Románticas estrellas colorean la mañana con un llanto de música que duele esencialmente en el costado izquierdo.
Rosales meados por la mañana, espectrales y fragantes, armonizan en lo distante, rotos y mustios, olvidados en la niebla.
Mi música es triste porque la Luna ya no anega los jardines frondosos por los que un día tú cantaste.
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