jueves, 30 de julio de 2015

Primer día de encierro

Primer día de trabajo. Primer día de encierro. En esta mina, teóricamente, trabajas catorce días y descansas siete. Pero, en la práctica, esos catorce días generalmente se convierten en veinte o veintitrés. Nunca depende de ti sino de fuerzas mucho más poderosas. Los días de descanso siempre son los mismos. A algunos, se los acortan. Les dicen que los necesitan urgentemente, que suban rápido, carajo. Hasta el momento, no me han acortado los días (felizmente). Será porque no me necesitan (felizmente).

El primer día llamo a mi esposa. Le digo que me cuente cosas de Morgana, nuestra hija: ¿qué está haciendo? ¿ya comió? Estamos dejando la casa de la calle López Albújar para mudarnos a una un poco más grande en la calle Ernest Malinowski. En realidad, mi esposa es quien se está encargando de transportar nuestros pocos pero muy pesados enseres al nuevo hogar.

Por el Whatsapp, le pido que me mande fotos de la bebe en la nueva casa. A sus tres añitos, por fin, este irresponsable padre le dará a su bebe un cuarto propio.

Así son los primeros días de trabajo en la mina, desesperado pidiéndole fotos de la bebe a mi esposa. La sonrisa de mi hija es mi cura. Sin sus fotos, me dejaría abrumar por la soledad y reciedumbre de este lugar.


Al menos, tienes trabajo, me dice mi esposa.   

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