martes, 25 de mayo de 2010

Gente de mierda

En su columna de hoy la doctora Carmen Gonzales cuenta que está muy asustada por el incremento de la violencia en las calles, en donde una banda de barristas te puede matar en plena vía pública o arrojar por pura diversión de un medio de transporte en movimiento.

Afirma también que la culpa de los hechos de corrupción y sevicia no es exclusiva de los que los cometen sino también de las víctimas, que toleran, no denuncian y permiten que el estado de cosas continúe.

La doctora Carmen Gonzales dice: “Cuando hay agresión, también el agredido es responsable, o sea, usted y yo, que nada hacemos por defendernos; que hemos elegido gobiernos corruptos desde que se inició la República; que nos sentimos ciudadanos solo el día de las elecciones; que creemos en todo lo que nos dicen porque es más fácil”.

Me indigno cuando veo que jóvenes entre los 18 y 30 años leen periódicos exclusivamente deportivos en lugar de enterarse cómo maneja el país la gente que ha elegido para dirigirlo. Están más interesados en saber qué dijo tal jugador de fútbol, cuál será la alineación de su equipo favorito para el próximo encuentro o cuántos carros tiene aquel futbolista que ha anotado muchos goles en una liga extranjera.

Respeto la libertad de expresión. Respeto que exista variedad de información para todos los tipos de gusto. Lo que me exaspera es ver que los jóvenes de más bajos recursos, sobretodo, malgasten su tiempo leyendo tonterías.

Comprendo también que los jóvenes de más bajos recursos no tengan tiempo para informarse cumplidamente de la realidad nacional. Sin embargo, he podido ver que el poco tiempo libre que encuentran en sus faenas diarias lo emplean en leer sobre asuntos que están totalmente divorciados con la realidad política y social del país.

Por ello, cuando llega el momento de elegir un nuevo gobernante, es esa masa desinformada la que será fácilmente encandilada por los candidatos populistas quienes a base de promesas sin fundamento “comprarán” sus votos.

Hace tres semanas, luego de haber estado bebiendo con unas amigas en una discoteca de Los Olivos, decidí visitar a mi antiguo barrio para hacer hora hasta que pasasen carros que me llevasen a La Perla.

Al llegar a mi antigua cuadra, me encontré con unos amigos que estaban bebiendo en la esquina del descuidado parque de mi ex barrio. Se sorprendieron al verme y me invitaron unos tragos de sus botellas de cerveza. Me dijeron justamente estaban hablando de mí.

Cuando estoy con mucho alcohol encima, se me revela toda la personalidad ego maníaca que llevo dentro. Me convierto en un míster Hyde de la vanidad y la altanería. Muchas veces, con litros de cerveza o cualquier otra bebida alcohólica en la sangre, me convierto en un ser que defiende sus ideas con los puños.

Llevé nuestros temas de discusión hacia el terreno político. Como era de esperarse no había entre ellos alguien que pudiera conversar conmigo sobre esos temas. Estaban más perdidos en los asuntos de actualidad política y social que yo en materia de deporte nacional e internacional.

No recuerdo cómo pero uno de ellos terminó propinándome una golpiza que no dejó mayor huella en mí. Luego de derribarme contra un montículo de tierra y desmonte, me encajó un par de puñetes en la cara. Uno de esos puños extrajo un poco de sangre de mis orificios nasales. A pesar de ello, al día siguiente no sufrí ningún tipo de malestar por esos golpes.

Yo no estuve muy motivado para reaccionar. Quizá no estuve lo suficientemente bebido como para asestarle puñetes –solamente me entrelacé con él para tratar de tumbarlo pero no quise encajarle ningún tipo de golpe- en la cara o en alguna parte de su anatomía. Lo que bebí solamente me alcanzó para ser desafiante y altanero, no para ser violento.

Porque en otras ocasiones he sido muy violento y salvaje. Por suerte, para ese compañero y para mí, no reaccioné y me limité a disculparme por las ofensas verbales que le había otorgado tan altaneramente. Si hubiera estado realmente violento quizá él no la hubiera contado y yo estaría preso o metido en un lío del carajo.

Lo que me quedó claro –y lo tomé como un acto de defensa de la cultura y la información- es que yo siempre defenderé mis ideales así tenga a todos mis amigos y conocidos en mi contra.

Si en este país la gente no sabe quién nos está robando, vamos a elegirlo mecánicamente en las siguientes elecciones dejándonos llevar por sus demagógicas promesas y este país seguirá tan anquilosado y esquilmado como siempre, con gente que solamente sirve para opinar sobre la final de la Champions League.

No es que el Perú sea un país de mierda. Es la gente que la puebla la que es la verdadera mierda.

Hasta pronto.

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