miércoles, 31 de marzo de 2010

Una observación en la investigación del caso Comunicore

La Contraloría General se encuentra investigando el caso Comunicore, es decir, el extraño pago de 35.9 millones de soles que efectuó la comuna limeña, bajo la gestión del alcalde Castañeda, a la empresa que le da el nombre al caso.

Leí Peru 21 hoy. Se menciona en este diario que según las declaraciones del contralor Fuad Khoury, las autoridades "están en conversación con los funcionarios administrativos (del municipio), pero hay cierta información que se está demorando y que, espero, sea reportada lo más pronto posible".

Lo que me indignó fue que Khoury refiere que esta investigación no tiene plazo porque se trata de un caso complejo.

Intuyo que las más altas autoridades del Municipio de Lima no desean que se investigue el irregular hecho. Incluso, me parece que el burgomaestre no explicó debidamente sobre el irregular pago cuando fue interpelado. Se atacó, más bien, a los medios de prensa que vienen informando e insistiendo sobre el caso. Si el actual alcalde aspira a tentar el sillón presidencial, debe brindarle a la población una satisfactoria aclaración.

Por otro lado, como es eso de que esa investigación no tiene plazo. Es un asunto serio. Todo asunto serio debe contar con un plazo, pues la ausencia de él, generará los retrasos y dilaciones que ya vienen produciéndose. La información seguirá dilatñandose pues eso les conviene a los investigados. El interés por descubrir la verdad se pierde y la cosa termina diluyéndose.

Una cosa que aprendí mientras trabajaba en una empresa minera fue que toda investigación, proyecto, etc, debe contar con un Scope, Schedule y Budget (Plan, Plazos y Presupuestos). Estos lineamientos aseguran que los objetivos se cumplan dentro de los plazos señalados con el dinero presupuestado. Un asunto que se emprende sin alguna de estas tres características terminará diluido en la mediocridad.

Estas investigaciones son importantes porque atañen la credibilidad de un futuro postulante a la presidencia de la república. Antes de votar, el ciudadano no debe albergar dudas sobre su candidato. Por lo pronto, yo no pienso votar por Castañeda.

Hasta pronto.

Ley Antitabaco y mi discrepancia de Du Bois

Desde que dejé de trabajar, me he dedicado a leer los diarios, religiosamente, todas las mañanas. Espero que cuando vuelva a trabajar -actualmente, me encuentro en el proceso de remisión de CVs a diferentes empresas mineras-, encuentre el debido espacio para seguir las noticias y comentarlas.

El diario de mi preferencia es Peru 21. En este medio, al igual que en muchos otros, se anuncia que el proyecto de ley antitabaco acaba de ser aprobado por el Pleno del Congreso.

Básicamente, la ley prohíbe fumar en establecimientos de salud, educación, dependencias públicas, dentro de los lugares de trabajo, espacios cerrados y en cualquier medio de transporte público. Además, de acuerdo a lo mostrado en el diario en su página 2: "En centros laborales, hoteles, restaurantes, cafés, bares y otros centros de entretenimiento, los propietarios y/o empleadores tendrán la opción de permitir el consumo de tabaco en áreas para fumadores que deben estar separados físicamente de las áreas donde se prohibe fumar".

Habiendo leído eso, pasé a leer la columna de Fritz Du Bois, director de Peru21. Para mi sorpresa -pues casi siempre suscribo lo que él opina-, menciona que, a pesar de no ser él fumador, puede sentir "indignación de que el Estado reprima a los ciudadanos... prohibiéndoles fumar practicamente en todos lados". ¿Pero no dice el propio Peru 21, como acabo de transcribir en el párrafo anterior, que la ley les otorga a los propietarios y empleadores la posibilidad de habilitar una zona exclusiva para fumadores?

Luego, dice que el Estado, en vez de conculcar las libertades de los ciudadanos fumadores, debiera poner énfasis en solucionar el problema de la contaminación ambiental producida por las emisiones peligrosas y cuantiosas del arcaico parque automotor de la ciudad. Dice: "lo que más rabia da es que esta violenta imposición proviene del Estado que es incapaz siquiera de organizar revisiones técnicas adecuadas, por lo que los ciudadanos tenemos que inhalar la contaminación del peor parque automotor en la región, que nos está matando de a pocos a todos por igual, seas o no fumador, gracias a la inmoralidad e incompetencia de la autoridad municipal y del Gobierno Central". Estoy de acuerdo en que el Estado debe solucionar aquel problema de contaminación que nos afecta a todos por igual. Basta con caminar por el centro de Lima y comprobar que el rostro de uno resulta tiznado por la cantidad de partículas de monóxido de carbono que emiten las conchambrosas unidades que circulan por allí. Pero, ¿no es un avance en la lucha por el bienestar de los pulmones de la ciudadanía la aprobación de este proyecto de ley antitabaco?

