Mañana, corazón, cumples un mes de muerto.
Treinta días exactos desde que te desollaron entre risas y mentiras.
Había sido una noche fría.
La Luna renegó de todo el romanticismo que el cojudo
de Byron le arrogó.
Las calles avinagraban los pasos optimistas de todos esos huevones que
se alucinaban emprendedores.
Yo iba sollozando mi suerte insepulta, entreverándome con los recuerdos
de esos tus labios que habían lustrado tantísimas veces la testa de mi hombría
y que hacía poco se hamacaban de la jeta de otro.
Mañana, corazón, llenaré con paja el hueco que dejaste
al lado de mi pulmón.
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