Llegué a la mina demolido por mi cruel fortuna
Debía estar despierto desde las cuatro de la mañana
Mas el dolor del engaño atropellaba mis más nobles empeños
Confusa claridad era el oropel de mi honor derribado
Todavía restaban veinte días de mortificado aislamiento sometido a las
voces voltarias de mis jefes inconstantes
¿En qué mal momento se me ocurrió ser minero?
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