viernes, 22 de marzo de 2013

Óscar y las mujeres - Santiago Roncagliolo


Opinión de un vago


A pesar de que, en diversas entrevistas, Santiago Roncagliolo ha dicho, con incisivo ahínco, que es un escritor de humor, sus novelas –sobre todo la última publicada “Óscar y las mujeres”- lo desmienten.

Santiago Roncagliolo es un autor prolífico. Ha escrito varias novelas, algunas de ellas muy interesantes por su misterio e intriga (“Abril Rojo”, “Tan cerca de la vida”), otras muy audaces (“Pudor”), polémicas y provocadoras (“Memorias de una dama”), alguno que otro plomazo insufrible (“El príncipe de los caimanes”) y, hace poco, “Óscar y las mujeres”, novela con pretensiones humorísticas que defrauda la justa expectativa del lector seguidor de Roncagliolo pues no haya entre sus líneas algo que provoque la risa. Resultó, pues, que esta publicación puede ubicarse en el estante de los plomazos masticables. Terminé de leerla solo para no echar por la borda el tiempo que ya había consumido en las primeras páginas.

Si nos circunscribimos al ámbito peruano, no hay autor más mordaz, verídico, satírico e irónico que Jaime Bayly. Sus novelas están preñadas de un humor muchas veces fino y de una ironía siempre desternillante. El lector seguidor de las publicaciones de Bayly, libros y columnas, difícilmente podrá desternillarse de risa con las aparentes “jocosas” situaciones sembradas en “Óscar y las mujeres”.

Roncagliolo ha dicho que es un escritor versátil, cuyo principal objetivo es no encasillar sus libros en ciertos temas, lo cual es plausible y lógico puesto que nadie quiere estancarse en sitio alguno. Sin embargo, Roncagliolo no tiene madera de satírico, humorista e irónico. Esto, por supuesto, no desmerece la calidad de cierta parte de su obra.

“Óscar y las mujeres” ocurre en la peor época de la carrera profesional de Óscar Colifatto (apellido que asocié, por similitud en el lexema, a la palabra “coliforme”. Óscar tiene mucho de coliforme, de bacteria, en su trato con el mundo que lo rodea). Otrora guionista y mente creadora de las renombradas telenovelas La Malquerida o La Ruleta de la Pasión, Colifatto atraviesa por una sequía de éxitos. No obstante ello, intenta reflotar su carrera con el guion de Apasionado Amanecer, culebrón ambientado en el siglo XIX que, debido a la presión de su codicioso productor, el inescrupuloso Marco Aurelio Pesantes, tendrá que ambientar en este vertiginoso y aburrido presente, con el fin de reducir los imaginables costos que una súper producción de época acarrearía. Así, los actores que encarnarán a los personajes de Colifatto son estrellas ya extintas, ex prostitutas o ex bailarinas de table dance. A eso, súmesele la ruptura sentimental del guionista con Natalia, odontóloga de profesión, quien, harta del comportamiento frío, pragmático y maniático de Óscar decide tronchar el vínculo. Hay una situación -pretexto perfecto para que ella proceda con el corte de la relación-, que involucra la presencia de un profiláctico usado.

Colifatto no puede crear sin musa. Porfía por regresar con Natalia, sin darse cuenta de que en su vida entrará poco a poco, y sin que ni ella ni él lo noten, la vecina del departamento contiguo al suyo, la vecina del 4-B, Beatriz (nombre que nos recuerda a la musa inspiradora del italiano Dante Alighieri). Esta vecina propulsará, sin que ella se lo proponga, el cambio que Colifatto nunca se esperó pero que siempre urdió en cada uno de sus personajes protagónicos.

Como dicen los americanos, long story short: “Óscar y las mujeres”, novela desapasionada y desprovista de verdadero humor.


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