El paro de mineros informales ha dejado como saldo cinco personas muertas. Los cuerpos de las cinco personas han sido exhibidos ante las cámaras de TV y los flashes de periódicos, tirados sobre una mesa.
Primero: La minería informal enloda el buen obrar que la minería responsable le hace al progreso del país. La minería informal le irroga una serie de pasivos ambientales al Perú. En ese negocio, el único fin es medrar económicamente sin tomar el menor cuidado con el medio ambiente y sin respetar las vidas de las personas que, por urgente necesidad, se ve obligada a trabajar en esas labores sumamente precarias. Sólo los cabecillas de esas empresas informales se llenan los bolsillos elenfateasiacamente, pues, además de contamidora y explotadora, esta minería no paga los impuestos que debería. Ahí tenemos el caso de las minas del, para variar, congresista Cenzano. Su empresa Media Naranja le debe a la SUNAT 220 millones de soles. Empresas mineras como la de este congresista, en donde fallecieron 12 personas debido a una pe´sima gestión de la seguridad, hacen pensar a la gente que la minería es un mal que azota al país, cuando es todo lo contrario. La culpa de este mal entendido la tienen, en primer lugar, las mineras responsables que no publican sus buenas políticas y operaciones y, en segundo lugar, el Estado por no controlar y desterrar el atávico problema de la minería informal.
Segundo: Si la gente que hace el paro pertenece a la minería informal, o sea, a una minería que no contribuye a engrosar el PBI del país, a una minería que está al margen de la ley ¿qué nos importa que pare o no? Nos importa porque su paro involucra violencia. Violencia que ya ha recabado su número de muertos. Esto es muy grave. Hay cinco personas muertas y yo veo que no se toman acciones más drásticas con esa gente, que no sólo contamina el medio ambiente, evade impuestos, sino que no ve otra mejor manera de protestar que bloqueando carreteras, impidiendo que las personas que no tienen nada que ver con el problema se vean penosamente afectadas.
Tercero: Puedo creer que la policía haya lanzado bombas lacrimógenas cuando se enfrentó a la turba de enardecidos y enfebrecidos insurrectos quienes, momentos previos, les había lanzado a los agentes un sinnúmero de piedras. Lo que no puedo creer, como lo ha manifestado una mujer de la mina Pausa, es que la policía le haya disparado a quemarropa a los manifestantes. O sea, no creo que las autoridades, teniendo ya como antecedente el sangriento caso de Bagua, se hayan atrevido a atacar a balazos a inermes rebeldes que sólo arrojaban piedras.
Cuarto: ¿Por qué los mineros informales levantados no permitieron que la fiscal provincial de Caravelí, Maruja Torres, intervenga y elabore el acta oficial del levantamiento de los cuerpos?
Veremos cómo se desenvuelven los hechos en estos días. Acabo de ver en la tele que, tras cuatro horas de negociaciones, los mineros informales permitirán por dos horas el paso de los buses de pasajeros solamente; no los de transporte de carga pesada. Este es un ínfimo logro. El problema mayor todavía está latente.
Hasta pronto
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