Yo lavaba los platos un sábado por la tarde. Mi chica cocinaba. Estábamos, casi, uno al lado del otro, pues la cocina de la casa de mi madre es pequeña.
Cuando hube terminado de fregar los platos, le anuncié a mi chica que había concluido con mi tarea. A ver, me dijo. Se acercó a revisar el fregadero. Su naricita inquisitiva y sus ojazos impactantes auscultaron con minuciosidad mi área de trabajo. Encontró un par de granos de arroz que no llegaron a ser arrastrados por la corriente de agua hacia la profundidad de la tubería. Dani, tienes que limpiar todo. No debe quedar un grano de nada. Todo debe estar absolutamente limpio, me amonestó cariñosamente. Debajo de tu cama está todo lleno de polvo. Tienes que barrer, amor. Por eso es que hay pulgas en tu cuarto, me reprendió, con amor, mi chica.
Me esforcé en dejar reluciente el lavabo. Pasé la esponjita verde, una y otra vez, sobre la deslucida superficie del lavabo hasta que quedó totalmente reluciente. No dejé residuo alguno que pudiera incomodar la vista sagaz y detallista de mi chica o de cualquier otra persona muy dada a la puntillosa limpieza.
Luego de que ella me dio el visto bueno, me dijo algo que me quedará para toda la vida, algo que mi abuelita me ha dicho en muchas oportunidades, pero que tuvo que decir mi chica para que me quedará profundamente grabado en el cerebro: Papito, siempre limpia las cosas de tu casa; así yo no esté.
Hoy, al llegar a casa, encontré algunos platos sucios y algunos despojos afeando la cocina. Recordé las palabras de mi chica y me puse a trabajar.
Muchas veces, las cosas dichas con amor, tienen el poder de calar muy hondo en las personas. Eso me sucedió con mi chica. Claro, que mi abuelita ya había preparado el terreno para hacerme un chico medianamente ordenado.
Si la relación con mi chica dejase de terminar, son los buenos momentos y los bienhechores consejos los que me acompañarán durante la cortedad de mi existencia. Sólo por esos buenos momentos y por esos bienhechores consejos es que le guardaré eterna gratitud a esa chica que conocí hace menos de seis meses, y a quien tengo el honor de llamar MI chica.
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