Jurídicamente hablando –no soy abogado pero tengo mi corriente y moliente opinión como ciudadano de a pie de lo que es la justicia me permite enunciar mis ideas-, la manumisión de Lori Berenson me parece justa. Ella se acogió a los beneficios que procuraba el ahora derogado Decreto Legislativo 927 que establecía la libertad condicional para el reo que cumpliese los dos tercios de su condena.
Lori Berenson se acogió a ese DL 927 antes de que fuese derogado.
Lori Berenson fue recluida en la cárcel en enero de 1996. Fue condenada a 20 años de prisión. Si hacemos los cálculos, hasta el momento lleva un poco más de catorce años de reclusión. Un tercio de 20 es 6.67 años. Si sumamos 6.67 y 6.67 obtenemos 13.34 años. Por tanto, la señora Berenson está en todo su derecho de salir de la prisión conforme lo estipulaba el DL 927.
La jueza que pronunció este laudo se llama Jéssica León Yarango. Ella, además de basar su decisión en el DL 927, también respaldó su veredicto en los informes psicológicos practicados a la procesada que dicen que “(Berenson) ha reconocido que cometió un error al involucrarse con las actividades del MRTA y se arrepiente de las actividades subversivas en las que colaboró”.
Con todo esto expuesto, creo firmemente que la liberación de la señora Berenson ha sido justa.
Por otro lado, la futura liberada ha pertenecido a una de las bandas de criminales más cruentas que ha conocido este país. Nadie duda que el MRTA le ha endilgado al país muerte, atraso y odio.
Uno puede dudar del arrepentimiento de la señora Berenson, pero lo que dictamina la ley debe aplicarse para cualquier ciudadano por más mierda y escoria que éste sea o haya sido.
Lori Berenson puede no haber mudado de opinión y puede que sea más emerretista que antes de que haya sido capturada. Puede que sea la futura líder de un futuro atentado terrorista que me pueda costar la vida o a alguno de mis familiares. Sin embargo, lo que es seguro es que ella va a salir en libertad con “todas las de la ley”.
Si queremos buscar culpables para esta inminente salida de Lori Berenson –y posiblemente de otros más-, debemos centrarnos en lo estúpido que es nuestro sistema judicial.
Para empezar, cómo le van a colocar 20 años de prisión a alguien que planeaba tomar el Congreso de la República, a alguien que fue cómplice de numerosos asesinatos. ¿Quién fue ese juez acéfalo que le otorgó esa pena a la señora Berenson? A una persona que mata a otra con toda la alevosía y premeditación del caso–como lo hacían estas horrendas huestes del MRTA y Sendero Luminoso-, se le debe condenar a la máxima pena de reclusión: la cadena perpetua; sin beneficios de por medio.
¿A qué ser mono neuronal se le ocurrió establecer ese DL 927? Ningún asesino, pertenezca o no a algún movimiento fanático, debe gozar de algún beneficio. Cadena perpetua para los asesinos y punto.
Hasta pronto.
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