sábado, 15 de mayo de 2010

Otra de Benedicto XVI

Creer en las profecías de la Virgen de Fátima a estas alturas del partido -como se suele decir en el argot futbolístico- es como creer que Papa Noel existe y que recorre el mundo en su trineo repartiendo regalos a discreción.

Creer en vírgenes y demás es tan absurdo como creer que existen el "cielo" y el "infierno".

Benedicto XVI ha dicho que una de las profecías de la Virgen de Fátima se refieren a los escándalos por pedofilia que remecen a la Iglesia Católica. En una multitudinaria misa que ofreció el día jueves 13 de mayo, Benedicto XVI ha dicho que las acusaciones y trapatiestas causadas en el seno de la Iglesia debido a la pedofilia forman parte del "tercer secreto".

No, pues. La pedofilia en la Iglesia ha existido seguramente desde que ésta se fundó. No nos venga, señor Ratzinger, con el cuento de que los casos de pedofilia son recientes y que la Virgen de Fátima tenía reservada la aparición de estos casos para estos tiempos actuales.

La cerrazón en la mente del líder del Catolicismo es supina e increíble. Benedicto XVI ha afirmado que el aborto y el homosexualismo son peligros "insidiosos". ¿No es inaudito que semejante barrabasada se pueda decir en estos tiempos, en donde la tolerancia se abre paso de a pocos, sin ser castigado? Las declaraciones del Purpurado solamente generan odio y escisiones entre el "pueblo de Dios". ¿No debiera ser la actitud y los mensajes del Papa sentencias conciliadoras y no disgregadoras?

Si una mujer no desea tener un bebe está en plena libertad de abortarlo si así lo desea. Es su cuerpo y ella posee todo el derecho de hacer con él lo que mejor le parezca.

Los homosexuales no eligieron ser homosexuales. Esas personas simplemente comparten gustos distintos del resto de sus similares. ¿Hay que marginar a la gente por eso? Los homosexuales son tan iguales como los heterosexuales. Todos tenemos los mismos derechos para expresarnos y amar a quien nos guste.

Yo no confío en la Iglesia Católica ni en ningún tipo de iglesia. Sin embargo, respeto la irrestricta libertad de culto de la gente. Prefiero "hablar" con Dios sin intermediarios, como diría el inefable Eloy Jáuregui, y en mi propio lenguaje.

Hasta pronto.

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