viernes, 9 de marzo de 2012

D es papá

Antecedentes

Los problemas entre D y W se solucionaron; no del todo, pues todo problema en el amor nunca termina por resolverse mientras perviva ese amor, pero, al menos, aquel gran impasse, pudo ser sorteado gracias a una sensata conversación, la cual no estuvo exenta de lágrimas, besos, llanto y más llanto.

El día

La ginecóloga de W le dijo que, el día 8 de marzo, tenía que acercarse a la clínica e internarse de emergencia para que se le practicara una cesárea. Debía estar allí a las 10 de la mañana. Ese día desaparecería esa barriguita que tantos trajines, calores y vértigos le venía dando. Ese día podría verle la cara a la causante de esa gran barriguita.
D ha ido temprano a la oficina en donde trabaja. Ha hablado con su jefe y le ha contado sobre la situación de su esposa W. Ha obtenido el permiso para ausentarse y acompañar a W durante su riesgosa operación.
De regreso en el departamento del Centro de Lima, D toma un baño y se pone una ropa más ligera. W se aseguraba de que su maleta estuviese completa. A las 9 ambos tomaron una combi que los dejaría en la clínica. D siempre quería ahorrar unos centavos, a tal grado viajaba con su esposa, en el mismo día del parto, en una combi hacia la clínica.
A las 10, W ya estaba echada sobre la cama del cuarto 501 de una conocida clínica en la avenida La Marina. Algunas enfermeras se encargan de colocarle suero. Luego, cada tanto, entraba al cuarto el cardiólogo, la anestesióloga, la obstetra, la ginecóloga, etc. Tomaban los datos que les serían necesarios para efectuar una operación exitosa.
Poco tiempo antes de que se ejecutara la cesárea, ocurrió un problema: la gente de administración hospitalaria de la clínica no tenía muy claro si el seguro de D y W cubriría el costo de la cesárea. A D, en su trabajo, le habían explicado que, en caso de tratarse de un alumbramiento natural, ésta sería costeada en su integridad por la aseguradora. Si se tratase de una cesárea, la aseguradora cubriría lo que costase un parto natural, pagando D, en efectivo, la diferencia.
Sin embargo, aquello que le habían explicado no sucedería. Al parecer, según la gente de la clínica, el costo de la cesárea debería ser asumido en su integridad por D. D, para variar, no tenía un centavo en el bolsillo: su sueldo de febrero ya había sido distribuido y consumido.
D coordinó el asunto con Recursos Humanos de la empresa para la que trabajaba. Le dijeron que no se preocupase, el seguro asumiría los costos que ya le habían explicado con anterioridad.
W fue internada y operada. D presenció la operación, vio a su hija salir de las entrañas de su madre. En la sala de operación había cerca de diez personas. D se sorprendió del número de personas que intervendrían en la cirugía. De repente, aquí van a dar a luz dos mujeres. Buscó infructuosamente a la segunda parturienta, pero no vio a nadie más que a ese gentío de médicos y su esposa en la camilla. Efectivamente, todas esas personas se encargarían de asistir a su pequeña hijita y a W para que las cosas marcharan bien.
D tomaba fotos. Solo le estaba permitido tomar fotos. De ningún modo podría registrar en video los acontecimientos. Tenía a su lado a un enfermero y a una enfermera que vigilaban atentamente que D no grabase nada.
Un instante que cambió la vida de D fue aquel en que vio la pequeña y peluda cabecita de su hija aparecer en medio del vientre de su esposa. Varias manos enguantadas, agarrando esa pequeña cabecita, pugnaban por extraer a la bebita. W tenía a una anestesióloga y a una obstetra encima de ella, ambas ejerciendo presión sobre su vientre para liberar a la bebé.
Sería las cuatro y media de la tarde cuando la hija de D estuvo completamente afuera del vientre de su mamá. Ahora sí, D era papá. Las cosas no volverían a ser como antes; serían mejores.
Morgana Daniela pesó 3000 gramos y midió 48.5 cm. D ahora solamente tenía ojos para ese pequeño pedacito de gente.
Al día siguiente, D y W se dieron cuenta del poder mágico que tiene su pequeña hija: el seguro cubriría todo la operación. D y W no gastaría un sol.
Según sus detractores, Morgana Daniela es más parecida a su papá que a su mamá. Sin embargo, aquellos que la defienden dicen que, efectivamente, es parecida a su padre pero en extremo mejorada. D no se cansa de quitarle los ojos de encima. No pensó jamás que la llegada de Morgana Daniela pudiera ejercer tal poder sobre él.
Como dice la letra de una canción de Hastakinomás: “tan solo bastó un día para llegarte a amar”.

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