mañana, tómate el tercer dimenhidrinato del día.
Ni se te ocurra prender la estufa para calentarte
durante la noche. Deja ese trabajo a las frazadas y los abrigos. Las estufas
consumen el oxígeno que te es tan escaso y tan necesario en esta situación. Si
duermes con la estufa encendida, nada de lo que te he dicho servirá. No podrás
dormir: los dolores de cabeza y las náuseas sabotearán tu sueño.
No te masturbes esa primera noche. No
seas loco. Hold your horses. Aunque, sopesándolo bien, este consejo está de más: el
dimenhidrinato recién ingerido se encargará de esfumar tus deliquios sexuales y
te conducirá a un sueño vaporoso y prolongado.
El cuarto y último dimenhidrinato lo tomarás en el
desayuno del segundo día, con un matecito o un tecito. En el almuerzo, ya podrás
ingerir algo más que una sopa y prescindir de las pastillas. En este punto,
podemos afirmar que has sobrevivido al soroche y sus funestos efectos; podrás
comer lo que gustes y masturbarte las noches que creas necesarias siempre y
cuando actives las alarmas en tu celular. Recuerda que, en la mina, la chamba arranca
desde las 4 de la mañana. No vale quedarse dormido. Te arriesgas a que te
acomoden una puteada.
Si mi receta para sobrevivir al soroche no te cuadra,
no la sigas. Total, las recetas siempre fallan. Ya ves que el batido de fresa
con Smirnofff sale mejor con una lata de Smirnoff de manzana y no con una del
sabor original sindicado en la receta.
Estás servido.
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