El sociólogo Gonzalo Portocarrero presenta un análisis
desapasionado, objetivo y calmo sobre las condiciones que propiciaron el
surgimiento de Sendero Luminoso, cuyo verdadero nombre fue Partido Comunista
del Perú: Por el sendero luminoso de José Carlos Mariátegui.
Se explica, en el libro “Profetas del Odio”, que Guzmán
confunde en un solo dogma las ideas que José Carlos Mariátegui expuso en sus
Siete Ensayos sobre la Realidad Peruana –realidad, aclara el autor, referida al
Perú serrano de los años 20- y las doctrinas marxistas. En los años 20 el
gamonalismo todavía persistía en algunos lugares de la sierra del Perú para mal
de los llamados “indios”. En cambio, en los años 70, en que surge Sendero
Luminoso, el gamonalismo ha desaparecido y ya no es el gamonal aquel que
personifica la tiranía y el odio. Por tanto, las ideas de Mariátegui al respecto
caen en saco roto. Guzmán dirige entonces el odio al otrora gamonal hacia
cualquier persona que represente cierta autoridad. Es así que los enfebrecidos y
enceguecidos seguidores de Guzmán atentan contra el indio que ahora es
autoridad, contra el policía, contra el alcalde, contra el comerciante.
En el libro se hace un interesante análisis del cuento “El
sueño del pongo” de Arguedas, en el cual se retrata la tiranía que el gamonal
hace merecer a un indio humillado y apocado. Los análisis no quedan allí sino
que se extienden a cuadros de Cristos, a los textos escritos por Víctor Zavala
Cataño, dirigente senderista y dramaturgo guerrillero, quien a través de sus
puestas en escena, simples, directas, maniqueístas y tergiversadoras de la
realidad que cumplían la función de adoctrinar a las masas en la ideología “justiciera”
de Sendero Luminoso. Además, Portocarrero analiza, al final del libro, viñetas
incautadas a cierto senderista, dentro de una cárcel, cuyo fin último era,
aparentemente, el de la propaganda. Hace énfasis el autor en la ausencia de
texto en las viñetas, lo cual indicaría que a las masas, a los seguidores, se
les atrae por medio de las imágenes y no del discurso. Sendero Luminoso evitaba
que sus seguidores leyeran algo distinto de lo que el “Presidente Gonzalo” haya
dictaminado. Solamente se debía acatar lo ya dispuesto por la cúpula.
Por otro lado, la personalidad de Guzmán se disecciona
llegando a mostrar a un tipo que jamás recorrió los campos en busca de adeptos.
No le gustaba ensuciarse los zapatos. Era un tipo que vestía bien y tenía fama,
cuando catedrático en la universidad huamanguina, de hombre muy leído. No es
pues el líder carismático que las masas solicitaban. Su magnetismo radicaba en
su aparente sapiencia.
Esta ausencia del tan mentado misticismo de Guzmán queda
palmariamente demostrada en el estudio que hace Portocarrero del video del
baile de “Zorba el griego”. En esa reunión, cuyos participantes son las cabezas
de Sendero Luminoso, incluido el propio Guzmán, los seguidores aclaman
tácitamente la “presencia” del líder, algún discurso, alguna señal, algo que
les renueve la espiritualidad senderista. No embargante, las ansias de los
circunstantes quedan defraudadas.
En estos días en que la juventud peruana ha olvidado
completamente a los hechos y los protagonistas de los sangrientos años pasados,
conviene leer los “Profetas del odio” para evitar la ocurrencia de aquellos vitandos
y nefastos sucesos.
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