viernes, 22 de diciembre de 2023

Novela "El conquistador de Risso" de Daniel Gutiérrez Híjar - Capítulo 05 de 17

 


El jefe

 

Dicen que me burlo de todo, me río de todo,

porque me burlo de ellos y me río de ellos,

y ellos creen ser todo.

Jacinto Benavente

 

A ver, empezamos. Gómez, habla.

Gómez se paró y leyó de un papel: Estos son los resultados de la encuesta de clima laboral que se realizó hace dos semanas.

Enderezó la hoja, que tenía una esquina medio doblada, y continuó: Como se puede apreciar, señaló al gráfico proyectado en la pared acrílica, tuvimos un noventa y ocho por ciento de participación. Lo cual considero que es una buena marca. Bueno, de esa muestra, se determinó que…

Aguanta, aguanta, chochera, dijo Omar Palma, el dueño de la consultora Palma & Co. S.A. ¿Cómo que noventa y ocho por ciento? ¡Y todavía te parece muy bien noventa y ocho por ciento! ¡Por qué no participaron todos, carajo! se exaltó; en pocos segundos, se fue de cero a cien. ¡Habla, ¿te parece bien?!

Gómez tartamudeó, quería decir algo, pero nada le salía de la boca.

Palma se desesperó todavía más. Le lanzó el plumón de pizarra que tenía en la mano: ¡Habla, mierda! ¡¿Te parece bien?!

¡No!, lloró Gómez y se arrodilló en el suelo. ¡No, no me parece bien, jefe!

¿Quién chucha es ese dos por ciento que no respondió el cuestionario del clima laboral?

Gómez no quería delatar a Luis Fuentes, el único empleado de los cincuenta exactos que trabajaban para Palma & Co. S.A., que no había respondido el cuestionario. Fuentes le había prestado cien soles hacía año y medio y lo mínimo que podía hacer era no delatarlo, ya que no tenía planeado devolverle lo prestado.

Si no me dices quién es ese dos por ciento, ahora mismo coges tus cosas y te me largas de la empresa.

 

***

 

El teléfono de Luis Fuentes sonó a las ocho con veintipico minutos. Era un número desconocido. Para que no suene más y le joda la mañana, canceló la llamada.

Volvió a rebujarse en la rica colcha de la cama de invitados de su nuevo amigo, o socio, Carlos Sánchez, el gordo.

Pero no pasó ni un minuto cuando volvió a sonar el teléfono. Canceló nuevamente la llamada y se hundió todavía más en la suavidad de esa colcha.

Unos segundos después, el teléfono volvió a arremeter; reclamaba una contestación.

Mejor lo apago, carajo, pensó Luis, muy decidido a ejecutar sus intenciones. Estaba a punto de presionar el botón de apagado cuando entró un mensaje de voz. Lo escuchó: ¿Este es el número de Luis Fuentes? Soy Omar Palma, dueño de Palma & Co. S.A., la empresa en la que usted trabaja desde… (se oyó que algunas voces le filtraban un dato), desde hace tres años. Por favor, contésteme el teléfono que lo estoy llamando y llamando y nada. No debería yo estar haciendo esta llamada porque se supone que usted debería estar aquí, en su sitio, en su cubículo, trabajando para mí, pero resulta que tengo que llamarlo yo a usted como si yo fuera su sirviente. Hágame el favor de presentarse aquí inmediatamente o considérese despedido.

Tocaron la puerta. Era el gordo Sánchez. Desde detrás de la madera preguntó si todo estaba bien.

Claro, todo bien. Ya salgo, estimado.

Sánchez le ofreció panes con jamón y jugo de naranja en caja. Hoy no ha venido mi empleada, se excusó. Es todo lo que tengo. Cuando está ella, hace juguitos y cositas tipo chef.

Comieron en silencio. Sánchez no dejaba de revisar su celular. Escribía mucho. En cierto momento, le mostró la pantalla de su celular: la foto de una jovencita sonriente.

Hoy tengo casting. Aunque siempre desconfío de estas huevonas que solo me mandan sus caras. Son de más garantía las que vienen ya recomendadas. En esta chica y en dos más invertiré tus cinco mil dólares. ¿Qué te parece?

Está bonita.

Eso no basta. La cité para las tres. Vamos a ver si pasa el casting. Para que yo me venga, uff, tiene que ser una loba la hembra. 

¿Te puedo acompañar?, dijo Luis, tras terminar su vaso de jugo.

¿No trabajas? ¿No tienes nada que hacer más tarde?, preguntó el gordo con cierta desconfianza. No vaya a ser que tus cinco mil dólares hayan venido de alguna fuente negra. Yo estoy alejado de la polémica. Por eso me va bien.

No, cómo va a ser. Mi dinero es honrado. Y sí trabajo, solo que hoy tengo el día libre. Más bien, ahora que lo recuerdo, tengo que ir a la oficina para dejarle un encargo a mi jefe.

Así me gusta, se tranquilizó Sánchez. Si tienes tu chamba, no la descuides. Si nos va mal con tu inversión, al menos siempre tendrás algo seguro con tu chamba. Nunca dejes la concha gastada de tu mujer por tres o cuatro conchas gastadoras y de alquiler. Siempre trata de conservar tu trabajo, hermano. Ya quisiera yo tener una vida normal. Sánchez tenía cinco panes con jamón delante de él. Ya se iba comiendo dos. Mi chamba es jodida. Uno tiene que haber nacido tres veces y estar de vuelta cinco.

Cuando terminaron de desayunar, cada uno enrumbó hacia su destino: Sánchez hacia Lince y Luis hacia Surco.


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