Hace un buen tiempo que no fumo. Cuando fumaba, lo hacía únicamente por "posero" en las reuniones sociales a las que asistía o en discotecas. Por "posero" me refiero a la persona que cree aparentar algo que no es adoptando poses ajenas. Con el cigarro en la boca me alucinaba bacancito. Ahora, tampoco era que aspiraba debidamenete el humo del cigarro; simplemente, retenía el humo en la boca y lo expulsaba a los dos segundos.

Considero -y existen numerosos casos de personas afectadas por el vicio de fumar que acaban con una salud deterioda, que confirman mi consideración- que fumar es peligroso. Todos somos tontos, todos padecemos de algún tipo de estupidez, sin embargo, creo que la gente que fuma es un poco más estupida que el resto pues le inflige a su cuerpo una condena a su salud que lamentará más adelante. Ahora bien, toda persona adulta tiene el derecho a intoxicarse como quiera. Perfecto, de eso se trata la democracia. Pero si quieren intoxicarse que no involucren a segundos y terceros en ese intento suicida. Dejé de asistir a las discotecas porque me fastidiaba la nebulosa asfixiante que, a los no fumadores, nos incomodaba tremendamente; aparte de dejarnos la ropa impreganda con ese característico olor a tabaco. Si así queda la ropa, al estar expuesta una fracción del día al tabaco, cómo estarán los sufridos pulmones que tienen que bancarse esa fracción.

Hasta pronto.

martes, 30 de marzo de 2010

Lima está sucia por mi culpa

De acuerdo a lo que me dijo Erick Benites, editor de la editorial Mesa Redonda, mi primer libro verá la luz en la segunda semana de abril. Hoy fui a la sede la editora para entregar la última cuota por el derecho de publicar mi libro. Como escritor principiante que no posee ningún tipo de galardón que pruebe su calidad literaria, tengo que pagar, literalmente, derecho de piso.

Al terminar esa diligencia me dirigí a casa. Para ello tuve que pasar por la Universidad Católica. Se supone que esa casa de estudios es habitada por gente que posee un cierto nivel de educación básica. Estuve sentado un par de minutos en el paradero ubicado cerca de la puerta principal de la universidad, a la espera de la combi que me llevaría a mi casa -sí, me avergüenza tener que admitir que a mis 26 años no tenga un carro, mucho menos un trabajo para obtener el dinero con qué comprarme el carro. Pero estoy en la búsqueda de empleo-.

A mi costado, un chico y una chica -tendrían veinte años seguramente- conversaban de algún tema. Era una conversación risueña. En fin , todo bien. Sin roche. De pronto, parecen advertir la presencia del vehículo que los transportaría a sus casas -o al hotel, uno nunca sabe muy bien lo que una pareja cualquiera se traiga entre manos-, se levantan y el chico deja caer una tira de papel con la mayor concha y descaro. Quise decirle algo, hacerle ver su falta, pero era muy tarde, pues el tipo salió raudamente para "chapar su combi".

De todos modos, pienso que no hubiese tenido el valor cívico para amonestarlo. Soy de las personas que, cuando el problema no es con ellos, se queda callada. Es rasgo mío me avergüenza. El haber mantenido silencio ante ese hecho me convirtió en cómplice del délito de ensuciar las calles. Como bien cita esa frase de anómino autor: La Justicia tolerante es cómplice del maleante.
Si un chico de veinte años, que estudia en la Católica, ensucia las calles con tal desparpajo y yo, que estudié en tal universidad, ´guardé deshonroso silencio que delitos contra el ornato público no cometerán las miles de personas que, desafortunadamente, no han tenido acceso a una buena educación.

