Hoy siento azulmente los enredos que tensan mi corazón y desangran mis
pupilas.
Tus cuchillos, grandes y largos como de cocina de chifa, han hecho
surcos en todo mi nombre y ha quedado perfumado de muerte el destino que
pagaron mis padres.
Hoy me duele la noche porque estoy seguro de que bajo otra estrella le
invitas más de un beso a aquel idiota con quien te vieron mis amigos un día que
fui feliz, cojudamente feliz.
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