viernes, 22 de diciembre de 2023

NOVELA PERUANA - EL CONQUISTADOR DE RISSO de Daniel Gutiérrez Híjar - Capítulo 07 de 17

 


¿Quién eres tú?

 

Y ¿quién eres tú?

Silvio Valencia Guerra

 

¿Hace cuánto trabajas aquí?

Omar Palma prendió un cigarro y dio vueltas en su oficina. En una silla, Luis Fuentes lo escuchaba.

Dos años, señor.

¿Dos años? Nunca te he visto, huevón. Te juro que es la primera vez que te veo. En mi vida te había visto. ¿En serio trabajas aquí?

Sí, señor. Luis Fuentes vaciló un momento sobre si recordarle o no la vez en que él mismo le llevó la tarjeta de crédito que había extraviado en las afueras del edificio de la oficina. Decidió no hacerlo. La situación no cambiaría un ápice; estaba en presencia de Omar Palma, uno de los hijos de puta más ególatras que había tenido la desgracia de conocer.

¿Sabías que me has arruinado el cien por ciento de participación en la encuesta de clima laboral?

Vesteconcha, pensó Luis.

Todos participaron en la encuesta, menos tú. Yo quisiera saber por qué no. ¿Está muy ocupado acaso el señor que desatiende los problemas importantes de la empresa?

Luis no había llenado la encuesta porque le pareció cojudo hacerlo. ¿De qué clase de clima laboral hablaba Palma si él mismo no saludaba a sus ingenieros? No se diga ya de siquiera lanzarle una levantadita de cejas al pobre Domingo, el señor que limpiaba los baños. Solamente enfrente del gringo Fred se derretía en saludos y loas, el muy puta. 

Discúlpeme, señor, pero tenía un entregable con la fecha casi por cumplirse y tuve que posponer la encuesta. Cuando me di cuenta, la fecha de vencimiento de la encuesta ya se había cumplido. Lo siento, señor, se justificó Luis.

Así que lo sientes, dijo Palma, chupando con dureza su cigarro. Tras un par de vueltas circulares, se echó una pastilla de mentol en la boca. Qué bonito saber que lo sientes. Pero para tu mala suerte, no siento que lo sientas. Y si lo sientes, me llega altamente porque a mí lo que me importa es que me cagaste el cien por ciento de participación.

Señor Palma, llamó Checha, que había entrado a la oficina sin tocar. Ella parecía ser la única persona que podía entrar en la oficina de Omar Palma sin anunciarse.

¿Qué pasa?, dijo Palma, botando el humo de su cigarro y mirando la nuca de Luis, decidiendo sobre dónde asestarle el golpe de la deshonra.

Su esposa está viniendo para acá, dijo Checha. ¿Puede acercarse un ratito?, pidió, bajando el tono de su voz e imprimiéndole cierta urgencia.

Palma se acercó al umbral de la puerta de su oficina desde donde Checha parecía revelar cierta preocupación en su expresión.

Luis Fuentes, sentado de espaldas a la puerta, no podía escuchar lo que se decían Palma y Checha, pero no era cojudo: claramente había algo más que una relación jefe-secretaria entre esos dos.


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