Le guardo cierta estima al "Puma" José Luis Rodríguez por su canción "Baila mi rumba", que fue uno de mis temas favoritos cuando yo apenas tenía cinco o seis años.
En esos tiempos -sería el año 1989-, recuerdo que mi abuelo Manuel me llevaba y traía del nido, cuando había oportunidad, en uno de los dos camiones que poseía, pues era un ganadero de mucho éxito en el norte chico del país. Me gustaba viajar en ese camión escuchando Baila mi rumba de El Puma.
Luego de tantos años -ahora ya tengo 26- todavía sigo guardando un buen recuerdo de ese Puma que me acompañó durante ese 1989. En abril de ese 1989, mi abuelo Manuel falleció al desbarrancarse su camión en una curva peligrosa del tramo denominado Infiernillo en la Sierra del Perú. No llegó a verme vistiendo mi uniforme colegial -al año siguiente 1990, ingresaría al primer año de primaria-, ese era uno de sus tantos anhelos.
No volví a escuchar ningún otro tema del Puma. Sólo me gustó aquella canción que, de acuerdo a muchos críticos, conforma la era comercial de José Luis Rodríguez.
Al leer el diario hoy día, me topé con las brillantes declaraciones del Puma sobre no aceptar el homenaje que el Congreso le prentedía hacer. Dijo, mediante un comunicado: "El motivo de la cancelación de este evento es que "El Puma" dijo sentirse muy a gusto que un país tan importante para él quiera darle tan digno homenaje, pero considera que existen muchos artistas peruanos que deben ser condecorados antes que él".
Bien hecho Puma. Les diste una lección a estos congresistas que nos avergüenzan sobre cuáles deben ser sus prioridades. El Puma ha salvado a este Congreso de una retahíla de críticas que ya se le venían formulando, y que hubieran sido más fuertes si tal homenaje se concretaba.
Hasta pronto
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