Parque de hierba muerta por el rodar continuo de una pelota que va de
arco a arco.
Agua serpenteante de una manguera que nos ofrece rápidos oasis en tardes
infantiles de verano.
Antes de mi primera mujer y la seguidilla de fracasos con que vino
acompañada, un ruiseñor entonó fresca y suave música en el campo cerrado de mis
trece años.
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