Esas noches ricas de noviembre en el jirón Camaná me recuerdan a ella.
La brisa tibia y potente, las luces floridas que doran las derruidas
casonas, la Luna enorme que nos invitó a refugiarnos en un bar para adelantar
nuestro panetón de Navidad.
Noches ricas, noches tristes.
Tiempo detenido en la brisa que ahora atormenta mi corazón con sus
recuerdos y en vano me pregunto: ¿por qué dejé que se me fuera?
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