jueves, 3 de junio de 2021

En mi muro - Capítulo 2 (Novela de Daniel Gutiérrez Híjar)

Gracias a ella, me creé una cuenta en Tinder. Me pidió que le bajara la intensidad a mis insistencias; que si quería que recuperara su confianza en mí, no debía presionarla de ese modo.

¿Qué podía hacer para dejar de revisar constantemente el celular en espera de sus mensajes, alerta a si ella estaba en línea o no en el WhatsApp?

Recurrí a la vieja confiable: buscar la atención de otra chica. Un clavo saca a otro clavo o, cuando menos, lo distrae muy bien.

Entonces, creé una cuenta en Tinder y conocí a Carolina, que vive en La Molina.

Han pasado dos días y ya somos enamorados por WhatsApp, modalidad romántica de mi inventiva que no le implica demasiado compromiso a la dama, según le expliqué a Carolina. No te sientas obligada a decir que me quieres o me amas si es que no lo sientes. Pero yo sí te diré que te amo, que eres mi amor, mi bebé, porque así lo siento. ¿Entiendes? ¿Te parece? Entendió y aceptó.

Las conversaciones con Carolina son frecuentísimas. Las canciones que le interpreto por WhatsApp (con gallos incluidos) han contribuido grandemente a que me diga, hace unos pocos minutos, que le gusto mucho, que le encanta que sea un loco calato, que se está enamorando de mí, pero que teme ilusionarse. No quiero entregarme aún del todo para que luego termines rompiéndome el corazón, me escribe. Tranquila, la calmo. Como has visto, soy un pata alegre, despreocupado, inofensivo. Déjate llevar, le digo, repitiendo aquellas líneas que le dijo Christian Meier a Santiago Magill antes de entreverar sus lenguas en “No se lo digas a nadie”.

Por otro lado, lo que buscaba originalmente, ha sido logrado: dejar de atosigar a mi ex con mis desesperados whatsapps de reconquista. Ha notado la reciente infrecuencia de mis mensajes y es ahora ella quien me los envía a mí, quien me saluda por las mañanas y me escribe un ¿cómo te está yendo en el trabajo? por las tardes.  

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