Un
lenguaje nuevo extravía a hombres que jamás han probado cazar bestias salvajes.
Chicos,
chicas y chiques celebren que ya tienen su ley, aunque luego terminen en
prisión.
Chicos,
chicas y chiques son embriones sacudidos por pálidos seísmos, pedazos de tierra
desprendidos del Peloponeso. Tienen miedo a ser tronados por los proyectiles
que desgarran el aire donde se unen mar y firmamento. Me emboscan y acuchillan complotando
así contra el futuro de mis hijos. Mientras, nosotros, los súbditos vivimos en
olvido perpetuo, enajenados de gozo, pues hoy hay final de Champions.
Nacimos
de dos leches y salimos torpes, presas fáciles de los miles de ovejas que nos
rodean.
Y este
lenguaje nuevo dice que dos más dos es trescientos cuarenta y ocho elevado al
cubo. Pero la Naturaleza delata su error.
Nunca
nos arrepintamos de que nuestros dones se malgasten en un abrir y cerrar de
piernas.
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