miércoles, 23 de febrero de 2011

Me gustaría...

Me gustaría viajar a Chimbote con Wendy algún fin de semana de Marzo.

Me gustaría que mi papá corra con los gastos de mi pasaje y el de ella, porque, a pesar de que ya cuento con un modesto trabajo, quisiera ahorrar algo de mis modestos ingresos. Asimismo, y siempre con el objetivo de abaratar o disminuir costos, me gustaría que mi papá nos provea de alojamiento y comidas en su casa, teniendo en cuenta que ésta es grande y espaciosa.

Me gustaría ver a Wendy interactuando con Raulito, Raquelita y Alejandra. Wendy tiene un don maternal y un trato inigualable hacia los niños. Ella derrocha ternura, alegría, simpatía y dulzura siempre que trata con un niño.

Me gusta contar con personas en las que pueda confiar sin temor a ser juzgado o ferozmente criticado.

Me gusta saber que puedo contar con mi mamá, quien, a pesar de percibir bajas rentas que, con nula holgura, nos permiten comer día a día, me ofrece su comprensión y apoyo incondicional.

Me gusta saber que puedo contar siempre con la complicidad y ayuda de Lika, la esposa de mi papá. La última vez que fui a Chimbote, ella me dijo que si alguna vez me faltaba algo, no dudase en hacérselo saber, que ella gustosa me tendería una mano. Y efectivamente, así fue. En cierta ocasión (hace poco menos de un mes) me encontré urgido de disponer de una cantidad no menor de dinero. No recurrí a mí mismo pues no tenía trabajo y mis ahorros ya se habían esfumado. No recurrí a mi papá porque me iba a hacer muchas preguntas antes de soltarme algo de ayuda. No recurrí a mi mamá porque estaba sin dinero (o al menos, no contaba con el que yo necesitaba). Me acordé de la sincera proposición de Lika. Vencí mi orgullo de pedirle dinero a alguien que no fuera mi papá o mi mamá. Sin embargo, Lika se había encargado de afianzar nuestros lazos al brindarme su confianza diciendo que ella era “mi segunda mamá”. Le pedí el dinero prestado telefónicamente. Ella se ofreció gustosa y encantada a colaborar conmigo, sin preguntarme para qué era el dinero. Si llegas a leer esto, Lika, ten por seguro que valoro y tengo muy en cuenta el generoso gesto que tuviste hacia mí.

Me gusta ver a Wendy tan entusiasmada porque dentro de pocos días se realizará el desfile de la ropa de su tienda durante una fiesta gótica. En las noches se aparecen sus modelos y ella se afana, con pareja emoción, probándoles las ropas adecuadas para el día del evento.

Me gustaría dejar de masturbarme compulsivamente los días feriados y no laborables en que no veo a Wendy, o los días no laborables y feriados en los que Wendy y yo no hemos concretado ningún tipo consumación del acto sexual.

Me gustaría encontrar interesantes la mayoría de canciones dark metal, gothic metal, new wave, depressive metal que le gustan a Wendy. Desafortunadamente, la atracción y la predilección que siento por la música punk siempre serán más fuertes que los deseos de satisfacer musicalmente a Wendy.
Me gustaría no venirme tan pronto cuando estoy en la intimidad con Wendy. Me gustaría hacerle el amor a Wendy hasta en cinco oportunidades en una sesión y no en las casi dos (con las justas) con las que la voy dejando insatisfecha por estos días.

Me gustaría jugar bien el día de mañana al defender los colores de la empresa para la que trabajo. Procuraré evitar que algún jugador del equipo contrario ponga un pie en el área crítica. Si el rival se las ingenia para eludirme, yo me las ingeniaré para que, unos centímetros después, no continúe con su amenazante trayectoria.

Me gustaría nunca haberles mencionado a mis familiares que Wendy es gótica. La intolerancia y los prejuicios se erigieron inmediatamente en el terreno y facilitaron los vituperios y críticas destempladas hacia ella, sin siquiera ellos haberle dado la oportunidad a ella de expresarse y darse a conocer.

Me gustaría que mi abuelita vea sin prejuicios a Wendy. Sospecho que podrían llevarse bien.

Me gustaría viajar a Barranca con Wendy un fin de semana de fines de Marzo, reunirme con mi tío Roger y enfrascarnos él y su chica, Wendy y yo en una amena charla acompañada de no pocas botellas de cerveza.

Me gustaría escribir para un diario, expresando mis enervantes opiniones (no faltará quien diga que mis opiniones son irrelevantes y estúpidas, pues puede que tengan razón) y ganando un dinerillo extra.

Me gustaría decidirme a sentarme a la computadora un buen día, o algunas fracciones de día, para terminar de escribir mi primera novela (la tengo avanzada en un diez por ciento, matemáticamente hablando) cuyo tentativo título sería “El Ingeniero Broca”.

Sería fantástico cumplir el sueño que Wendy y yo compartimos de establecer una especie de institución que brinde desayunos ya almuerzos a los chicos económicamente desfavorecidos del Centro de Lima. Espero que si Wendy y yo dejamos de ser enamorados, todavía perviva la amistad (que creo que es lo que debe prevalecer ante todo en cualquier relación humana) y el deseo de llevar a cabo ese benéfico sueño.

Me gustaría no haber escrito muchas de las cosas que he mencionado aquí, pero, como todo escritor, estoy poseído por aquellos muy mentados demonios que me compelen a plasmar los hechos significativos (hechos que me alegran o me joden) de mi anodina vida.

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