lunes, 11 de abril de 2011

GENTE III

El alto mando militar, un hombre de barriga montubia y pelada brillante, que está vestido con una camisa de seda celeste, unas bermudas beige y unas alpargatas marrones, está a punto de girar la manija de la puerta del baño de la sala. Al otro lado de la puerta, el ingeniero apitucado se prepara para aspirar la última línea de su ración de coca. Está bien riiiica esta coca, conchesumare.

El brazo militar se va extendiendo hacia la puerta. Una mano trigueña se posa rápidamente sobre el brazo peludo del cachaco: es la Eulalia, la chola de la casa, la empleada, la mujer con la que el militar sostiene relaciones sexuales en repetidas noches. Y la esposa de este mierda lo sabe, pero se hace la loca porque luego ¿quién chucha la va a mantener y regalar las comodidades a las que está acostumbrada?

Oye, tu hija necesita útiles pa su colegio. Dame algo, pue. Eulalia tiene tetas enormes y una niña con el alto mando militar. Por esas colosales y riquísimas tetas el capitán es capaz de cortarse los huevos. La existencia de la hija bastarda del coronel es un tema que la esposa del cachaco ignora totalmente. ¿Y si esa mujer supiera que su esposo tiene una hija con la chola, lo aguantaría? Puta, no sé, cuñao, creo que no, quién chucha la mantendría sino.

¿Y por qué no revelas el nombre del milico para que no sigas usando sinónimos de su profesión? Muy fácil pues, sobrino, porque todavía no se me ocurre ninguno ¿Estás seguro que es por eso? Bueno, tengo muchas ganas de escribir el verdadero nombre de este personaje y dejar al descubierto sus miserias, pero si lo hago, mañana aparezco muerto de todas maneras, mi cuerpo flotando sobre las turbias aguas del río Rimac. Ya después me invento un nombre, sobrino. Por el momento lee nomás y no me jodas más. Puta, por las huevas eres “confrontador” entonces. Calla, sobrino, y lee.

El militar no lleva plata consigo. Se dirige a su habitación. Detrás de él va la chola. Para el militar no es problema desembolsar mil soles diarios de sus arcas. Habría que ver cómo y cuánta plata ha robado en estrecha complicidad con el círculo de militares más afín al mandatario nacional. Le da dos mil soles a la chola. Cómprale lo mejor, ya sabes. El mes que viene te doy más. Ya lo sabes muy bien, chola de mierda, para mi hija lo mejor de este mundo ¿Quieres que vaya a tu cuarto hoy noche? Ya me corte los pelos de abajo como querías. No, chola, hoy no. Hoy es el aniversario de mi mujer. Ya quedé para tirar en el Marriot. Primero vamos a cenar en este restaurante que un amigo acaba de abrir en San Isidro. Ojalá que no se le llene de cholos como el local de mi amigo Hernán. A pesar de que ese huevón puso bien altos los precios de los platos, los cholos arribistas le cayeron como manada.

La Eulalia pone el fajo de billetes dentro de su sostén. Da media vuelta y se retira. El militar le queda mirando el culo. Ya no lo ve con el mismo ardor con que lo veía antes ¿no ves que ese culo ya es de él? Si o no, brother: Cuántas veces le habrá roto el culo a la chola ese generalote. El militar se agarra la verga y recuerda que tiene que echarse un par de píldoras de viagra para responderle debidamente a su señora. Pero, primero lo primero: a cagar.

El general abre la puerta del baño y ya no encuentra al ingeniero apitucado. Éste va al volante del auto de su enamorada con rumbo a la reunión amical. Maneja el auto con tal desparpajo, con tal concha, como si fuera de él. Conduce el carro con una velocidad inusitada, como si estuviera siendo perseguido por un contingente policial. Su blonda enamorada lo observa fascinada. No tiene idea de lo duro que está su enamorado, no tiene puta idea de que su joven ingeniero en esos momentos se cree Flash.

En un semáforo, el auto se ha detenido. Ah, chucha, después de todo, el ingeniero engreído era consciente, causita. Noooo, nada que ver: ha parado porque quería rascarse la ñata. Le picaba mucho. Hay otro auto, igual de lujoso, al lado. Un chico rubio, guapo, de cabello largo está al volante. Ay qué cabro para decir que el chico está guapo, sao!!! Oe, qué tienes, compare. Era guapo el pata, pes. Déjame contar, carajo. Ya, está bien, pero no te me sulfures.

La enamorada del ingeniero acomplejado lo ha reconocido: es su ex enamorado de la época del colegio. Está más guapo de lo que era. Está lindo. Por la puta primera vez en su vida, ha dejado de admirar a su ingeniero y está mirando, todavía con algún disimulo, a ese ex enamorado que está como ella –y todas- quieren. El chico tiene la cabeza tirada hacia atrás. El cabello le cae con cierto glamour y estilo. Está churrísimo. Ve a su ingeniero medio acholado y ya no lo está encontrando tan atractivo.

La luz del semáforo va a cambiar a verde. El ingeniero se dispone a poner primera. Su enamorada sigue mirando al otro chico. El otro chico endereza su cabeza y una chica emerge del regazo de él: una morena guapa que se pasa la mano por la boca como para limpiarse algo.

¿Se la estaban chupando? Así parece, causa. La rubia no se iba a quedar con la curiosidad. No arranques, no arranques, le grita la rubia al ingeniero. Éste reacciona como si se despertase de un sueño y quita el pie del acelerador. La rubia baja del auto. Va a encarar a su ex.

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