No es de mi agrado el tipo de estructuras organizacionales en donde se gobierna de arriba hacia abajo de una manera absolutista; en donde los "subordinados" no tienen derecho a pensar distinto del que manda y se resignan -o se complacen- en acatar los ucases de sus jefes. Es tanto el servilismo que incluso apañan las posibles atrocidades que se cometan, haciéndose los "suecos" o desviando la mirada.
Tal es el caso de la Iglesia Católica. El Papa Benedicto XVI, en sus consabidos circunloquios por Semana Santa, no ha dicho una palabra sobre los abrumadores y comprobados casos de pedofilia que se han presentado en la Iglesia Católica, iglesia que él lidera. Sus áulicos tampoco han dicho palabra al respecto.
Hoy, a eso de las 11:40 am durante la misa de domingo de resurrección en la Basílica Catedral de Lima, un monaguillo hizo uso de la palabra en el acto de peticiones y le pidió a Dios que le diera fuerzas y bríos al Papa Benedicto XVI para que siga dando a conocer la resurrección de Cristo.
Señor monaguillo encubridor, el hecho de la resurrección ya lo conoce bastante gente; sin embargo, lo que no se conoce es la posición de la iglesia en la sarta de denuncias de encubrimiento de curas pedófilos por parte de su Orden y de su principal corifeo.
Yo en lugar del monaguillo hubiera dicho: "Dios te pido le des fuerzas al Papa Benedicto XVI para que se pronuncie sobre los casos de pedofilia que han barbotado como lava sobre sus representates y para que los sancione ejemplarmente, sin medias tintas".
El que el Vaticano deje de encubrir a aquellos monstruos y establezca una línea de proceder férrea sólo puede traer como consecuencia un fortalecimiento de la Iglesia Católica y una renovación de la fe en ese Organismo que muchos van perdiendo en el mundo.
Hasta pronto.
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