jueves, 1 de abril de 2010

Un paso para que el Perú abandone la pobreza

Solamente una educación de calidad empezará a rescatar a este país de las múltiples miserias que lo acosan.

Leí una columna de Aldo Mariátegui (director del diario Correo), publicada el 26 de marzo del 2010. Cuenta en ella, que mientras hacía cola para pagar sus tributos, una serie de pensamientos le invadieron la cabeza. Por ejemplo, que hay mucha gente que no paga sus impuestos, evadiéndolos olímpicamente, mientras que Aldo sí cumplía con ese deber. Que a pesar que paga sus impuestos, el Estado le ofrece a cambio carreteras en penosas condiciones donde es muy fácil matarse, una administración de justicia que es una posma, etc.

Sin embargo, el comentario que me movió a escribir esta entrada fue el siguiente. Lo trnascribo textualmente: "Encima, mal que bien le pago con eso servicios gratis a un montón de gente que ni me lo agradece, que evade impuestos, que seguramente me considera un idiota por pagarlos y que complica más las cosas en el país reproduciéndose irresponsablemente para que la riqueza nacional generada no alcance nunca para todos".

Estoy de acuerdo con el señor MAriategui. La gente en este país se reproduce irresponsablemente. En los sectores más pobres de la sociedad, donde la conciencia sobre la planificación familiar es inexistente, es muy fácil encontrar familias que poseen una numerosa cantidad de vástagos a los que dará una exigua o ninguna calidad de vida; mucho menos, educación. Los hijos de ellos producirán más vida que, a la postre, será la gente que mendigará y delinquirá en las calles, retrasando y no participando en la reactivación de la economía nacional.

Me produce un terrible escozor escuchar de los padres de familia, cada vez que se inicia el año escolar, repetir la misma letanía: el mes de marzo es el mes más oneroso porque conlleva el pago de matrícula. la compra de útiles y uniforme. Si un hijo hubiese sido planificado, esa cantaleta no tendría razón de ser.

Yo digo: Un hombre (me refiero a varón o hembra) que ha llegado a amasar una considerable fortuna monetaria, después de haber ganado madurez y aprendido lo duro que ha sido hacerse de un capital, podrá recién procrear un hijo. Este hombre tendrá los recursos suficientes para briondarle a su hijo una educación de calidad y un bienestar general. Ese niño no pasará privaciones y dedicará sus fuerzas y energías a cultivar su alma; no a pedir limosnas en las calles y dar lástima junto a sus irresponsables padres.

Si una persona no llega a poseer los holgados recursos de los que hablo, a pesar de que trabaja duro y se parte el lomo y ahorra, pues debiera ser responsable y asumir que no deberá tener hijos. Así de simple. ¿Para qué va a traer una criatura al mundo si después va a estar diciendo que los gastos escolares lo traen loco? Un padre responsable, que ha planificado a su hijo, no se quejará por hacer algún gasto que le brinde a su heredero una educación de primera, además de una vida sin sobresaltos.

Digo esto, sabiendo que desciendo de abuelos provincianos que no recibieron la educación de la que hablo porque en sus lugares de origen no llegó nunca. Mi madre solamente tuvo dos hermanos. Mi padre tuvo cinco hermanos. Todos ellos son ahora profesionales, pero esto se debió a que tuvieron suerte. Ahora, para llegar a ser profesionales tuvieron que recorrer un camino tortuoso y espinado. Finalmente consiguieron su objetivo. Sin embargo, no todos tienen esa suerte, y basta pasearse por las calles para ver a miles de niños pidiendo limosnas.

Cada ciudadano debe ser consciente de lo que tiene y tendrá, crematísticamente hablando. La educación no se va a dar de la noche a la mañana, asi que mientras tanto, el Estado debe aplicar políticas más fuertes para controlar el número de sus habitantes. De otro modo, este país jamás verá la luz al final del túnel.

Hay que figurarse que el país es un aula de clases. El profesor hará llegar su mensaje de una manera clara y efectiva en un aula con una cantidad limitada y razonable de alumnos. Un aula atiborrada de gente 1) no va a aprender un carajo (salvo unos cuantos, los que poseen un incólume sentido de la responsabilidad y esfuerzo) y 2) no van a respetar ni al profesor.

Cito mi caso. Tengo 26 años. Mis padres no son millonarios. Por tanto, tengo que forjar, de cero, una fortuna con mi trabajo. Sé que no voy a a acumular un millón de dolares en toda mi vida (espero equivocarme). Por ello, me he resignado a -por el bien de este país y, sobre todo por mi propio bien- no tener hijos. No quiero que esos críos sufran, porque sé que no les daré una vida acomodada. Si, y sólo si, llego a tener un millón de dolares o más, me permitiré tener uno. Claro, siempre y cuando alguna señorita se atreva a mezclar sus genes con los de este fisicamente impresentable ciudadano.

Pedro Pablo Kuczynski, en su libro Perú Porvenir, da una explicación de porque la población peruana envejece. Explica que dentro de 40 años el 22% de la población tendrá más de 60 años de edad. Actualmente ese grupo de gente representa el 8% de la población. Kuczynski dice que esa "evolución demográfica" se debe a que "las mujeres en edad fértil, con mayor educación y mejores oportunidades de trabajo, tienen menos hijos".

Claramente está dicho, la gente que posee más educaciòn, a pesar de tener buenas oportunidades laborales, trae menos hijos al mundo porque sabe de sus limitaciones.

Yo sospecho que a los gobiernos populistas les gusta tener gente pobre en el país. Esa gente pobre, sin educación que pueda otorgarle un juicioso criterio, votará por esos charlatanes de plazuela que mencionan siempre a los pobres en sus demagógicos discursos, prometiéndoles utopías sin asidero, sin fundamento, con tal de conseguir sus despistados votos, llegar al poder y medrar de él.

Si me permiten la procacidad -a veces, las procacidades son muy buenas enfatizadoras-dejémonos de huevadas y apliquemos una recia política de planificación familiar, tengamos conciencia de nuestras limitaciones y salgamos de una vez por todas de la pobreza.

Hasta pronto

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