Un día de vida es un día de vida y en veinticuatro horas puede caerse un
banco, hundirse un país o apagarse el sol.
Pero yo solo ansío arrastrarme hacia otro lugar, hundir la cabeza en un
jarrón, enterrar ese jarrón, pero antes arrancarme el corazón y arrojarlo lejos
para que siga palpitando lejos, muy lejos de ti y de mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario