sábado, 29 de mayo de 2010

Tolerancia, democracia y liberalidad

Estoy totalmente de acuerdo con las opiniones vertidas por Santiago Pedraglio en su columna de hoy en Perú 21 titulada “La ley es también para los adversarios”.

Transcribo uno de los párrafos de esa columna: “Las reacciones de los días recientes dejan ver que, en estos terrenos, la sensibilidad y la desconfianza se mantienen vivas. Sin duda, las particularidades del caso –el que Berenson sea norteamericana, por ejemplo– y el peso de los medios de comunicación en Lima –que en su mayoría alentaron el acoso– han hecho que esos sentimientos se exacerben, al punto que hubo quienes gritaron hostilidades a los padres y al hijo de la excarcelada, un pequeño de dos años”.

El director de ese diario, en una columna anterior dijo que las reacciones de protesta que surgieron de los vecinos de Miraflores al oponerse a que Lori Berenson viva en el mismo distrito donde el MRTA perpetró un hórrido atentado son “comprensibles”.

Lamento discrepar de lo que opina el director de ese diario y muchas otras personas del mismo pensamiento.

Si vivimos –o pretendemos- vivir en una democracia, lo primero que debemos aprender a prohijar dentro de nosotros en la tolerancia.

La señora Berenson ha cumplido con su sentencia y ha sido puesta en libertad tal y como lo dictan las leyes. Como dije en una columna anterior, la culpa no es de ella si no de las bestias que le impusieron 20 años y de los animales que crearon ese DL 927 al que cualquier senderista pudo haberse acogido.

En un país en democracia, las leyes son tan iguales en su aplicación para el prelado Cipriani como para el “negro” Canebo. Si dentro del marco legal, la ley ha dictaminado la salida del presidio del más sanguinario asesino de un pueblo pues habrá que respetar el dictamen y ser tolerantes.

Para mí no son comprensibles las reacciones de esos vecinos miraflorinos. Un verdadero demócrata respeta las leyes y acata sus mandatos. Las leyes que permitieron la liberación de Lori Berenson fueron promulgadas durante el gobierno de Toledo. ¿Quién eligió a ese señor para que sea presidente? Nosotros. El pueblo. Entonces tenemos que ser consecuentes con nuestros actos y nuestras elecciones.

Quizá yo posea una tolerancia rayana a la cojudez, pero no podrán decir que no respeto las leyes y que no poseo un espíritu liberal y democrático.

Un ejemplo de tolerancia es el que a continuación transcribo de la perfectamente tolerante y democrática columna del señor Pedraglio: “En las zonas rurales, donde largamente se sufrió la mayor cantidad de muertes y destrucción, van superándose las barreras, aunque no sin dificultades. En Lucanamarca, por ejemplo, se ha construido un monumento que tiene inscritos, en un lado, los nombres de las 69 personas asesinadas por Sendero y, en otro, los nombres de la familia senderista asesinada como represalia por la matanza. En Putis, uno y otro saben de qué lado estuvo cada quien, pero se soportan. Hoy por hoy, la palabra clave para entender estos nuevos vínculos, más que reconciliación, quizá sea tolerancia. Una tolerancia que lleva en sí la esperanza de alcanzar la reconciliación”.

Por otro lado, el abogado de Abimael Guzmán ha salido con el disparate de que su defendido está al frente de un nuevo y remozado partido político llamado Movimiento por la Amnistía y Derechos Fundamentales Este partido tendría bases en todo el territorio peruano y seguiría extendiendo su ideología en otras regiones vírgenes. Las autoridades tienen que seguir muy de cerca estos avances aunque, así como están las cosas, no creo que puedan realizar una vigilancia minuciosa.

Si ese partido ha crecido teniendo a su líder preso, qué no harán ahora que este país no cuenta con un sistema de inteligencia que permita frenar los chispazos de terror que enciendan la llama de lo que alguna vez vivimos los peruanos.

Hasta pronto.

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