Yo creo que una buena educación será la base para que gente como ese chico y yo cambie su mentalidad y: 1) Guarde la máxima observancia por cuidar el ornato de la ciudad y se guarde la basura en el bolsillo para que la deposite, más tarde, en un basurero apropiado y 2) Corrija, con vehemencia y razón, los desagravios que se cometan contra su ciudad. Sólo así, con una buena educación, este país cambiará.

Hasta pronto.

Breve introducción

Buenos días

Mi nombre es Luis Daniel Gutiérrez Híjar. Estudié ingeniería de minas en una universidad de Lima. El deseo de escribir sobre diversos temas, en especial temas políticos o de corte social, me ha impulsado a crear este blog. Quizá nadie lea lo que tenga a bien publicar en este espacio. No me importa. Tomo esto como una manera de canalizar los miles de pensamientos y observaciones que acuden a mí mientras camino por la calle, reviso el periódico, veo una película, miro la tele o leo un libro. Es decir, los contenidos que trataré serán muy aleatorios.

Sin embargo, cada tema tendrá un punto de comunión con el subsecuente: la mirada escrutadora y confrontacional que le da el título a este espacio.

Es la primera vez que escribo en un blog. Recién ayer creé esta página. Recuerdo que en el año 1995, el diario El Comercio lanzó una interesante propuesta en la que invitaba a todos los estudiantes escolares de Lima -no sé si la propuesta abarcaba a los estudiantes de provincias- a enviar artículos que, luego de una minuciosa selección, se publicarían en una sección en el diario habilitada para dicho fin. Cada colegio enviaría a tres representantes.
En mi colegio, el Baden Powell de Los Olivos, la selección de los representantes estuvo a cargo de la maestra de literatura y lenguaje Dula Luyo. En mi aula eligieron a una chica que era la primer puesto en el orden de mérito académico -yo, modestamente, ocupaba el tercero-. Su nombre era Lilian. Ella era, además, hija de la maestra Dula. Estoy seguro de que esa relación madre-hija no fue el motivo principal para Lilian saliese elegida. Sin embargo, no hubo una selección formal. Creo que -y si miento que alguien involucrado en este tema ya pasado, me corrija- la elección de Lilian fue a dedo y debido a sus meritorias calificaciones en el curso de Literatura. Guardo gratos recuerdos de aquella profesora pues gracias a ella leí algunos clásicos de la literatura en mi etapa colegial.
Lilian llegó a tener un artículo publicado en el decano del Perú. El artículo fue recortado de un ejemplar del diario y tachueleado en el periódico mural del colegio. No recuerdo de qué versaba la columna pero sí que el nombre Lilian aparecía allí, al lado del nombre de colegio.
Al año siguiente, debía elegirse nuevos representantes. En ese año, cambiamos de maestra en Literatura -la profesora Dula, se encargó de enseñar en otros grados-. El nombre de la nueva profesora no ha quedado grabado en mi mente. Sólo trabajó ese año en el colegio. Quizá por ese hecho su nombre me resulta esquivo.
En cierta ocasión, esta maestra nos hizo representar en el aula el drama de Ollantay. Cada uno de los alumnos íbamos a representar un papel de aquella obra incaica. También se ha hecho humo en mi memoria el papel que me tocó representar. Sin embargo, recuerdo que en uno de los diálogos que me tocó decir, troqué la palabra "apresar" por "aprehender". Este cambio lo hice inopinadamente pues "apresar" no la tenía en la punta de la lengua como "aprehender".
La profesora se sorprendió por ese hecho: un alumno de primero de secundaria manejando una palabra tan poco conocida. La palabra aquella la tenía alamcenada y en uso en mi acervo verbal debido a los libros de literatura que disfrutaba leer.
Inmediatamente me nombró representante del segundo de secundaria para ocupar el cargo de corresponsal de El Comercio.
Hasta hoy lamento el nunca haber enviado un artículo. Ni siquiera redacté un borrador. Nada. Decepcioné tremendamente a las autoridades de mi escuela. Supongo que no encontraba sobre qué escribir, me sentía muy pequeño intelectualmente como para escribir algo y que otras personas lo lean.
Por eso, luego de tantos años, esta página será mi revancha por todos esos artículos que nunca escribí. Me gustaría escribir para un diario, pero mejor es ir yendo paso a paso.

Esta introducción o presentación no ha sido muy breve como indica el título pero creo que refleja mi motivo para escribir sobre lo que me marque.

Hasta pronto.