Me gusta escribir. Disfruto el escribir sobre las historias que me han tocado vivir. A pesar de ser un tipo de modestos orígenes -o quizá por eso mismo-, he tenido la fortuna de llevar una vida azarosa, penosa y con algún sufrimiento. Todo ese turbión de anécdotas me sirve para alimentar mi imaginación y trastocar los hechos para convertirlos en sucesos más penosos y risibles de lo que originalmente eran.
Me gusta escribir utilizando alguna que otra palabra rebuscada. Yo disfruto mucho leer libros que me obliguen a usar un diccionario para nutrir un poquito mi alicaído léxico. Me gusta hablar empleando esas palabras rebuscadas. Mi desmedido ego me compele a usar esas palabras en reuniones de amigos y disfrutar ver sus caras de desconcierto cuando lanzo una que otra palabra que ellos no usan en su cotidiano lenguaje.
Me gustan los libros de Luis Alberto Sánchez y de Camilo José Cela porque siempre los leo con el iPod al costado, enganchado en la página del DRAE y anotando en mi cuaderno verde todas las palabras nuevas que en cada línea surgen para mi inmenso placer.
Cuando veo que alguien burla las reglas gramaticales o usa de un modo inapropiado una palabra, me indigno y tiendo a corregir el entuerto. Siempre que estaba con una chica, en plan de enamorados, la corregía inmediatamente si habla "incorrectamente".
Por ello, hoy al leer en la sección Plaza de Armas de Perú 21, me indigné al ver el título que le colocaron a una de sus micronoticias: "Pasado vergonzante".
En realidad, la persona que escribió aquello quiso decir "Pasado vergonzoso".
La lingüista Martha Hildebrandt en su libro El Habla Culta, explica la diferencia entre los vocablos vergonzante y vergonzoso.
Básicamente, la diferencia es la que transcribo del libro de Hildebrandt a continuación: "Vergonzoso es lo que causa -o debería causar- vergüenza, por ser algo incorrecto o inmoral". "Vergonzante es, en cambio, aquello que, no siendo incorrecto ni inmoral, no tenemos el valor de afrontar públicamente". "Vergonzante es un calificativo que se aplica también a quienes no se atreven a afrontar públicamente su adhesión a una ideología, actitud o costumbre determinada".
Me indigno cuando veo que alguien usa mal una palabra porque siento que esa persona me está embruteciendo. Y me siento un poquitín superior y estupendamente bien cuando corrijo ese desperfecto.
Hasta pronto.
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