martes, 6 de agosto de 2019

Pongo “The Doors”, leo a Huxley y me inyecto mezcalina en la terraza de mi casa


“The Doors” trascendió el concepto de rock. Fue un accidente irrepetible en la Historia. Desde la concepción del nombre, nos damos cuenta de su contenido poético, de su desgarradora profundidad metafísica, de sus geniales aullidos en el desierto que sacuden las cadenas de la opresión.  

¿Quién, en estos tiempos, bautiza a su banda o grupo musical con referencias al oscuro simbolista William Blake o al místico lisérgico Aldous Huxley? Casi nadie. Jim Morrison lo hizo.

Considerado un genio, Jim se sumergió en la filosofía y el misticismo desde muy pequeño. Antes de terminar la secundaria, ya había leído todo Nietzsche y se había hecho fanático de “On The Road”, del beat Jack Kerouac.

Cuando Jim y Ray Manzarek, tecladista de la banda, deciden unir sus talentos para crear música, eligen “The Doors” como nombre del grupo. ¿Por qué “The Doors”[1]? Aquí viene lo genial: porque Jim había leído toda la obra de Aldous Huxley. Uno de sus ensayos lo cautivó particularmente: “The Doors Of Perception”[2]. En ese trabajo, Huxley describe sus experiencias físicas y mentales con la mezcalina. Huxley era de esos escritores que experimentaban las pulsiones del mundo en el propio cuerpo para legarlas luego en el papel con la minuciosidad y lucidez debidas. Bueno, pues, Huxley nombró su ensayo a partir de un verso del maléfico poeta inglés William Blake, de quien Jim era también ferviente admirador. El verso de Blake decía: “If the doors of perception were cleansed, everything would appear to man as it is: infinite”[3].

Entonces, “The Doors” era el nombre perfecto. Si aún no los has escuchado, escúchalos. Las puertas de tu mente se abrirán a un mundo de estridente, melódica y libertaria poesía.

El influjo de “The Doors” enriqueció mis lecturas. Así se revela la trascendencia y el impacto de un genuino artista sobre su público. No solo llevo conmigo inolvidables himnos como “Moonlight Drive”, “Light My Fire”, “Touch Me”, “Riders Of The Storm”; sino también los profundos y remecedores contenidos de las obras de Huxley (“Eminencia Gris”, “Las Puertas De La Percepción”, “Un Mundo Feliz[4]”, “Viejo Muere El Cisne”) y de Blake (“El Matrimonio Del Cielo Y El Infierno”).




  
  


[1] Las puertas.
[2] Las puertas de la percepción.
[3] Si las puertas de la percepción se purificaran, todo aparecería ante el hombre tal cual es: infinito”.
[4] Una próxima novela mía, según anuncié en la portada interior de mi libro “El Solitario De Zepita”, se llamará “Un País Feliz”. Mera coincidencia.

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